La pandemia trajo cambios de hábitos contundentes en los consumidores, principalmente a raíz de estrictas restricciones de movilidad Hubo …
Seguir leyendo //
Un boliche de
Barracas
El Viejo Vulcano, una esquinita de Barracas ?Bolívar e Ituzaingo-, en la que el tiempo parece retrasarse un
siglo. Suelo estacionar cerca del Viejo Vulcano, muy cerca de Parque Lezama, de modo que si dejó su auto en la calle no se preocupe,
hay un fiel cuidador atendiendo. La fama de sus pastas y la parrilla incitan a formar colas.
Buenos Aires tiene más de 3500 restaurantes y si se agregan bares y confiterías, que también sirven platos de comida, el número
supera los 8000 locales. Los hay de toda especialidad y categorías como en toda gran ciudad de nuestros días. Algunos son socialmente
tan empinados, que solo trasponer la puerta es presunción de opulencia; además de auténtico paladar negro. En otros la sencillez es
extrema, pero la calidez y sabores crean ese ambiente que los hace entrañable. Les hablaré aquí de uno de estos: El Viejo Vulcano, una
esquinita de Barracas ?Bolívar e Ituzaingo-, en la que el tiempo parece retrasarse un siglo.
Suelo estacionar cerca del Viejo Vulcano, muy cerca de Parque Lezama, de modo que si dejó su auto en la calle no se preocupe, hay un
fiel cuidador atendiendo. La fama de sus pastas y la parrilla incitan a formar colas.
La homeoffice está cerca y en las tardes la sombra en torno del Vulcano es apacible como para leer plenamente sumergido. Entre mesas
y sillas rústicas, entre paredes colmadas de recuerdos, rostros y dibujos célebres y entre tangos que se cuelan en el ir y venir de
gente que entra y sale, hay un espacio para los pequeños y acaso eternos momentos de felicidad personal.
Si alguno cree que el lugar no es todo lo empinado que puede suponerse, permítame referirle una anécdota que me contó días atrás
Marcelo San Pedro, director general de Epson para América del Sur: ?hace unos 20 años ?dijo- tuve que recibir en Buenos Aires al
entonces presidente de la empresa, Tsubaka Sumi, quien venia de hospedarse en el Ritz Hotel, de Paris, y estaba alojado aquí en el
Sheraton, de Retiro. Me dijo que hacía dos días que no probaba bocado y tenía mucho apetito; pero era ya muy tarde y no había buenos
restaurantes como para ir a cenar cualquiera sea la hora. Por entonces no existían lugares como Puerto Madero o el entorno de Recoleta
y ante las disculpas que le daba por no brindarle una cena adecuada, aceptó ir a un restaurante de la calle Viamonte, casi Leandro
Alem. Ya estábamos instalados y saboreaba una riquísima paella ?incluso me lo decía- y yo seguía ofreciéndole disculpas y entonces
Tsubaka fue sabiamente tranquilizador. Sabio, porque, trazando un amplio espacio con sus manos, puso una palma arriba y otra medio
metro por debajo y me dijo: mire, entre las dos o tres veces al año que como en el Ritz y ésta en este pintoresco lugar de Buenos
Aires, donde ?me reitero- la comida es muy rica, está el amplio espacio de mi felicidad y disfruto tanto de uno como de otro lugar?.
Yo disfruto cada instante a mi medida, si llego solo a El Viejo Vulcano, aprovecho para leer mi entrañable ejemplar de Adán
Buenosayres? O dialogo, dialogo. Allí suelo encontrarme con otro parroquiano, mi amigo Francisco. Mientras esperamos que caiga la
tarde hablamos largamente y vemos como Antonio y Andrea preparan las mesas para los comensales de la noche. El escenario está cargado
de historia natural; fue otrora fiambrería -en la época de la foto (viernes 5 de enero de 1934)- y luego dio paso a una fonda que
animó las horas de tipógrafos y mecánicos del barrio. No se prive de una mirada a los cuadros, a antiguas escenas y también a las
maquetas de otras esquinas no menos pintorescas del barrio de Barracas. Antonio y Andrea son la más nueva generación de animadores del
restaurante y también los gourmet que invitan a probar platos de exclusiva alcurnia de Barracas, su parrilla, sus ravioles y nadie
debería irse del Viejo Vulcano sin probar su panqueque de manzanas quemada al ron. Bien, no estarán en el Ritz. Tampoco en el no menos
pintoresco Siga la vaca, de Puerto Madero Sur. Estarán en una esquinita de Barracas que se conserva casi igual a la foto y será para
ese amplio espacio de la felicidad personal que sabremos darnos.
La pandemia trajo cambios de hábitos contundentes en los consumidores, principalmente a raíz de estrictas restricciones de movilidad Hubo …
Seguir leyendo //Con la Navidad en puerta, todo el mundo se prepara para el gran día Teniendo en cuenta que las …
Seguir leyendo //Molinos Río de la Plata apoya sus planes de crecimiento y transformación digital con tecnología SAP La reconocida compañía …
Seguir leyendo //La industria del software vivió su jornada de celebración en la 16ta edición de los Premios Sadosky, la iniciativa …
Seguir leyendo //