El asombro del mundo cabe en una pastilla de silicio

La mirada de un
periodista que tecleó desde una Sinclair hasta un Pentium


Jorge Manuel Iglesias, maestro de periodistas -corresponsal del diario
El Mundo, en la Guerra de Vietnam-, que sigue atentamente las páginas de Portinos nos envió una semblanza conmovedora luego de haber
leído nuestro informe de la semana anterior, dedicado exclusivamente a las novedades en microprocesadores presentadas por Intel.

Jorge Manuel Iglesias escribió así:

En tu última edición de Portinos, que siempre leo con verdadero placer, volvía a asombrarme (capacidad que espero no perder nunca) con
la información y tu comentario sobre los 582 millones de transistores que caben en la nueva pastilla de Intel: Quad Core.

Para un dinosaurio como yo, de 76 pirulos, es una cifra difícil de asimilar en un procesador y no pude menos que recordar a mi primera
Spectrum con nada menos que 2 K de memoria (de fabricación brasileña, dicho así reservadamente), con la que incluso no solamente
podíamos jugar con mi hija, sino hasta utilizar un rudimentario procesador de textos.

Esa fabulosa máquina duró poco, ya que al poco tiempo pude acceder a otra Spectrum alucinante: la de 8 K que fue muy rápidamente
reemplazada por la de 16 K que duró un poquito más. Recordá que este modelo llegó a fabricarse en nuestro país

Pero el incansable genio del señor Sinclair -que por algo la reina Isabel lo consagró Sir del imperio, como a los Beatles, aunque
injustamente el mundo informático ya no lo recuerda- no se daba un minuto de reposo y no hubo que esperar demasiado para acceder a la
Spectrum de 24 K y saltar de ahí a la de 48 K que sí duró bastante, compitiendo con la Commodore norteamericana.

Como uno no sabía con cual quedarse, opté por tener las dos (lujos que uno podía darse entonces).

Y cual no sería mi asombro al comprobar que se venían las de 128 K en las dos marcas. Tampoco pude resistir la tentación de tener las
dos, aunque la Spectrum 128 que había conseguido era mas inglesa que Shakespeare? ¡un verdadero maquinón!.

Con estas máquinas hice de todo y hasta llegué a programar en BASIC: llegué a tipear un sistema planetario con movimiento, sonidos y
todo.

Hoy no hay nada mas normal (y ya casi antiguados) que los discos rígidos y las lectoras de CD y DVD mas una grabadora, pero entonces
se usaban casetes a cinta.

Sin embargo, con la Spectrum llegué a darme el lujo de tener una disquetera de 3½. Todavía la conservo, junto con la de 48 K y toda
una caja de disquetes y una valija llena de casetes de cinta con programas que de vez en cuando hago funcionar para alimentar la
nostalgia.

Un recuerdo lleva a otro y hoy, en la era de Internet, del mail, el chat y todas estas cosas, no puedo menor que rememorar cuando
llegué a Vietnam, solito mi alma y descubrí que no tenía como mandar rápidamente información al viejo diario El Mundo: en el correo de
Saigón no tenían ni idea que esa eso de Buenos Aires-Argentina: ?No se preocupe: se los mandamos a Londres y desde allí seguramente
saben como? ? me decía un empleado.

El sistema para enviar las fotos era el avión (los únicos que volaban a Vietnam eran los militares y alguno que otro civil, aunque
ninguna a y desde este bendido lugar de Sudamérica) o la radiofoto, descomunal artefacto de por medio.

Las únicas que tenían radio eran las agencias noticiosas y no me lo prestaban ni por casualidad. Síntesis, convine que hacía todas las
notas juntas cuando volviera a Baires? si volvía.

Y así fue. En el camino perdí muchas fotos porque las de color, tomadas con Ilford, tenía que mandarlas a revelar a Londres y algunos
rollos se perdieron. ¿Puede un cronista de hoy imaginar semejantes cosas?.

De ahí el asombro por el nuevo procesador de Intel, asombro que incluso en mi caso es frustración, porque gracias a la jubilación hace
muchos años que dejé de pensar en renovar cada año la computadora, como lo hacía antes, y debo conformarme (tal vez definitivamente)
con mi poderosa Intel III 800, sin DVD ni chiche de ningún tipo, de vez en cuando conectar al televisor la vieja Spectrum y ver como
pasa el tiempo, biológica y tecnológicamente, a una velocidad alucinante.

En realidad no veo un cuerno a la vela? ¡tecnológicamente estoy ciego!, como tantos otros millones de congéneres y, en una buena
medida, como el país. Así son las cosas Blanquito y después de leer Portinos da gracias a Dios que no te acuse de hacer terrorismo
informático. Te felicito, una vez mas. Un gran abrazo. Jorge M. Iglesias.

admin
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