En la medida que el conocimiento humano evoluciona, se forman nuevas profesiones, y luego las mismas naturalmente tienden a generar especialidades. Por ejemplo en la medicina son de vieja data y de hecho se reconocen algunas ya en el imperio romano.
Columna de opinión de Pablo Iacub (foto), CEO de Calipso.
En la medicina más actual, las especialidades se consolidan en el siglo 19 y principios del siglo 20. En la actualidad se reconocen varias decenas de las mismas.
Del mismo modo las especialidades en la ingeniería tienen orígenes antiguos, aunque se consolidan en las universidades también en el siglo 19 y principios del 20.
Lo que es claro en los casos expuestos es que la especialización surge de la aplicación profesional y no por impulso o idea de las universidades, que simplemente siguen lo que ocurre en el mercado laboral. Por ejemplo, los primeros médicos especializados en lepra surgieron de los leprosarios, y los primeros ingenieros que pudieron reconocerse como navales lo hicieron de los astilleros.
En la informática, a pesar de ser una disciplina mucho más moderna, esto ya ha ocurrido. En la práctica existen informáticos con especialidad en cuestiones de infraestructura (redes, virtualización, comunicaciones, etc), o en implementación de soluciones de negocios (ERP, CRM, BI), o especialistas en seguridad informática, y así podríamos detallar varias más.
No obstante, esta realidad que se da en el ámbito laboral no se refleja en las carreras informáticas tradicionales ni tampoco en las que surgen de los estándares creados por el CONFEDI hace un par de años. En cambio, tenemos varias carreras con títulos tan inespecíficos como ingenieros informáticos, ingenieros en computación, licenciados en informática, licenciados en ciencias de la computación, y licenciados en sistemas de información. En mi caso, con 25 años de ejercicio profesional, con uno de los primeros títulos específicos en sistemas, y con muchos años dedicados a la docencia y a la problemática educativa, soy incapaz de comprender claramente las diferencias de cada carrera, y de hecho a pesar de haber hablado mucho del tema con gente muy conocedora no encontré a nadie que me pueda explicar claramente cual es la incumbencia de cada uno de esos títulos mas allá de la ambigua definición que da el decreto ministerial que las instaura. Si trata de aclarar el asunto leyéndolo terminará mas mareado que cuando comenzó ya que al parecer todos pueden hacer todo, o nada. Esas carreras tampoco se corresponden con los estándares definidos por la IEEE en la materia, que de hecho son meridianamente claros y utilizados en gran parte del mundo.
Por este motivo desde la industria muchos pensamos que es el momento histórico de generar especialidades u orientaciones en las carreras informáticas realmente relacionadas con el ejercicio profesional, con incumbencias muy claras, y con materias bien definidas a tal fin, de modo de acercar a los estudiantes a lo que será su vida posterior a la carrera universitaria.
Es claro que desde la industria no pedimos nada que no ocurra ya en otras profesiones. De hecho, si nadie discute que existan ingenieros electrónicos, ¿por que no puede haber informáticos orientados a la definición de infraestructura de sistemas?, si existen ingenieros navales, ¿por que no es considerada una rama de la informática dedicada al diseño audiovisual o las soluciones de negocios?
Como para poner en términos gráficos la situación actual, es como si de la facultad de ingeniería hoy salieran solo ingenieros civiles y las empresas de dedicadas a la electricidad o la electrónica tuvieran que explicarle a los mismos en que consiste un circuito o las fórmulas fundamentales del electromagnetismo.
En Argentina el software que históricamente mas se desarrolla es el ERP relacionado con el cual han surgido decenas de empresas importantes que emplean a mucha gente y facturan una cifra de muchos millones. Sin embargo, la mayoría de los egresados de las carreras informáticas desconocen la sigla, y desde luego ignoran esa realidad del mercado. Algo así como si un ingeniero mecánico recién recibido no supiera a que se dedican Ford o Toyota, o para que sirve un camión.
En general la respuesta de algunos decanos de ingeniería, que inciden en la materia (y están dispuestos a hablar del tema), es que hay que dar una formación muy amplia y generalista de modo de obtener profesionales adaptables a nuevas circunstancias. Esta idea en esencia no puede tildarse de errónea, pero es enormemente ineficiente para la industria y la sociedad ya que un egresado debe estudiar una cantidad de materias que no utilizará, y en cambio no podrá recibir otras que le serían enormemente útiles a la hora de aplicar profesionalmente. Para establecer nuevamente un paralelo médico, si los decanos de medicina opinarán del mismo modo deberíamos operarnos del corazón con médicos clínicos.
No obstante ya se trabaja en ciertos ámbitos entre la industria y la academia en el sentido de solucionar esto generando orientaciones en las carreras. Por suerte la brecha que existió tradicionalmente entre los dos ámbitos tiende a estrecharse.
Esperamos poder comenzar a tener resultados concretos en un breve plazo .