La larga espera del gadget martillo, que permita dar en el clavo

Escribe Manuel Sabaríz Santos

La humanidad se distinguió rápidamente del resto de los
animales al disponer de una herramienta de la que no gozaba ningún otro animal: un cerebro grande y poderoso y la capacidad de
comunicación, el habla, que permitió intercambiar el conocimiento.

Fue así que, desde sus primeros pasos sobre el planeta, se empezó a diferenciar del resto de su entorno desarrollando tecnología.

Y eso venimos haciendo desde hace 150.000 años, fecha estimada de la aparición del Homo Sapiens -o sea nosotros-, sobre este planeta.

Básicamente el hombre logró supervivir gracias a su nueva capacidad de adaptarse al entorno y que consistía en modificar el entorno
para que se adapte al hombre.

Es eso consiste la tecnología y todo lo que nos rodea y nos permite vivir es tecnología, desde la cama en que dormimos, la ropa que
nos viste, los alimentos que comemos, cómo nos curamos, cómo estudiamos o cómo nos transportamos, todo es tecnología.

No se porqué y cómo, en los últimos tiempos, la informática logró robar esa maravillosa palabra para su exclusivo uso.

Da la sensación de que si algo no contiene un chip, no es tecnológico. Pero veamos, mis anteojos vienen sin chip ¿estaré en problemas?
Sin embargo ellos saben cuando deben oscurecerse o aclararse sin que ningún microprocesador se lo indique.

El martillo, para dar un ejemplo, es una maravillosa muestra de tecnología que funciona perfectamente.

Pero hagamos el experimento de tomar un martillo y ponerle un microprocesador,

Así que veamos: Toma el martillo y, claro, tiene que ?bootear? o sea iniciar sus programas, lo que le llevará unos minutos. Si tenemos
la suerte de que no se ?cuelgue? algún proceso en el arranque en, digamos, cinco minutos estará listo para clavar.

Y no se ría de lo que acabo de decir, ¿Cuánto tarda en poder usar su celular desde el momento en que lo enciende? ¿Y cuanto tiene que
esperar con el teléfono fijo desde que lo conecta a la línea para hacer una llamada?

Lo tomamos, apuntamos al clavo y aparece un cartel que dice ?¿Esta dispuesto a golpear el clavo? Y nos da tres opciones ?Aceptar?,
?Cancelar? y ¡¡¡¿¿¿?Reintentar????!!!

Marcamos en aceptar y sale el martillazo al clavo, lástima que con tanta demora ya nos habíamos desconcentrado así que hacemos un
blanco pleno en el dedo pulgar.

Mientras recordamos a los antepasados de Matusalén a viva voz, aparece que otro cartel que dice, ?Ha fallado en dar en el clavo ¿Qué
desea hacer?? Y ofrece las consabidas tres opciones ?Aceptar?, ?Cancelar? y ?Reintentar?.

Nada más inútil que lo que acabo de describir, acabamos de arruinar algo que funcionaba.

Esta tendencia de incorporar chips con ?fórceps? a cosas que andaban razonablemente bien está instalada a fuerza de incorporar
?Gadgets? o nuevas funciones que casi nadie entiende y menos aún las usa.

El tema es que tiremos lo viejo y compremos lo nuevo, sin tomarnos el tiempo adecuado para pensar si lo necesitamos.
Se supone que la tecnología, cualquiera sea ella, nos debe facilitar la vida. Y ese debe ser un principio claro que rija a la hora de
ver si la incorporamos a nuestra vida o no.

Por ejemplo, es una maravillosa tecnología la del parapente: han logrado hacer un paracaídas que se maneja como un planeador.

Pero por eso Ud. no sale corriendo a comprarse uno, ponérselo y tirarse del la terraza de su edificio ¿no? ¡Y menos mal!, me permito
acotar. Estar seis meses con yeso hasta el cuello, a pesar de ser otra tecnología extraordinaria, no es muy cómodo.

Otro caso, necesita cambiar su celular porque se lo olvidó en el bolsillo del pantalón y su esposa lo pasó por el lavarropas. Bien, el
vendedor le ofrece uno con una libreta de direcciones para 4.500 contactos, MP3, Java, tonos polifónicos, SMS, WAP, cámara de fotos de
2,3 Mega-pixels, Bluetooth, USB y WiFi.

Desde ya que no entendió nada, pero lo peor es que Ud. tiene las direcciones y teléfonos anotados en un papel que guarda prolijamente
en su zapato derecho, al mejor estilo de Minguito Tinguitella y, además, con el teléfono que tenía le llevó 5 días encontrar la tecla
para encenderlo.

¿Ve el punto? Esta tirando el dinero, comprando algo que en el mejor de los casos no va a usar y encima se va sentir como si fuera un
tonto por no saber utilizarlo y debo aclarar que no saber usar algo que no se necesita no es de tontos, es de inteligentes.

El peor de los casos es aquel que sin necesitarlo se compra los artilugios y pasa semanas en aprender a usarlo para luego empezar a
hacer cosas que no necesita y que le hacen perder el tiempo. ¡El colmo de la futilidad!

Así que siguiendo la simple regla de interrogarse ¿me facilita la vida? se librará de un montón de problemas y, el bolsillo,
agradecido.

Lo que si le recomiendo es que disfrute de la tecnología que utiliza todos los días y a la que la mayor parte de la humanidad no
puede acceder.

Abrir una canilla y que salga agua, es algo maravilloso. Mover un interruptor y que se encienda una luz clara y brillante es casi un
milagro. Viajar en un automóvil y no en un carro empujado por caballos que nos recrean con sus maravillosos olores, es una bendición.

Así que no crea que la tecnología no es para Ud., vive rodeado de ella y muy mal no le va ¿no?

Hasta la próxima. msabariz@yahoo.com