Trabajar desde casa requiere disciplina de hábitos, horarios, tener buena conexión de Internet y hacerlo desde un espacio propio para el home office, tomarse el tiempo para hacer un balance de cómo hacemos las cosas y, fundamental, también darse lugar a gozar de tiempos libres. El siguiente heptálogo lo refiere con detalle:
Disciplina y hábitos. El trabajo desde casa permite mayores libertades que el presencial en una empresa. Pero es recomendable que se afronte con los mismos hábitos que se afronta una actividad fuera del domicilio. Es decir, puede parecer muy cómodo ponerse a trabajar en pijama y con bata, pero lo ideal es que uno se arregle como si fuera a desplazarse hasta la empresa o compañías para las que trabaja. Tal vez sobren las corbatas o algunos accesorios diversos, pero ducharse, vestirse y desayunar antes de afrontar la tarea generará una mayor predisposición profesional.
Espacio propio. Esta segunda clave dependerá de las dimensiones de la vivienda de cada uno, pero no parece muy productivo afrontar la tarea diaria desde la cama del dormitorio o sobre la mesa del comedor. Si se dispone de alguna habitación extra será más fácil crear un espacio propio o una pequeña oficina que sea lo más cómoda y privada posible. Hay que tener en cuenta que en ese espacio se van a pasar un buen número de horas y ese lugar permitirá que uno evite distracciones particulares que repercutan en la labor diaria.
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Horarios estables. El trabajo desde casa no obliga, en un principio, a fichar en la empresa para la que se trabaja. Sin embargo, la disciplina también se impone en cuanto a la hora del inicio de trabajo, ya que será crucial para poder planificar con antelación las tareas y gestiones que se deben encarar cada día. Cualquier relajación en los horarios puede suponer una pérdida de productividad, por mucha pereza que pueda uno tener antes de ponerse manos a la obra. Lo mismo ocurre cuando el trabajador debe terminar su actividad diaria y, de esta manera, evitar en incurrir en muchas más horas dedicadas al trabajo que si se desplazarse hasta la oficina o empresa.
Franja horaria. Cada uno debe evaluar el mejor momento para iniciar la actividad laboral desde casa, aunque también puede depender de factores externos (diferencias horarias con la empresas o compañías para las que se trabaja). Hay que ser conscientes de cuándo se es más productivo para afrontar las tareas laborales.
Mantenerse conectado. El trabajo desde casa puede generar la sensación de soledad y de desconexión con el resto del mundo, incluso con las personas o empresas con las que se trabaje. Las actuales tecnologías permiten evitar dicha sensación y se puede estar en contacto, aunque sea desde la distancia, con los colaboradores o empresas para y con las que se trabaja. Como en el caso anterior, es clave mantener unos horarios fijos o previstos para mantener determinadas conexiones o comunicaciones.
Tiempos libres. El trabajo desde casa puede resultar muy absorbente, ya que parece que la disponibilidad es permanente. Sin embargo, es necesario tomarse los descansos necesarios, tanto a lo largo de la jornada fijada como en los días en los que uno puede dedicarse a otras actividades más familiares que permitan la desconexión necesaria con las tareas laborales diarias.
Análisis de la actividad. Una vez que un trabajador ha optado por realizar su trabajo desde casa se impone la necesaria evaluación del mismo de una manera periódica (semanal, mensual o trimestral). Esta última clave es esencial para detectar tanto las carencias como los logros de la actividad realizada y así poder corregir o potenciar las potenciales debilidades en las que se ha incurrido.