De Domingo a Domingo, la columna de análisis político de Hugo E
Grimaldi*
Balas que pican cerca: un obispo, Petrobras y Burns crucificados por Kirchner; Greco y Skanska, no
existen, titula Hugo Grimaldi, director periodístico de la Agencia DyN, que dice así:
El Gobierno soportó a pie firme durante la semana disparos cruzados desde Río Gallegos, Río de Janeiro y Washington y también percibió
como las balas le picaban cada vez más cerca en los casos Greco y Skanska. En los tres primeros sucesos, las réplicas no se hicieron
esperar, pero en las otras dos más que sensibles situaciones cercanas a la corrupción se produjo una ostensible parálisis
gubernamental.
Lo que para Néstor Kirchner son ?presiones inaceptables? que hay que salir a desmoronar rápidamente con una activa ocupación de
tribunas, micrófonos y comunicados, algo que el Presidente ya tiene incorporado como un reflejo porque le molesta sobremanera que los
errores de su Administración salgan a la superficie, en los casos donde hay sospechas de dinero sucio en juego la estrategia fue a la
inversa: se convalidó un peligroso silencio de radio que, sin embargo, puede dejar en la opinión pública la sensación de que ?el que
calla, otorga?.
Desde el Sur, le llegó al Gobierno el primer mandoble. Más de cinco mil personas cubrieron once cuadras de la capital de Santa Cruz
para pedir una mejora salarial para estatales y docentes y sobre todo la puesta en régimen de los salarios básicos, única porción
sobre la que se hacen los descuentos de la seguridad social. Cosas de los alineamientos, lo que para los funcionarios de la ANSeS y
los abogados de la CGT son prácticas empresariales que hay que combatir, parece que a éstos no les importa que ocurra de modo
permanente en el estado santacruceño.
El Gobierno identificó como al único responsable de esa marcha al obispo local, Juan Carlos Romanín y contra él -sin nombrarlo-
cargó el Presidente, desencajado, desde el atril. Kirchner lo colocó en el índex expurgatorio y calificó la manifestación como una
?extorsión?. ¿Qué había planteado el sacerdote. Cuál fue su pecado? Solamente un reclamo de paz social, una pronta apertura al
diálogo, mientras que le pidió a los docentes que sigan con sus reclamos, pero en tono pacífico. Nada más.
En contrapartida, y también con menos humildad, ¿qué había dicho el ministro de Economía provincial, Juan Carlos Bontempo?: ?la
política de salarios la fijamos nosotros?. Ni rasgo de omnipotencia ni de inflexibilidad, la manifestación del ministro fue un tiro
por elevación a la Casa Rosada, del que el Presidente parece desentenderse, probablemente para que no se note que, como dice la
oposición provincial, la política de Santa Cruz se fija ?a control remoto? desde Buenos Aires.
Sin embargo, en esta oportunidad dicha afirmación tenía asidero, ya que todos los últimos conflictos de las provincias saltaron
después de que el Presidente -cosas de la instalación de imagen- le diera la venia al ministro de Educación, Daniel Filmus para que el
candidato porteño elevara el piso de remuneraciones para los docentes. Pero como el jueguito electoral salió mal y esto impulsó hacia
arriba todas las escalas, no sólo de ese gremio sino los reclamos del resto de los agentes de las administraciones públicas
provinciales, los santacruceños aprovecharon la volada.
El segundo chicotazo sonó en Brasil, de parte del titular de Petrobras, José Sergio Gabrielli. ?Creemos que el sistema de precios
(en la Argentina) no es un sistema que hoy estimule muchas inversiones?, dijo el ejecutivo, a quien se califica como un hombre
habitualmente introvertido y pensante, además de ser un íntimo del presidente Lula, quien le dio la misión de comandar una de las
naves-insignia brasileñas.
Pese a ello, el petrolero no hizo otra cosa que expresar de viva voz el pensamiento de buena parte de la comunidad de negocios de
la Argentina, sobre todo la del sector energético y puso el dedo en la llaga de un Gobierno que defiende en alimentos y combustibles
la potestad de tener precios diferenciales y menores fronteras adentro, aunque el mundo ande en otras cosas.
Además, Gabrielli mostró la soga en la casa del ahorcado, ya que recordó que las reservas de petróleo y gas son ?declinantes?, una
asignatura derivada de los congelamientos en la que el Gobierno no quiere asumir responsabilidades y señaló con un dejo burlón, casi
como el ABC de un negocio que los funcionarios argentinos se empeñan en desconocer, que ?eso significa que precisamos intensificar las
actividades exploratorias?.
En este caso, la réplica oficial estuvo a cargo del ministro de Planificación, Julio de Vido quien consideró la opinión del
ejecutivo como ?inapropiada?, a la vez que señaló que la Argentina ?de ninguna manera? le podría sugerir a Brasil una determinada
política de precios. El ministro también metió presión ya que, les advirtió, ?si (Petrobras) no hace las inversiones necesarias será
seriamente afectada en sus contratos?, una forma elegante de decirle a los brasileños que si no les gusta que se vayan.
Además, se usaron canales diplomáticos (?) para encauzar la protesta y aunque luego hubo una tibia aclaración de la empresa, lo
cierto es que lo dicho había sido dicho y que al Gobierno no le gustó nada porque esas declaraciones ponen en perspectiva las
dificultades que tiene la administración Kirchner para llevar adelante con mayor equilibrio su política energética. Tampoco hay que
dejar de considerar que Petrobras es una empresa emblemática de Brasil, hoy embarcada además en una dura competencia regional con la
venezolana PDVSA, a su vez notoriamente preferida por las autoridades argentinas.
La tercera detonación le explotó en la cara al embajador argentino en los Estados Unidos. Allí, José Octavio Bordón quien tuvo que
defender la potestad argentina de facilitarle una cancha de fútbol a Hugo Chávez para que disparara hace dos semanas contra el
devaluado George W.Bush. Azuzamiento para que Kirchner se defina o bien un cambio en la estrategia de quitarle protagonismo al
venezolano, lo cierto es que las declaraciones de Nicholas Burns, el número tres del Departamento de Estado exceden el medido tono que
mostró cuando pasó por Buenos Aires hace un mes.
Burns dijo que la Argentina no hizo lo ?correcto?, lo que motivó toda una respuesta formal y semántica del canciller Jorge Taiana y
duros conceptos de otros ministros, legisladores y lenguaraces cercanos al Gobierno más apasionados por destrozar a un resistido y
casi jubilado presidente que por clarificar la situación. En contrario, y esto lo explican los diplomáticos, en los Estados Unidos
tiene todavía muchísimo valor la jerarquía presidencial, lo que Chávez, desde la Argentina, no dejó de vulnerar. Ese valor, aún en el
caso de Bush, está por encima de las personas.
Sin embargo, para analizar la situación en su conjunto hay que reparar en la palabra ?coherencia?, que es lo que pidió el
funcionario estadounidense y a la que ninguna respuesta aludió. Lo que está solicitándole el resto del mundo a la Argentina es ?una
actitud lógica y consecuente con una posición anterior?, tal como lo marca el Diccionario.
Lo que en el fondo se le demanda es que reconozca un mal que afecta a toda la sociedad, mal que el Gobierno no logra encauzar y
estimula por su particular amor al cortoplacismo: terminar con el desapego a las normas y con la falta de reglas permanentes, lo que
invariablemente se traduce en promesas incumplidas, cada vez que cambia el viento.
No es nada más ni nada menos que lo que acaba de marcar el viceministro de Finanzas de Japón para Asuntos Internacionales, Hiroshi
Watanabe en relación a la permanente exhibición de reservas que hace el gobierno argentino y a las argucias que se utilizan para
saltar el monitoreo del odiado FMI, previsto para todos los países que no pueden (o no quieren) cancelar al contado su deuda con el
Club de París.
?Deberían honrar su deuda con esas crecientes reservas y avanzar en las negociaciones?, dijo el japonés, quien insistió sobre el
mismo tópico: ?la Argentina necesita seguir las reglas, no hay necesidad de un acuerdo que dé ventajas a ese país?, algo a lo también
se ha opuesto en la semana la mismísima Alemania.
Tanta enjundia para responder tiro por tiro no alcanzó, sin embargo, para disimular el mal humor que ha traído en el Gobierno que
hayan salido a la luz los pagos que se le iban a hacer al Grupo Greco y los retornos que encubrirían las facturas truchas que había
comprado la sueca Skanska. Para rebatir estos dos casos no hubo hasta ahora ni comunicados oficiales ni referencias de voceros, sino
más bien cierto activismo oficial para que la Justicia se serene y para que los medios no exageren los titulares, que hoy afectan a
las cúpulas de dos ministerios, a la Cámara de Diputados, al ente de control del gas y a empresas privadas.
Un legislador muy cercano a la Casa Rosada atribuyó la postura de silencio a que no se quieren agitar las aguas: ?Mientras esté Gran
Hermano??, ironizó.
La gravedad de las preferencias sociales que ensalzan a este programa como paradigma de la TV, se hizo mucho más patente en la
descarnada encuesta de una revista que reveló esta semana que el doble de gente conoce más al jefe de la barra brava de Boca, el aún
prófugo Rafael Di Zeo (84%), que a Daniel Filmus (42%). La diferencia no sería tan chocante si éste fuese solamente un candidato; lo
que ocurre es que Filmus es ministro y, nada menos, que de Educación.
En general, el desconocimiento de los ministros es abismal en la opinión pública. Sin reuniones de gabinete ni juego propio en las
posibilidades de abrirse a la prensa, el protagonismo durante todo el mandato ha sido monopolizado por Néstor Kirchner. Ahora, el
desafío es repechar la cuesta que construyó el propio Presidente, para lograr la instalación de su candidato.
¿Por qué aparece, entonces, el ministro de Salud, Ginés González García,