La fiesta inolvidable

Un matiz -digamos risueño- tuvo la reunión en uno de los meandros del Buenos Aires Design Center. Fue
en el costado donde está el Hard Rock Café elegido por Microsoft para hacer un aparte para transmitir al periodismo cuán bien marchan sus negocios.

Hacía tiempo que no pasaba por allí y ciertamenet que no es lo mismo el clima de la mañana o el mediodía, en que se entremezclan
almuerzos de negocios y paradas ocasionales, al funambulesco de la noche.

Otrora, pasado el after hours, todas las noches había buenas bandas podigándose (o no) desde un miniescenario presidido por un vitraux
en el que The Beatles y Rolling Stones actúan juntos.

Es un sitio donde es posible hallar una guitarra firmada por Eric Clapton u otra por Robert Zimmerman, entre decenas de iconos del
hard rock. Un lugar adonde va gente muy fashion, muy famosa y otra como uno, que bien desea al menos tocarlas con los ojos, sentir su
aroma (algunas veces, claro…).

Sigue imperando la típica comida norteamericana con cebollas fritas, bocaditos, bebida cola suelta y mucho hielo. Mesas apretujadas,
como para que, como en la noche, uno se codee con vecinos famosos, sin limites de contención.

Y hablando de comidas, uno de los mozos, acaso escapado de La fiesta inolvidable, hizo de las suyas
tomando pedidos en voz alta y volcando platos, mientras Ripoll casi debía pedirle permiso para dar su charla.

El punto alto de nuestro émulo de Peter Sellers devino tras planear un pollo grillado por la cabeza de Erika Szocs, Paula Scordo, este
cronista y finalmente dejar caer el pote de salsa en el bolsillo del traje azul de Javier Bártoli.

No vi muy feliz al gerente de comunicaciones de Microsoft, quien declinó usar los paños quitamanchas que trajo el gentil mozo -porque
predisposición no le faltaba, doy fe- y comentó que, oportunamente pasaría la cuenta de tintorería. Eso sí: hacer nuevas reuniones
allí, está por ahora en veremos…

Microsoft crece en las PyMEs
argentinas

La fiesta inolvidable (la
película)