La mosca de la fruta y el tic tac del cerebro

Escribe Florencia Mangiapane – Agencia CyTA – Instituto
Leloir


Investigadores del Instituto Leloir descubrieron cómo actúa un gen que controla
los ciclos de actividad y descanso de la mosca de la fruta, insecto que se toma como modelo para estudiar el ?reloj biológico? del
hombre y otros mamíferos. Comprobaron que el gen es clave para que se conecten entre sí las neuronas que componen este mecanismo
dentro del cerebro y se pueda transmitir adecuadamente la información al resto del cuerpo.

Todos los organismos contamos con un ?reloj biológico? con el que respondemos a los cambios del ambiente. Se sabe que es un mecanismo
que está asentado en el cerebro, donde varios grupos de neuronas trabajan de manera sincronizada para procesar la información externa.

Ahora, el equipo de Genética del Comportamiento, del Instituto Leloir, encabezado por la doctora María Fernanda Ceriani descubrió que
un gen de la mosca de la fruta cumple un papel fundamental en la sincronización de los distintos relojes que componen ese mecanismo en
el cerebro del insecto, que se toma como modelo para estudiar el reloj biológico del ser humano y de otros mamíferos. El hallazgo
acaba de ser publicado en la reconocida revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Gracias al reloj biológico captamos las claves del ambiente, como la presencia de luz o el momento del año en que nos encontramos. Los
seres humanos, los animales y los insectos que vivimos sobre la Tierra ponemos en marcha ?a distinta escala, según el caso- un
circuito cerebral integrado por neuronas que reciben la información del medio, la interpretan y la distribuyen por todo el organismo,
regulando procesos fisiológicos y comportamientos a intervalos regulares. Estos intervalos pueden ser de minutos (como el ritmo
cardíaco), horas (ciclos de vigilia y sueño) o días (como los ciclos menstruales o la hibernación).

La cronobiología se dedica desde hace más de cuarenta años a estudiar sistemáticamente este tipo de fenómenos. Como disciplina, se
ocupa de todos los comportamientos regulados por el reloj biológico, aunque presta especial atención a aquellos que ocurren con una
periodicidad cercana a las 24 horas, los denominados ?ritmos circadianos? (del latín, circa: cerca, y diem: día).

Desde su creación en 2002, el laboratorio de Genética del Comportamiento de la Fundación Instituto Leloir viene desarrollando una
línea de trabajo orientada a avanzar en el conocimiento de estos ritmos.

?Hablamos de ritmos circadianos o ?cercanos? a 24 horas porque el reloj biológico, en este caso reloj circadiano, es capaz de generar
oscilaciones con esa periodicidad. Pero en realidad es la interacción entre el mecanismo que todos llevamos adentro y el ambiente lo
que finalmente garantiza la exactitud de reloj suizo que nuestro cuerpo tiene?, explica María Fernanda Ceriani, directora del
laboratorio.

Ceriani y su equipo estudian cómo las distintas neuronas que componen el reloj circadiano pueden percibir la información del ambiente
y generar oscilaciones que luego repercuten en la actividad locomotora de los organismos. Se trata de un circuito complejo, porque de
hecho no hay un solo reloj sino varios: uno central, integrado por neuronas que llevan la batuta del ritmo, y otros periféricos,
compuestos por neuronas que reciben esa información y la transmiten a los centros motores del organismo para inducir determinados
comportamientos.

El tic tac de los genes

Al igual que otros investigadores que estudian ritmos circadianos en el resto del mundo, Ceriani trabaja con Drosophila, la mosca de
la fruta. Es un insecto que se toma como sistema modelo porque permite entender la actividad de ciertos genes que controlan el reloj
biológico en organismos más complejos, como el hombre. De hecho, nueve de los diez genes del reloj biológico identificados primero en
la mosca de la fruta fueron luego hallados en mamíferos, la mayoría replicados dos o tres veces.

En 2001, a poco de terminar su estancia posdoctoral en el Scripps Research Institute de California, Ceriani descubrió que un gen
particular de Drosophila, bautizado ?SLO?, influía en los ciclos de actividad y descanso del insecto. En ese momento, la investigadora
observó que las moscas privadas de ese gen (mutantes) tenían un comportamiento arrítmico.

La denominación del gen ?un canal de potasio que se activa con voltaje y calcio- es la abreviatura del término inglés slowpoke, con el
que se designa a quien se mueve ?en cámara lenta?. Las larvas de Drosophila que nacen sin el gen SLO se caracterizan justamente por su
excesiva parsimonia.

Ahora, y tras una serie de experimentos realizados en la Argentina en el laboratorio de Genética del Comportamiento, Ceriani y su
tesista de doctorado María de la Paz Fernández lograron desentrañar cómo actúa SLO.

?Lo que María de la Paz descubrió al hacer los experimentos es que en realidad el gen no afecta la función del reloj central del
cerebro de la mosca, sino la coordinación entre este reloj y la vía que utiliza para sincronizarse con otros relojes secundarios del
cerebro. Es probable que esta alteración en el circuito neuronal que lleva la información sea lo que redunde en el comportamiento
arrítmico que verificamos en los mutantes?, explicó Ceriani.

La especialista argentina llevó adelante sus investigaciones de laboratorio con el apoyo de instituciones estadounidenses como PEW
Charitable Trust, National Institutes of Health y Howard Hughes Medical Institute, que se complementaron con aportes locales de la
Fundación Antorchas, el Ministerio de Salud de la Nación y el CONICET.

Cuestión de escala

Para evaluar el comportamiento de Drosophila, las investigadoras colocaron moscas salvajes y mutantes en pequeños tubos de vidrio
ubicados en equipos donde se cuentan las veces que la mosca se mueve para buscar alimento o irse a dormir. Los equipos están
conectados a una PC que procesa los datos y emite un registro de la actividad diaria del insecto a lo largo del período de estudio.

Los científicos son conscientes de que el cerebro de Drosophila es mucho más simple que el de un roedor e infinitamente menos complejo
que el humano. Se sabe que el reloj biológico de los ratones (que se asienta en el hipotálamo) está compuesto por núcleos que
contienen unas 10.000 neuronas, separadas en distintas regiones funcionales. En la mosca, en cambio, se trabaja con un total de 200
neuronas.

?Eso hace difícil predecir cómo se va a traducir este hallazgo en mamíferos. Sin embargo, creemos que los avances en el conocimiento
del sistema modelo son útiles para entender lo que sucede en organismos más complejos, a pesar de que los resultados no puedan
traducirse de manera inmediata?, señala Ceriani.

?De hecho ?agrega-, como consecuencia de nuestro trabajo previo, otros investigadores descubrieron que los ratones privados de la
función de SLO muestran también defectos en los ciclos de sueño y vigilia?.

En los últimos años se ha comprobado que la actividad locomotora rítmica de Drosophila presenta puntos en común con los ciclos de
sueño y vigilia del hombre. Si bien la mosca no duerme un período consolidado de ocho horas como el ser humano, tiene momentos de
actividad y momentos de descanso. Es capaz de responder a estimulantes y somníferos, y necesita compensar con más horas de sueño el
tiempo extra que permanece despierta. También se sabe que si se la deja demasiado tiempo sin dormir termina muriéndose.

Los genes del reloj no sólo se encargan de avisarle al insecto cuándo es hora de levantarse y cuándo debe irse a dormir; también
coordinan en toda la población el momento del día más adecuado para la eclosión (instante en que las moscas despliegan las alas y se
transforman en adultas), así como otros comportamientos más complejos, pero menos estudiados, como la puesta de huevos, las respuestas
a olores y la receptividad a las drogas.

Como puntualizan los especialistas, existe toda una serie de actividades humanas que estarían asimismo regidas por los genes del
reloj. La hora de comer o de ir al baño, el mejor momento del día para aprender cosas nuevas y hasta el momento en que una mujer
?rompe bolsa? parecen responder ceremoniosamente al tic tac del cerebro.

?Hay muchísimos aspectos de la fisiología natural del ser humano que están controlados de una u otra manera por el reloj. Lo que pasa
es que no se estudian tanto en la mosca porque la mayor parte de los genes que intervienen en estos procesos afectan también otras
funciones. En cambio, los ciclos de sueño y vigilia responden directamente a los genes del reloj?, concluye Ceriani.

Agencia CyTA – Instituto
Leloir

admin
23 abril, 2007

¿Qué esperan los consumidores para este 2021?

La pandemia trajo cambios de hábitos contundentes en los consumidores, principalmente a raíz de estrictas restricciones de movilidad Hubo …

Seguir leyendo //

Videojuegos, LEGO y K-pop lideran las búsquedas de los niños antes de Navidad

Con la Navidad en puerta, todo el mundo se prepara para el gran día Teniendo en cuenta que las …

Seguir leyendo //

La compañía de alimentos Molinos Río de la Plata crece con tecnología SAP

Molinos Río de la Plata apoya sus planes de crecimiento y transformación digital con tecnología SAP La reconocida compañía …

Seguir leyendo //

En una velada virtual, los Premios Sadosky 2020 galardonaron al mundo tecnológico emprendedor

La industria del software vivió su jornada de celebración en la 16ta edición de los Premios Sadosky, la iniciativa …

Seguir leyendo //