Epson se abraza a la botella

Epson promueve sus nuevas impresoras con sistema continuo de tinta comparándolas a comprar un auto con todo el combustible que consumirá en los próximos 5 años de uso. Sostienen que el sistema de botellas de tinta de 70 mililitros (ml) por cada color, asegura la calidad original y el cuidado de los equipos, su larga vida y menor costo comparativo por el lustro de uso que prevén para cada impresora.

La analogía fue trazada por Pablo Roust, director comercial de Epson para Argentina y Uruguay. Roust afirmó que las impresoras con sistema continuo de tinta cambian el modelo de cartuchos que imperó durante 20 años y que, amén de costosos, trae innumerables problemas como que la impresora no funcione si falta algún color y luego, el perjuicio de dañar los sistemas del equipo cuando se apela a tintas alternativas.

Desde el año anterior Epson viene abriendo el mercado local y regional con equipos basados en este nuevo paradigma y en un encuentro celebrado en Buenos Aires este jueves 18 de abril, presentó los modelos que integran esta nueva línea. Se trata de las impresoras L210, con tinta negra para 4000 páginas y 6500 páginas con uso de color (el costo de la botella de 70 ml es de $62.90). Precio del equipo: $ 1799.-

El modelo L355, con igual rendimiento de tintas, más conexión WiFi y otros detalles, a $ 1999. El siguiente en la escala ascendente de prestaciones, L555, multifunción, WiFi, con alimentador de hojas y fax, más dos botellas adicionales de tinta negra, a $2400. Y la impresora fotográfica L800 con todos aquellos atributos, con negro y 6 colores, especial para imprimir CD/DVD (con precio aún por definirse).

or su lado está la línea M, la cabecera de puente de este lanzamiento del sistema continuo de tinta fue la línea de impresoras monocromática (negra) M205 ($ 2200) planteadas como equipos para fuerza de trabajo -imprime, copia, escanea y posee conexión WiFi-, que junto a las M105 ($1200) se proponen como alternativa menos costosa a las impresoras de toner. Las botellas en ambos casos brindan 6000 hojas de impresión.

En el encuentro, el vicepresidente de Epson para América Latina, el venezolano Agustín Chacón, quien se integró a la compañía hace 22 años, aprovechó para señalar los grandes lineamientos que guían a su empresa: el largo plazo, un largo plazo que mira hacia más allá de 2014, 15, 16 y que ve con gran confianza el futuro argentino. Hay fuertes lazos de Epson con la Argentina y aquí tienen su sede departamentos importantes para el mercadeo y soporte de la compañía, además de innovaciones que ganaron plaza mundial.

En esa línea señaló que la impresora fiscal fue un desarrollo argentino que fue adoptado luego por los mercados de todos los continentes y también la separación de colores de las tintas en los cartuchos para impresoras de chorro de tinta.

La aclaración vino a cuento de las caídas en las ventas que experimenta el mercado regional de impresoras, una situación que juzgó temporal y que de ningún modo pone en peligro la permanencia de Epson en Argentina.  Como prueba de ello recordó que en 2001 las ventas cayeron al 10% del total del año anterior y Epson sostuvo sus operaciones locales y la recuperación no tardó en llegar. Hoy la Argentina enfrenta dificultades como en 2012 las experimentó Venezuela y eso los japoneses lo entienden.

Recordó que, efectivamente, como empresa japonesa, su visión de las dificultades y alternativas del mundo les dan una visión distinta a la que suelen tener en EEUU y Europa: siempre mirando el largo plazo. La empresa madre de Epson, la corporación Seiko, fundada en 1881 por Kintaro Hattori como fabricante de relojes,  se planteó siempre producir por sí todos los componentes de sus equipos. Ello ocurrió con Epson desde que durante la Segunda Guerra Mundial (1942) se instaló en la localidad montañosa de Nagano.

Esos conceptos reforzaban la explicación que en la apertura de la presentación tuvo Pablo Roust, acerca de ls dificultades para la importación de equipos y componentes tiene el sector. Las restricciones que supuestamente se fundamentan en el objetivo de desarrollar una industria local -hasta aquí no evidenciada- suman una serie de barreras aduaneras que alarga los plazos. Sin embargo Roust eludió el punto con mucha cintura al señalar que han conseguido empero mantener la línea de suministros.

Y agregó que ello fue vital para mantener la primacía en la venta de equipos, manteniendo en 2012 el liderazgo del mercado -48% de marketshare-, por encima de su competidor histórico: HP. Empero, ambas han bajado en sus ventas. En 2011 se comercializaron 1.2 millones de equipos de impresión y la cifra cayó a la mitad en 2012. Epson -reconoció Roust- tuvo una caída del 20% y HP del 60%. Con todo, la facturación de Epson Argentina en 2012 alcanzó los 96 millones de dólares por todo concepto, dijo Roust.

Y esta línea de impresoras con sistema de alimentación continua de tinta plantea cambiar las reglas de mercado, tanto para el cliente final como para los comercios que los proveen. Ahora -explicó Pablo Roust y refirmó a su turno Alejandra Introna, responsable de producto para la Argentina y Uruguay- los comercios obtienen su ganancia en el momento de venta de estas impresoras, sin verse obligados a esperar -como antes- a que la rueda de ingresos se complete cuando el cliente repone los cartuchos de tinta.

Para el comprador de estos equipos conlleva la calidad de un producto original en todo el ciclo de vida del equipo. Y, en cuanto a la ecuación costo/beneficio, Pablo Roust hizo esta cuenta: un equipo “tradicional” de cartuchos de tinta daría un costo de equipo y una carga de reposición de 35 cartuchos, que trazarían un costo cercano a 8000 pesos, versus estos equipos que oscilan entre $ 1200 y $ 2400, tintas incluidas.

El otro desafío de innovación que viene trabajando Epson son impresoras que imprimirán sobre tela, lo cual brindará todo un campo de oportunidades a diseñadores ropas al facilitarles estampar sus propias creaciones. Otro paso en esas impresoras con sistema de alimentación continuo será el estampado sobre vidrio y otros materiales no tradicionales que, hasta aquí requieren manufacturas especiales y generalmente costosas.