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La columna política De Domingo a Domingo, de Hugo E.
Grimaldi*
Como casi siempre le ha ocurrido a la Argentina del péndulo y la
frustración, parece ser que una vez más los tiempos propios y los hechos en el mundo van a contrapelo y que se vuelve a elegir el
debate equivocado a la hora equivocada.
Tamaña falta de timing no parece ser el problema de un Gobierno en particular, sino que tal debilidad -como tantas otras de la vida
cotidiana- resulta intrínseca a toda la sociedad. Desde su seno salen, en definitiva, por formación o elección, dirigentes que se
muestran poco apegados a la institucionalidad, enfrascados en sus propios micromundos de cajas y punteros que les aseguren la
continuidad y, por lo mismo, imposibilitados de armar consensos que definan caminos comunes, solidarios y abarcativos para ser
transitados por todos, por mucho tiempo.
Por ejemplo, hoy los ideólogos y los políticos que debaten acaloradamente en la Argentina sobre el papel del Estado, se enriedan en el
discurso y en las acciones y acaban metiéndole ruido a la economía; en tanto, el resto del mundo, que observa que la bonanza puede
seguir por algunos años más, se quema las pestañas para ver cómo hace para atraer inversiones a sus respectivos países.
Los riesgos de tanto ruido discursivo -y distractivo- pueden devenir inclusive en una paradoja, como la que se verifica por estos
días: mientras las usinas del ?Estado presente? funcionan a pleno para darle sustento ideológico al Gobierno nacional, el Estado sigue
?ausente? en muchas manifestaciones de ese mismo gobierno.
Hay referencias varias al respecto, nítidamente contrapuestas al orgullo que se siente y se transmite en los despachos oficiales por
haber puesto en caja, y a los mandobles, a la ?patria ganadera?, una nueva definición para caracterizar a la ya pasada de moda
?oligarquía vacuna?, a la que hoy se encasilla en el discurso como enemiga del pueblo, mientras que en las charlas privadas, y sin
pelos en la lengua, se la califica como desestabilizadora del Gobierno.
En este aspecto, la batalla del ?baje precios primero y exporte después?, tal la nueva premisa oficial que se ha puesto en boga en
nombre del Estado que pudorosamente el Gobierno llama ?articulador? con el sector privado, se encaró a costa de una prohibición que
atenta a varias puntas contra el propio país (volumen de exportaciones, recaudación fiscal, imagen del país, debilitamiento de la
estrategia para discutir la eliminación de subsidios, etc.), justificada por la necesidad de no menear el índice de inflación.
Esa articulación ha sido definida por una reciente publicación del ministerio de Economía de la siguiente forma: ?El Estado ya no es
lo que era. El mercado tampoco. Por lo tanto, las lógicas del hacer también se han modificado. Nuevos modelos de lazos y vínculos se
ensayan y se llevan a la práctica. Comienza a configurarse la acción conjunta entre Estado y empresas privadas. Esta voluntad ya tiene
un ADN, una marca que no es otra que la Participación Público-Privada?.
La meta del Gobierno, que se explicita en la publicación, es que de esa interacción, ?haya sólo ganadores?, aunque no limitados ?a la
obtención de ganancias?, por lo cual, desde su punto de vista, el proceso que hoy lo enfrenta con el sector cárnico, como
administrador del Estado, es de pura justicia, lo que lo obliga a una amplia y notoria actividad.
Pero, por otro lado, se observan claras muestras de pasividad estatal (o quizás habrá que decir de falta de articulación) y una
peligrosa visión de la Ley de soslayo, dos notorias defecciones que le bajan a la sociedad la cultura del ?Vale Todo?.
Está, por ejemplo, la mirada contemplativa que tiene el Gobierno ante los cortes de rutas y los bloqueos a empresas, donde todo parece
sucederse en escalada. Los jueces y los fiscales, bueno es decirlo, están paralizados ante el poder político y no se animan a
desempolvar el Código y a dar las órdenes del caso.
En el caso de Gualeguaychú, el Gobierno toleró el corte aún con el estómago revuelto, pero en Santa Cruz fue sorprendido por el
desborde de activistas, que costó la muerte de un policía, mientras que en Neuquén, la semana pasada, la pelea gremial de trabajadores
contra trabajadores -aparentemente aceitada por fuerzas de choque del Partido Obrero, por izquierda, y del Movimiento Popular
Neuquino, por derecha- casi termina en una tragedia, ante la mirada también pasiva, y probablemente interesada, de las fuerzas
policiales de la provincia.
Otro desborde de características anárquicas, y además de una repudiable metodología nazi, similar aunque no tan violento como el que
el Grupo Quebracho utilizó contra el Edificio Cavanagh en la porteña Plaza San Martín, es la aparición de sectores piqueteros que se
dicen afines al Gobierno, que hacen del ?escrache? su razón de ser. Otrora la empresa Shell y ahora la Sociedad Rural sufrieron su
presencia y nadie pareció demasiado interesado en poner en caja a esos grupos.
También se miraron con benevolencia los bloqueos a diferentes plantas de empresas, en nombre de no irritar al gremio de Hugo Moyano,
para evitar que esos aumentos se repliquen y se trasladen finalmente a los precios. Para mostrar dureza, Pablo Moyano (el hijo de
Hugo, aparentemente con vuelo propio) acaba de romper en la cara de un funcionario estatal un documento apenas preliminar que iniciaba
las paritarias de su gremio, porque en él no se hacía referencia a porcentaje alguno de aumento.
Moyano pide 28 por ciento, más la inclusión como remunerativa de una cifra de $ 260 que hoy no lo es. Para apoyar su pretensión, el
gremio amenaza con un paro general de actividades, lo que es lo mismo que poner a negociar bajo presión a las compañías y a
?articular? bajo presión al Estado. Moyano asegura que ?las empresas ganaron mucha plata? y que pueden pagar tales aumentos, aunque
nada dice del efecto demostración que su convenio podría disparar en otros gremios y de los problemas que podría generar en empresas
más chicas o de otros sectores.
Mientras tanto, el Congreso sigue aprobando -y tiene en carpeta- un paquete de leyes a pedido de la CGT, todas con un marcado sesgo
antiempresario, aunque en el fondo son de claro sesgo antitrabajadores, ya que quienes dicen representarlos, junto a fallos judiciales
cada día más insólitos, hacen más que nadie para que de ahora en más las fuentes de trabajo no abunden demasiado.
Podrían sumarse a la lista de los hechos fuera o al borde de la Ley, los ataques a los cuarteles de Corrientes, Comodoro Rivadavia y
Neuquén, sucedidos tras la euforia de los actos del 24 de marzo, la pueblada de vecinos que incendió dos veces la modesta casa de un
adolescente que aparentemente asesinó a una chiquita en Rafael Calzada, sin que la Policía lo impidiera, o la intensa actividad que
despliegan dos gremios -uno de ellos manejado por el subsecretario de Transporte Aerocomercial- contra Aerolíneas Argentinas, una de
las presas más codiciadas por el Estado.
En este aspecto, y también en línea con el nuevo paradigma de ?Participación Pública- Privada?, la situación de Aguas y Saneamientos
Argentinos (AYSA) representa un gigante ?leading case? del proceso articulador, diferente al del origen de la concesión, situación en
la cual el Estado autorizaba la tarifa y el privado ponía la plata.
Ahora, con el cambio de filosofía (y probablemente por ello deberá variarse el marco regulatorio) es el Estado quien digita y
desembolsa la inversión, porque desde hace varios años ya no autoriza más aumentos de tarifas, aunque esta semana habrá subas del gas
sólo para industrias y comercios, un costo adicional que podría ser trasladado a los precios.
Lo cierto es que mientras los ideólogos de cabotaje se desgañitan por demostrar quien tiene la razón sobre el papel que le cabe al
Estado, si el de gestor, controlador o articulador, el mundo ya superó ese punto y se esmera en atraer inversiones, en una carrera
casi darwiniana.
En un Seminario que se hizo en Buenos Aires el jueves y viernes, varios empresarios latinoamericanos con muchos millones en sus
billeteras -algunos notoriamente jubilados- pusieron el acento en la necesidad de impulsar la inversión privada para apuntalar el
superávit fiscal y para generar un clima de negocios que impulse proyectos de largo plazo y nuevos empleos.
Entre los jubilados y millonarios del Seminario figuraron Paolo Rocca, Amalita Fortabat, Carlos Slim, Alejandro Bulgheroni, Gustavo
Cisneros, Sebastiàn Bagó y Emilio Azcárraga. y entre los oradores estuvieron -además de Felipe G.- Julio María Sanguinetti y César
Gaviria.
Un político español que probablemente por su modo de pensar comparte los fundamentos del documento de Economía, aunque no la forma de
encarar el proceso, en su disertación frente a ellos dijo: ?hay que generar las condiciones de inversión para que el sector privado
sienta confianza y obtenga una retribución previsible de los recursos dedicados?. Se llama Felipe González y dejó en claro que España
ya no tiene dudas sobre qué es lo importante y qué lo accesorio.
* Por gentileza de Hugo E.Grimaldi, director periodístico de la Agencia DyN (Diarios y Noticias, de la Argentina), reproducimos su
columna De Domingo a Domingo, correspondiente al 02 de abril de 2006.
Cada fin de semana esta columna aparece en medios destacados de la Argentina, como La Gaceta, de Tucumán; la Nueva Provincia, de Bahía
Blanca; La Capital, de Mar del Plata; La Calle, de Concepción de Uruguay o El Diario, de Olavarría.
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