¿Sabías que las tortugas no siempre pudieron esconder su cabeza en la caparazón?

Evolución, adaptación y divergencia de especies: ¿Sabías que las tortugas no siempre tuvieron la habilidad de esconder su cabeza dentro del caparazón? Científicos argentinos encabezados por el paleontólogo Sebastián Apesteguía hicieron ese descubrimiento en territorio de Río Negro. Es la primera vez en la historia que se recupera un cuerpo de cráneo de una de las primeras tortugas de laguna. El hallazgo sucedió a comienzos de este año, justo previo al aislamiento obligatorio. Se debe a una nueva especie de tortuga de cuello largo que vivió hace 95 millones de años, que no escondía totalmente la cabeza en plena época de los dinosaurios. El doctor Sebastián Apesteguía (foto), docente de Herpetología y Paleontología de la Universidad CAECE, lo explica así:


Las especies que habitan el planeta han mutado a lo largo de la historia. Estas modificaciones no suelen ser tan evidentes. Para comprender la biodiversidad actual, es importante que nos enfoquemos en la filogenia, la relación entre las especies, no sólo desde el presente, sino también desde el pasado. De este modo, podremos conocer las historias detrás de cada grupo, de dónde vienen, cuáles son sus ancestros y qué están representando.

Sebastián Apesteguía

Recientemente, junto a un grupo de colegas del CONICET publicamos un artículo sobre uno de los hallazgos que logramos encontrar en La Buitrera, Río Negro. Se trata del primer cráneo completo de una nueva especie de tortuga de cuello largo a la que nombramos Prochelidella buitreraensis.

Las tortugas son un conocido grupo de reptiles que se originaron entre mediados y fines del Triásico, junto con los cocodrilos, los lagartos, los dinosaurios y los mamíferos. Las primeras ya se mostraban acorazadas y sin dientes y no conocemos mucho acerca de cuál grupo de reptiles fue el que les dio origen. Sin embargo, desde aquellas primeras tortugas, mucho han cambiado y muchos grupos de tortugas existieron, algunos completamente extintos ya, y otros con descendencia en la actualidad.

Tuvimos la oportunidad de hallar y estudiar un cráneo muy completo, el mejor preservado mundialmente para una tortuga quélida del Cretácico, junto con varios otros huesos y partes de caparazón. Su tamaño es de unos 30 centímetros de largo, pero su antigüedad ronda los 95 millones de años. Se trata de un hallazgo inusual, ya que cuando las tortugas mueren y su cuerpo se descompone, la cabeza suele ser llevada por el agua y se pierde.

Prochelidella buitreraensis

Aunque las tortugas siempre tuvieron coraza, no siempre tuvieron la habilidad de esconder su cabeza dentro del caparazón. Este raro atributo que se originó en algún momento del Jurásico, lo tienen las criptodiras, mientras que las tortugas de laguna o pleurodiras, lo esconden hacia el costado del caparazón. La anatomía de nuestra pleurodira Prochelidella buitreraensis nos brinda información acerca de cómo evolucionó el cráneo de estas tortugas a lo largo de los últimos 100 millones de años.

Si bien en La Buitrera se vienen estudiando restos de tortuga desde 1999, recién en las últimas campañas apareció por vez primera este hallazgo de una tortuga con cráneo. Esta increíble localidad fosilífera ha provisto una gran cantidad de hallazgos completamente nuevos como dinosaurios carnívoros del grupo de los velocirraptores (Buitreraptor), cuello-largos (Cathartesaura), cocodrilos omnívoros a herbívoros con hocico de zorro (Araripesuchus buitreraensis), reptiles esfenodontes herbívoros (Priosphenodon), lagartijas, serpientes con patas (Najash), mamíferos driolestoideos de hocico largo (Cronopio), tortugas y peces pulmonados o dipnoos.

Otro descubrimiento reciente también fueron los grandes esfenodontes herbívoros, como el Priosphenodon avelasi, de un metro y medio de longitud, que convivieron con estas tortugas. Si bien en los reptiles los dientes se reemplazan innumerables veces y – aunque los dientes de los herbívoros pueden adquirir diversas formas- en estructura no difieren demasiado de los de los carnívoros, se descubrió que en Priosphenodon los dientes no se reemplazan, solo se van sumando nuevos al extremo posterior de la mandíbula cuando esta va creciendo.

Es así como la paleontología nos brinda herramientas para saber más acerca de cómo las especies fueron cambiando y, en ocasiones, también nos permite inferir el por qué. Este campo requiere de un trabajo interdisciplinar, en el que intervienen biólogos, icnólogos, geólogos y muchos otros profesionales que trabajan para interpretar los nuevos descubrimientos. Estos nos permiten conocer más acerca de nuestro planeta y la adaptación de las especies en el pasado y el presente, incluida la especie humana.

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Columnista
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