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Seguir leyendo //Buenos Aires fue escenario privilegiado de la competencia de Roborace, la vertiente más autónoma del campeonato de la flamante Fórmula E, un desafío de inteligencia en el que todos tienen el mismo auto, aunque sin conductor visible en la cabina; un auto robot, los DevBots que interactúan entre sí a la vez que luchan por superar al otro rodado.
En Buenos Aires y por primera vez en el mundo dos vehículos autónomos corrieron en simultáneo, comprobando poderío y acierto del desplazamiento sin conductor. La competencia fue hace un mes en el marco de la gran carrera de autos eléctricos en Puerto Madero y volvemos hoy nuestra mirada a Roborace para poner de relieve la importancia tecnológica que adquiere la creación de este tipo de vehículos y resaltar el futuro que están construyendo.
Parecería un contrasentido valorar autos sin conductores, en un país que ha tenido y tiene genios del automovilismo, desde Juan Manuel Fangio, los hermanos Oscar y Alfredo Galvez, Carlos Reuteman y nuestro contemporáneo José María “Pechito” López. Pero precisamente por eso Buenos Aires fue elegida como escenario por la pasión argentina por el automovilismo.
Roborace es un auto eléctrico que no contamina con gases ni tampoco con ruidos -aunque acaso sea lo que más extrañan los amantes del automovilismo-. Es un móvil que vuela silencioso y el placer es verlo.
Roborace es un desarrollo actualmente en su etapa beta en la que está reuniendo toda la información necesaria para la próxima generación de vehículos eléctricos y autónomos que circularán por las calles del mundo.
Es el primer coche de carreras eléctrico sin conductor del mundo. Diseñado por Daniel Simon, conocido por su trabajo en fenómenos de ficción científica como Tron: Legacy, Oblivion y Captain America.
No es meramente una computadora con ruedas, sino una obra de arte con chips procesando mil millones de operaciones por segundo. Una obra de arte porque el diseño de Daniel Simon impacta por sus líneas.
El auto diseñado por Daniel Simon fue tomando forma al tiempo que era exigentemente testeado en el tunel de viento y los laboratorios de la escudería Williams
El vehículo fue pasando pruebas de desempeño en distintos ambientes, en pistas mojadas, secas, invadidas por la niebla y en todas fue superando los desafíos con notable precisión.
Como tal Roborace, además de ser una competencia de conducción autónoma, proporciona una plataforma para la tecnología más innovadora del mundo y para que las empresas de automoción puedan probar y explorar sus capacidades de hardware y software con el fin de acelerar la velocidad de llegada al mercado de la conducción autónoma.
Este bello ingenio computacional con ruedas debía tener, además de la inestimable fortaleza de sus chips, buenas ruedas, como las especialmente diseñadas por Michelin, probando las que luego saldrán a las calles.
En esta carrera los neumáticos son fundamentales ya que deben responder a las exigencias de velocidad y distintos suelos. El CEO de Roborace, Denis Sverdlov, destacó precisamente ese punto:
Somos muy afortunados “de tener a Michelin como proveedor, debido a su compromiso con la seguridad y la innovación, además de la forma en que nos inspiramos mutuamente para diseñar las mejores soluciones posibles, hacen de esta la asociación perfecta. La realidad es que esperamos que nuestros socios sean audaces y crean en un futuro de movilidad autónoma en el que nuestras ciudades sean más verdes, más seguras, más silenciosas y más inteligentes para que mejoren la vida cotidiana.”
Hoy los autos eléctricos tienen baterías enormes que constituyen el peso principal del rodado. Los diseñadores proyectan que en un año habrá baterías que serán la mitad del tamaño y peso actual, con mayor potencia y carga ultrarápida. Todo un gran testeo para cuando esos vehículos salgan al mercado en un par de años.
Entretanto los testeos y la gran prueba tuvo por marco a la Ciudad de Buenos Aires, el sábado 18 de febrero.
En paralelo a los vehículos absolutamente autónomo se desarrollaron también las DevBot -con cabina para conductor- un modo de tener en el vehículo a un piloto, capaz de tomar el control, al tiempo que desde una central se monitorean permanentemente las emociones por las cuales va pasando esa persona, para así incorporar al banco de conocimiento de esos autos.
Cuando señalamos la importancia de esta competencia, estamos poniendo de relieve que es la avanzada de una serie de iniciativas en las que se armonizan soluciones del Internet de las Cosas (IoT) en la que se empaquetan y combinan aplicaciones adaptables, aplicativos de big data y elementos de conectividad avanzados.
Estas innovaciones aportan capacidades que abarcan a múltiples industrias y líneas de negocios además de funcionalidades que comprenden el aprovechamiento de la infraestructura, los productos y los activos conectados, así como de aquellas redes interactivas que involucran flotillas de vehículos, mercados y personas.
Muchos de los autos que en un lustro estarán desplazándose por las calles, avenidas y autopistas del mundo estarán basados en experiencias surgidas de vehículos como estos que en febrero ganaron las calles de Buenos Aires, en ese costado verde de Puerto Madero.
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