De Domingo a Domingo, la Columna Política de Hugo
Grimaldi*
Tras la batalla campal de la quinta
de San Vicente, que el presidente de la Nación definió como ?un arrebato del infierno?, y antes de ponerse a hacer un recuento de la
larga fila de heridos que dejó el enfrentamiento en la política y en los sindicatos, a los empresarios les quedó claro, primero que a
ninguno, que al Gobierno le resultará más que difícil encauzar los ajustes de salarios que se vienen para 2007.
Sus rápidos reflejos les hicieron comprender de inmediato a los hombres de negocios que -suceda lo que suceda- el jefe de los
camioneros, Hugo Moyano ya no podrá comandar una negociación homogénea y que la anarquía que podría sobrevenir en la CGT podría
dejarlos a merced de pedidos destemplados de las facciones, que ya comenzaron a tironear de la presa.
La idea de la Unión Industrial Argentina (UIA) era avanzar antes de fin de año con un número de un dígito y, aunque desde los sectores
sindicales se pidiera mucho más, todos sabían que Moyano sería fiel ejecutor del porcentaje que decidiera establecer el presidente de
la Nación.
En las negociaciones de abril de este año, Pablo, el hijo de Hugo, juraba hasta 24 horas antes que su gremio quería 28 por ciento. Al
día siguiente, su padre salió de la Casa de Gobierno con el 19 acordado y el más joven disciplinadamente explicó ante los periodistas:
?pedimos más para bajar después. Si empezábamos con 19, nos iban a dar 12. No sé si alguna vez ustedes estuvieron en una negociación
salarial?, justificó por entonces.
Lo cierto es que ahora comenzó la lucha por rebanarle poder a Moyano, con muchos más en la fila interna de los pasadores de facturas
que del lado de sus amigos y con algunos ya probándose el traje de prenda de unidad. Nadie sabe cuánto durará el proceso de la
transición y se verá, si se logra, cómo se conformarán los arreglos de cúpula y -aunque se declaró prescindente de la boca para
afuera, ya que necesita al camionero al lado para evitarse dolores de cabeza- cómo le calzan al Gobierno.
Lo que más se teme en el ambiente empresario es que la cuestión de las demandas salariales se tornen alocadas y que no se puedan
afrontar sin tocar los precios. Sin embargo, sus dirigentes no se paralizaron y comenzaron a pasar mensajes de inmediato, sobre
límites a los acuerdos de precios, porcentajes de aumentos y eventuales problemas con la energía, sin romper ninguna lanza.
Por otro lado, y ante la magnitud del descalabro, las autoridades no reaccionaron con la misma velocidad y no pudieron disimular sus
dudas.
Primero, el jueves, esbozaron una suerte de teoría conspirativa de desestabilización (?las cosas que suceden, no suceden de
casualidad. Hay que apuntar contra Kirchner para frenar el cambio?, dijo el Presidente) que algunos voceros oficiosos atribuyeron al
duhaldismo, mientras que sus reflejos les estaban indicando que había que preservar al amigo de la Casa, Moyano, sin nombrarlo
siquiera.
El Gobierno hasta permitió que uno de sus hombres se fotografiara junto a él, en un acto en Mar del Plata. No fue un funcionario
cualquiera, sino alguien con llegada directa al presidente de la Nación, el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, uno de los
gestores de varios refuerzos de fondos hacia las cajas del sindicato de camioneros. Todo un símbolo.
Sin embargo, el viernes, el discurso giró y el propio Néstor Kirchner la emprendió contra la ?irresponsabilidad de los que hicieron un
acto que nos avergüenza a todos los argentinos?. Sin nombrarlo tampoco, pero sin eufemismos, el Presidente le colgó el sayo a Moyano y
a las 62 Organizaciones y queda la duda por saber que piensa efectivamente Kirchner sobre la defección del estado provincial, que
privatizó la seguridad dejándola en manos de los militantes sindicales.
El traspié fue ampliamente ventilado por la interna del PJ bonaerense que aspira a la sucesión de Felipe Solá. Las usinas que operan
en contra de la posible reelección del gobernador, afirmaban el viernes que la negativa de León Arslanian de dar seguridad policial
para que se juegue el clásico Rácing-Boca había tenido connotación política, para poner en una misma línea el repudio al ?barra?
Rafael Di Zeo (y al juez que autorizó su presencia en la cancha) y al chofer de Pablo Moyano, quien disparó a mansalva en San Vicente.
Era sabido que fue la propia Casa Rosada la que había puesto palos en la rueda para que el traslado del cuerpo de Juan Perón no se
efectivizara, ya que éste era un proyecto del ex presidente Duhalde. Inclusive, desde los despachos oficiales se desactivó la idea de
hacer un velatorio durante la noche del 16 al 17, en la sede de la CGT, se bautizó peyorativamente como “Grupo Mausoleo” a los
gestores de la idea y se impidió el cortejo por la ex Pavón, confinándolo a un recorrido por autopistas. Pero la presión de Moyano fue
tan grande que, a regañadientes, dicen cerca del Presidente, éste decidió finalmente autorizar el viaje.
Ya antes de estas cambiantes reacciones oficiales, el mismo miércoles 17, los empresarios habían percibido que al Gobierno se le abría
un nuevo rumbo en el casco de la nave y que por esa hendija se podían comenzar a colar algunas demandas algo más públicas, sin que eso
pueda definirse todavía como una salida plena del placard que sincere lo que suelen murmurar desde hace un tiempo, entre las sombras
de su autoencierro.
Para ellos está todo más que bien con las herramientas que sustentan la coyuntura económica, pero existe disconformidad con la
estrategia (y los modos) de la inserción internacional y, sobre todo, con el descuido de los fundamentos institucionales de la
República. A la inversa del Gobierno, creen que en el tironeo de fuerzas para atraer inversiones, estos factores negativos pesan más
que la mera posibilidad de ganar plata.
No obstante, en reuniones reservadas, algunos pocos han comenzado a preguntarse para qué seguir jugando al bajo perfil, si igualmente
reciben reconvenciones del Gobierno y si no será la hora, a la luz de ciertos episodios que empalidecen la gestión (Hospital Francés,
Gualeguaychú, apoyo al gobernador de Misiones, Ley de Abastecimiento y ahora San Vicente), de empezar a marcar algunas líneas de la
cancha.
Igualmente, sin la presencia activa de Moyano en el horizonte y especulando que, en ausencia de una oposición con oportunidades reales
de ser gobierno, todos saben que el Presidente es el único dueño del dedo que decidirá el porcentaje mágico a través de un Decreto.
Por eso, nadie quiere pasarse en la presión y de allí que en el foro de la UIA se hayan escuchado voces más analíticas que efectivas,
que relativizaron la posibilidad de que los acuerdos de precios puedan durar un año, si mayores valores en salarios y energía
trastornan la ecuación de los costos.
Con este último insumo crítico, los empresarios tenían una incógnita central: ¿cuánto deberán pagar desde noviembre por la
autogeneración o por la compra a terceros no habituales de aquella electricidad que exceda los consumos del año pasado?
Un relevamiento numérico que se hizo entre la dirigencia que se reunió en Córdoba señaló que siete de cada diez está preocupado por la
cuestión energética y de las charlas que mantuvieron los periodistas se desprendió que muchos de ellos habían adelantado producción
durante setiembre y octubre para evitar esa incertidumbre. Las cifras del INDEC parecieron corroborarlo.
En materia de energía, la semana también dejó más incógnitas que certezas en el caso del convenio que la Argentina firmó con Bolivia,
para que este país le provea cantidades crecientes de gas, durante los próximos 20 años. Nadie aún ha podido ver el Convenio
definitivo, bajo diferentes excusas de protocolización, con pase de pelota incluido entre la Cancillería y el ministerio de
Planificación, lo que opaca tan importante acuerdo estratégico.
Lo cierto es que la Argentina, a través de la empresa estatal de energía, será inversor de riesgo en Bolivia (U$S 3 mil millones),
para ayudarlo a sacar el gas que, luego de ser ?secado? en una planta separadora de metano y propano que se construirá en la frontera
y sobre la que no se han dado detalles sobre si la pagará la Argentina o si sólo será gestora de créditos internacionales (U$S 400
millones), circulará desde 2008/09 por un caño que aún no ha sido construido (U$S 1.200 millones).
Tampoco Enarsa cuenta con el dinero del caso, por lo cual las especulaciones hablan de que será el Tesoro el que la abastezca de
capital o bien de la posibilidad de salir a tomar dinero, bajo la forma de participaciones accionarias o de la colocación de títulos.
En cualquiera de estos casos, la Argentina habrá dejado de ser mero aportante solidario -figura que desde el apoyo político al
presidente Evo Morales esgrimió Kirchner- para convertirse en administradora de una empresa bajo las reglas del capitalismo. Todo un
problema para la Administración.
De cara a la semana próxima, dos preocupaciones adicionales para el Gobierno: el domingo que viene se dirimirán dos elecciones que
mucho le interesan. En Brasil, las encuestas, hasta ahora, dicen que el presidente Lula será reelecto, mientras que en Misiones se da
la inversa, ya que la lista del obispo Joaquín Piña estaría postergando la ambición de reelección indefinida del gobernador Carlos
Rovira.
Ante el primer alivio, si se da el segundo escenario el revés pegará fuerte en la Casa Rosada, debido al viaje del propio Presidente,
su hermana y el titular de la Cámara de Diputados para apoyar al gobernador, lo que nacionalizó la situación. En uno de sus últimos
discursos, Néstor Kirchner deslizó en la semana que ?como Presidente de los argentinos, no he venido a quedarme de cualquier manera?.
La frase se perdió en el fárrago de la pelea post San Vicente, pero si finalmente gana Rovira el domingo sería bueno recordársela a
quienes se acercarán inevitablemente a endulzarle la oreja al Presidente.
—
* Por gentileza de Hugo E. G