Sólo 1 de cada 4 mujeres consigue un empleo de calidad

Acentuada
disparidad contractual respecto de los hombres



Es conocido que las escasas oportunidades de inserción laboral explican
la mayor parte de los problemas de marginalidad social. No tan difundidos son los problemas que tienen las mujeres para conseguir un
empleo de buena calidad. Entre los varones en edad activa, casi el 46% consigue un empleo como asalariado registrado, patrón o
profesional independiente, mientras que entre las mujeres esta proporción es apenas del 27%.

La relación que existe entre problemas laborales y problemas sociales es muy alta, dice IDESA entre las conclusiones del estudio que
aquí reproducimos. Los datos del INDEC sobre situación laboral y social de la población en edad entre 25 y 65 años son muy
ilustrativos en este sentido. La tasa de incidencia de la pobreza entre las personas que trabajaban como asalariados registrados,
patrones o profesionales independientes es de 12%. Por el contrario, entre quienes tienen mayores dificultades de inserción laboral,
ya sea como desocupados, cuentapropistas no profesionales, asalariados ?en negro?, o directamente, se declaran inactivos, la
incidencia de la pobreza llega al 46%.

Los datos del INDEC también muestran que la distribución de las oportunidades laborales entre el hombre y la mujer es muy desigual. En
un análisis desagregado se encuentra que:

· El 46% de los varones consigue un empleo de razonable calidad mientras que esta proporción es del 27% para las mujeres en edad
activa. La diferencia se explica por el empleo asalariado registrado que es de 37% para los varones y 23% para las mujeres.

· Entre el 54% de varones con dificultades de inserción laboral se destacan los asalariados ?en negro? (21%), los cuentapropistas no
profesionales (17%) y, en menor proporción, los desempleados y los inactivos (9% y 7% respectivamente).

· En cambio, en el 73% de las mujeres con dificultades laborales, el empleo no registrado y el cuentapropismo es más bajo que en los
hombres (17% y 8%) pero el desempleo llega a 13%. Sin embargo, lo que prevalece son las mujeres inactivas, que representan el 35% del
total de mujeres entre 25 y 65 años de edad.

Una tendencia casi universal es la creciente incorporación de la mujer en el mercado laboral. En los países desarrollados el fenómeno
ha sido particularmente intenso. Los casos mas notables son los países escandinavos (Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca) donde,
entre los mayores de 25 años, la diferencia es cada vez menor. La participación masculina en la fuerza laboral ronda el 90% y la de la
mujer el 84%.

En los países avanzados, la creciente incorporación de la mujer al mercado de trabajo está asociada a una utilización plena de todo su
potencial productivo. También tiene una connotación muy importante relacionada con la equidad. En otras palabras, el proceso de
desarrollo involucra no solo aumentos en los niveles de bienestar sino también un trato más justo e igualitario entre el hombre y la
mujer.

Como tendencia estructural, la Argentina no escapa al fenómeno de una creciente incorporación de la mujer al mercado laboral. Sin
embargo, el deficiente funcionamiento del mercado de trabajo ha puesto límites muy restrictivos a este proceso. Para las mujeres son
escasas las oportunidades de inserción laboral y aunque los niveles educativos entre la población urbana son similares al de los
hombres (en rigor, hay menos mujeres con secundaria incompleta y más con educación superior), es notable cómo los hombres desplazan a
la mujer de las oportunidades laborales.

El fenómeno se presenta de manera bastante solapada ya que no se tratan de diferencias extremas en las tasa de desempleo entre el
hombre y la mujer, sino fundamentalmente en una muy desigual tasa de participación laboral. Aunque hay otros factores, el hecho de que
el 35% de las mujeres en edad de trabajar se declaren inactivas encubre, en gran parte, las graves distorsiones que sufre el mercado
de trabajo argentino y cómo la legislación castiga con mayor intensidad a las mujeres.

La modernidad y la equidad no es compatible con una proporción tan alta de mujeres a las que se les cercena el derecho de ser
artífices directas de su propio bienestar. Una condición básica para revertir este fenómeno es repensar las instituciones económicas y
laborales en función de promover una masiva generación de empleos de calidad. En paralelo, revisar aspectos más específicos de la
legislación laboral y de la seguridad social, teniendo en cuenta la perspectiva de la mujer. Por ejemplo, la mayoría de las mujeres de
baja calificación trabajan en el servicio doméstico, un área donde se producen diferencias irritantes con relación el régimen general
de proteccion para el resto de los trabajadores.

Ver IDESA
Incluso puede requerir el informe completo en formato word:info@idesa.org

admin
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