Al fin la Argentina tiene presente y futuro en ciencias

El balance que el ministro Lino Barañao hizo de sus 4 años de gestión -2007-2011-, mostró avances notables. Barañao inauguró esa cartera hace 4 años y logró el retorno del exterior de cerca de un millar de científicos, que siguen aquí sus investigaciones. Se han definido claramente dos grandes líneas de trabajo en biotecnologías y nanotecnologías.

Se abrieron también sedes y nuevos centros y se trabaja en cooperación con Europa, Estados Unidos y Brasil. Hay, además, destacados pasos en satélites, radares, las industrias de alimentos, diseño, contenidos audiovisuales y también grandes desafíos para que la ciencia beneficie e incluya a las poblaciones más desprotegidas.

Hace falta más vínculo con la producción y más avance hacia el interior argentino. Pero el balance es bueno, muy bueno a juicio de este humilde cronista. Muy alentador. Muy inclusivo.

Un indicador de esos avances fue el presupuesto que logró para 2011: de $ 2571,6 millones, más del doble del que tuvo en 2008 (entonces de $ 1133,5). Y a ello se agrega fondos de financiamiento provenientes del exterior – el BID y Banco Mundial-, por u$s 925 millones, para el período 2009/2012.

Barañao hizo el balance en el flamante edificio -inaugurado en octubre de este año- que ahora es sede del ministerio –las ex bodegas Giol, en Palermo, un emplazamiento que será asiento de lo que se proyecta como Polo Científico Tecnológico-. Por el lugar circulaban décadas atrás los vagones con vino llegados de Mendoza; hoy circula por el lugar la embriaguez de proyectos científicos que aspiran a sanar, potenciar la producción y transformar el país.

Ese fue el trasfondo político que el ministro remarcó en su exposición. Y Barañao también señaló como un signo del lugar que ocupa el conocimiento, que por primera vez en la historia, entre los ministros del gobierno hay 3 investigadores del CONICET: Lino Barañao, en ciencias; Axel Kicillof, viceministro de economía y Juan Manuel Abal Medina en jefatura de gabinete.

Barañao se refirió a los lineamientos estratégicos de la cartera de ciencia y aseguró que “todavía existe una deuda en materia de dónde se hace ciencia en el país. Todavía la ciencia argentina está concentrada en las grandes ciudades y debemos cambiar eso”. Al referirse a la construcción del Polo Científico Tecnológico, el ministro remarcó que “en este lugar se unen por primera vez en un mismo edificio la investigación científica y la divulgación. La divulgación es el primer retorno que tiene el ciudadano sobre lo que se invierte en ciencia y tecnología”.

También destacó como un logro de la gestión las políticas de repatriación de científicos argentino e indicó que “se han logrado condiciones laborales equivalentes a las que se consiguen en el exterior y por eso los científicos están retornando”, mientras que para ejemplificar cómo la ciencia argentina se ha convertido en una política de Estado.

A modo de conclusión, y de cara a una nueva gestión de 4 años al frente del área, Barañao reforzó el compromiso del ministerio con el desarrollo argentino al asegurar que “el país posible que mostramos en Tecnópolis tiene que ser construido con acciones concretas”.

Entre los logros más importantes de este año se destacan: la inauguración de la primera etapa del Polo Científico Tecnológico (ex Bodegas Giol), el financiamiento de más de 3000 proyectos científico-tecnológicos por un monto de $676.257.095, la gran participación en Tecnópolis con 14 espacios propios, la firma de 21 convenios internacionales con diferentes países; la inauguración de 8 edificios del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y el incremento de sueldos de sus investigadores y becarios, los cuales alcanzan un promedio de $13.604 y $5.365 respectivamente.

Con respecto a los cuatro años de gestión, cabe recalcar: la política de repatriación de científicos argentinos residentes en el extranjero a través de la cual regresaron 873 investigadores al país; la creación -en el ámbito de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica- del Fondo Argentino Sectorial (FONARSEC) y la vigencia de 32 líneas de fomento económico-financieras mediante las cuales se otorgaron subsidios a 7498 proyectos por una suma de $1.933.673.309. Además, se destaca la implementación del Plan Federal de Infraestructura que contempla la construcción de obras destinadas a instituciones de investigación en 13 provincias del país; el aumento del cupo de becarios e investigadores científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET); la constitución de la Fundación “Dr. Manuel Sadosky”, la Comisión Asesora en Terapias Celulares y Medicina Regenerativa y la Comisión Asesora sobre la Biodiversidad y Sustentabilidad; la creación de siete nuevos sistemas nacionales; y la articulación con la Comisión de Actividades Espaciales (CONAE) y la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) de EE.UU. en el marco del proyecto SAC-D/Aquarius.

Para quien -como este cronista- vivió como estudiante universitario los años ´60, la Argentina tiene al fin un plan de aliento a las ciencias y a los científicos. Porque siempre pesó en la historia nacional la orgullosa heredad de tres Premios Nobel en ciencias, pero aún más que eso se sintió el consecuente desamparo a los investigadores, cuando no el paso de años de la máxima furia destructiva, como fue a partir de la Noche de los Bastones Largos, el 29 de julio de 1966.