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Seguir leyendo //En mayo hubo una jornada de especial celebración en Da Vinci, fue el Día del Comic. En el auditorio de Da Vinci, se contó con la presencia de tres de los más destacados historietistas de la Argentina: Salvador Sanz (43), Luciano Vecchio (36) y Enrique Alcatena (61), quienes brindaron una conferencia que los llevó de los inicios de su carrera a la actualidad y su forma de encarar trabajos nacionales e internacionales.
En una charla moderada por el coordinador del curso de formación profesional de Realización Integral de Cómics, Leandro Caballero, la charla ingresó de lleno en la infancia de sus protagonistas. “De chico, y cuando estaba de vacaciones, leía las historias de Batman y Robin luchando contra vampiros. ‘Cuando sea grande, quiero hacer esto’, me dije”, comenzó Vecchio.
El artista freelance alterna trabajos para las famosas editoriales Marvel y DC (Wonder Woman, Spider-Man y Batman están entre sus ilustraciones), pero tiene ofertas propias como Sereno, historieta publicada tanto en papel como en la web (a través de Tótem Cómics). Además, está preparando cuentos de niños donde narra el origen de los supervillanos, y milita en el colectivo LGBT para alcanzar la equidad de género a través del arte.
Vecchio explicó: “Incluso antes de escribir, doblaba hojas de oficio, las abrochaba y las llenaba de dibujos”. Y completó: “Estudié Diseño Gráfico, pero en realidad no quería. Luego, surgieron pequeños trabajos y me di cuenta de que podía hacer esto. A los 19, lo decidí con firmeza y me dediqué al oficio. La primera historieta que me publicaron fue en una editorial independiente de Estados Unidos. Fueron cuatro años de trabajo ininterrumpido y eso me ‘pagó’ la universidad”.
Sanz lo complementó: “Me gustaba mucho dibujar. Fui a un taller del barrio y me recomendaron ir a una escuela de Bellas Artes. Allí conocí a muchos chicos entusiasmados con los cómics. Julio Zamora hizo un fanzine a principios de los 90 y empezamos a autoeditarnos”.
Otro acuerdo fue el de la manera de trabajar, donde la música de los Beatles, la radio, las series, el silencio o hasta “el café y los cigarrillos” (Alcatena dixit) les resultan esenciales, si bien lo atenúan en los ratos de mayor concentración. Y, como momento de labor, la noche fue compartida por Alcatena y Sanz debido a su “encanto” y por representar un “tiempo propio”, aunque con el riesgo de “no responder bien” al día siguiente.
En cuanto a sus herramientas, Vecchio utiliza la pantalla interactiva Wacom Cintiq, la lapicera y el coloreado digital (“no sé de pinceles”); y Sanz maniobra con el lápiz, el pincel recargable y la birome blanca (“soy un 80% analógico”). Por su parte, Alcatena afirmó: “Antes era más fetichista, pero todo sirve”.
La charla no dejó afuera a los referentes de cada uno: Vecchio señaló a la fallecida escritora nacional Liliana Bodoc junto al dibujante español Juan Luis García López; Sanz dijo ser “poco fiel” a sus modelos, pero rescató al novelista de ciencia ficción Philip K. Dick; y Alcatena no dudó en elegir al artista estadounidense Carmine Infantino. Además, revelaron sus personajes preferidos: Wonder Woman, El Eternauta y el Detective Marciano, respectivamente.
Por último, las preguntas giraron en torno al fanatismo que despiertan en sus lectores, que les han regalado desde tatuajes y fan art (homenajes a sus ilustraciones) hasta cosplay. Vecchio aseguró: “Me da pudor, es una responsabilidad muy grande. Pero es cierto que es una retribución muy bonita; yo también hago fan arts”. Alcatena contó: “Un chico hizo un cuaderno con todos los personajes y me lo regaló. Yo no busco el efecto, pero estas cosas pasan si querés lo que hacés y estás dando siempre, más allá de lo que cobres”.
El epílogo fue para las preguntas del público, que se interesó en las habilidades imprescindibles para acceder al mundo de los cómics y en las posibilidades de trabajo. Por un lado, Vecchio argumentó que saber inglés y “compartir tu obra” es esencial. Por otro, los artistas explicaron que siempre habrá rechazos, aun en la vida profesional, pero advirtieron que es central la autocrítica y que “nunca ya que rendirse”.
“Para mí, la historieta significó el vehículo perfecto entre literatura, cine y narración”, afirmó el ilustrador y guionistas de trabajos como Legión, Angela Della Morte, y El Esqueleto. De pasado en la revista Fierro, Sanz ha colaborado con la Escuela en algunos de sus talleres, así como en las presentaciones de la Comic Con.
“Llegué al profesionalismo casi a los 30 años. Mi primer cómic fue de ciencia ficción y en Bastión Cómics”, recordó el también ilustrador del cuento EL merodeador de las tinieblas, de H.P. Lovecraft, y cuyos trabajos han sido editados tanto en la Argentina (OVNI Press se encargó de los últimos) como en Brasil, Estados Unidos y Europa.
Alcatena, de aprendizaje autodidacta, intervino: “Mi pasión también surgió en la infancia, con los superhéroes, y nunca tuve dudas. En la secundaria me la pasé dibujando. Hoy hay un sentido de pertenencia que no había en mi época: era el único que compraba cómics”, rememoró.
Mejor conocido como Quique, el historietista pasó por las míticas revistas Pif Paf, Anteojito y Skorpio, y entre sus trabajos se destacan La fortaleza móvil, Acero líquido, Travesía por el laberinto y Barlovento. También trabajó en la Editorial Columba y en múltiples editoriales europeas (Fleetway, Eura/Aurea y Penguin India, entre otras). Llegó a Marvel y DC entre fines de los 80 y comienzos de los 90, con dibujos de Batman, Superman, Linterna Verde y los X-Men. Recientemente, ha colaborado con Sanz.
“De chico hacía historias cortas, pero con muchos personajes. Mi primera publicación profesional, Bushido, fue con guion propio. Era una historia de samuráis para la revista Skorpio. Primero viene la historia, después los dibujos. Luego, aprendés a ser exigente con vos mismo”, comentó Alcatena.
Los tres artistas coincidieron en tener tratos vía mail y “cordiales” con sus respectivos editores, así como en que no hay períodos de demasiada pausa en lo que hacen. Aun así, Quique avisó: “Una cosa es el trato con las nuevas editoriales, porque somos pares. Con las grandes, es un negocio. Así que nunca hay que pensar en que alguien te debe algo”.
“En general, los guionistas saben qué pedirte, pero deben entender que el dibujante no es una extensión de su persona. Esto es un trabajo en equipo”, puntualizó Alcatena. Y añadió: “Hoy día, hay que impresionar de entrada. La muestra tiene que ser lo mejor que podés dar”. Sanz concluyó: “En algún lado está el editor de lo que hacemos”.
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