La pandemia trajo cambios de hábitos contundentes en los consumidores, principalmente a raíz de estrictas restricciones de movilidad Hubo …
Seguir leyendo //Escribe Silvia Martinica*
La risa es un lenguaje universal; todos nos reímos en el mismo idioma, por lo tanto acorta las
distancias.
La risa es contagiosa, frente a una carcajada auténtica e insistente del otro es difícil no terminar riendo también. Por otro lado es
imposible sostener pensamientos negativos mientras nos reímos. El humor es como una varita mágica que nos distiende, nos suelta ante
el estallido de una buena risotada.
De esta forma la rigidez desaparece instantáneamente y da lugar a la flexibilidad, la risa es una especie de botón que automáticamente
nos cambia de estado.
El sentirnos alegres tiene que ver con la visión que tenemos de la propia experiencia de vida y a partir de allí se pueden tomar
acciones que desembocarán en distintos rumbos. Por esta razón, el optimismo y la alegría son subjetivos y dependen del modo en que
cada persona encare su realidad. El optimista mas allá de los reveses se sitúa frente al problema, lo analiza y busca alternativas
creativas para encarar la situación. Busca en definitiva, crearse un micro mundo mejor para él, más allá de las contrariedades del
macro mundo.
Por otro lado el optimismo tiene una fuerza imparable, una persona entusiasmada consigue casi todo lo que se propone. El optimista no
desconoce lo negativo sino que lo enfrenta con inteligencia, alternativas y creatividad. Modela su propio mundo a partir de esos
procesos creativos.
Muchas veces al convertirnos en adultos empezamos a teñir nuestra vida de seriedad. Solemos confundir seriedad con responsabilidad,
pero la realidad es que se puede hacer las cosas con responsabilidad y diversión. Esa confusión comienza en el lenguaje cuando nos
referirnos a alguien que hace un trabajo responsable y de calidad decimos, ?es serio?. Cuando deberíamos decir que es responsable,
honesto y trabajador. Por lo tanto en términos sociales una persona seria goza de confianza profesional. Pero lo cierto es que si
además de trabajar con responsabilidad, es divertido y tiene un humor excelente, tendrá un valor agregado indiscutible y será
maravilloso trabajar con él.
El humor es una forma de atracción social. Las personas divertidas gozan de mayor popularidad y tienen en general gran cantidad de
amigos que buscan su compañía. Es también un arma de seducción, un hombre divertido y ocurrente es irresistible para las mujeres sin
importar su aspecto.
¿Por qué es una característica tan atractiva? Quizá se deba a que nos conecta con una frecuencia que no nos resulta tan fácil de
lograr y al encontrarla afuera nos atrapa.
El lado opuesto del humor es el control. El ansia de querer organizarlo y estructurarlo todo. A la gente muy controladora o soberbia
le cuesta vivir el humor porque implica liberación.
El único humor que ellos conocen es el que va contra el otro, el sarcasmo o la ironía, que lo mantienen en su postura controladora o
soberbia y no la hacen peligrar, sino todo lo contrario. Detrás de un controlador o soberbio, hay una persona insegura, y en alguien
con sentido del humor hay un individuo que se siente en paz con quien es.
Si bien el orden es algo deseable que facilita la vida, el pretender un control absoluto es insalubre por lo imposible de la misión.
Siempre hay cosas que se saldrán del carril que pretendemos. Hay situaciones que dependen de otros y de muchas otras variables que
hacen que finalmente nuestro esfuerzo por controlarlo todo se vea fracasado.
La melancolía es otra cara opuesta de la alegría, es quedarse atascado en situaciones de pesimismo o tristeza de una forma tan
constante que se hace hábito y finalmente cuesta abandonar.
La risa es un mecanismo útil para cortar con todas estas estructuras.
Rompe el hielo en situaciones demasiado acartonadas o protocolares y acerca a las personas en cualquier circunstancia, sin importar el
entorno del que provengan o cuan diferentes sean entre si. Siempre habrá alguna circunstancia graciosa que nos involucre a todos por
el hecho de ser humanos.
Reírse de uno mismo, nos hace perdonarnos, soltarnos y distendernos, hace florecer la autocompasión, la ?auto paciencia? y que
aceptemos amorosamente nuestros errores para que logremos aprender de ellos.
La risa muestra la belleza interior de cada uno de nosotros y además riendo ganamos en salud.
Ocupa un espacio único, es decir, cuando hay alegría no puede haber sentimientos negativos, no puede convivir con el dolor, la
envidia, los celos o la critica. El espacio ya esta ocupado por la alegría.
Sonia Cafe en su libro de Las Actitudes sugiere:
?Jugar con la situaciones de la vida. No tomar la vida tan en serio.
Cantar y bailar más. Aunque el canto sea silencioso, aunque el baile sea tu simple caminar.
Hacerse las siguientes preguntas: ¿Cuando fue la ultima vez que me reí a carcajadas?, si no lo recuerdo, es porque ya hace mucho
tiempo.
¿Que es más importante ser feliz o tener siempre la razón?
Las investigaciones realizadas coinciden en la salubridad de la risa, recomendable para el cuerpo y la mente.
Según el libro ?La risa y la salud? (el código de la Risa), la alegría restablece y refuerza la respuesta inmunitaria e incrementa la
producción de anticuerpos y además:
Libera endorfinas.
Estimula la glándula pituitaria.
Favorece el músculo cardiaco y la circulación limpiando las arterias.
Reduce la presión arterial.
Disminuye la glucosa, el colesterol y la adrenalina en sangre.
Libera del stress general.
Favorece la concentración de colágeno.
Relaja los músculos, aliviando dolores.
Favorece el proceso digestivo y el paso del aire a través de los pulmones.
Induce a un sueño profundo.
Ayuda a revertir procesos depresivos.
Reduce la agresividad.
Mejora las relaciones.
Vale peguntarse porqué algunos enfermos se reestablecen y otros no, aun padeciendo la misma dolencia. Dependerá de su optimismo y del
mapa de creencias acerca del futuro y la evolución de su enfermedad lo que dará la respuesta.
Salvador Sánchez Mónaco es un médico cordobés que trabaja en Mendoza desde 1978, acompaña y atiende pacientes con todo tipo de dolor,
crónico y agudo, en el servicio de Oncología del Hospital Central, donde a diario se enfrenta con el sufrimiento, la enfermedad y la
muerte. Lejos de desalentarlo, estos compañeros cotidianos le han hecho comprender que el hombre es mucho más que un conjunto de
procesos orgánicos, y que el amor, el respeto y la risa son elementos fundamentales que todo médico debería llevar en su maletín.
Algunos colegas lo miran como bicho raro, la risa es una de las medicinas que más utiliza en su terapéutica con pacientes aquejados de
graves dolores. La otra, es el amor. (*)
Estos son medicamentos altamente efectivos y sin costo alguno, aunque pocos confían en ellos porque son inmateriales. Este médico sin
temor al ridículo y siguiendo al ya célebre Patch Adams, está abriendo un camino en la medicina que es un verdadero ejemplo a seguir,
enseñándonos a usar los recursos innatos con los que contamos.
(*) fuente: diario Uno.
* Silvia Martinica dirige la consultora en comunicaciones Wom-Ar
Otros artículos de Silvia Martinica:
El Maravilloso Vínculo Humano con el
Poder
Gloria, temor y encuentro con el poder
Ser apasionados es reencontrar a cada momento el gozo
y la plenitud de vida
La pandemia trajo cambios de hábitos contundentes en los consumidores, principalmente a raíz de estrictas restricciones de movilidad Hubo …
Seguir leyendo //Con la Navidad en puerta, todo el mundo se prepara para el gran día Teniendo en cuenta que las …
Seguir leyendo //Molinos Río de la Plata apoya sus planes de crecimiento y transformación digital con tecnología SAP La reconocida compañía …
Seguir leyendo //La industria del software vivió su jornada de celebración en la 16ta edición de los Premios Sadosky, la iniciativa …
Seguir leyendo //