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Me dicen que me tire con fuerza contra la pendiente ¿Cómo?, si me aterra, si tengo el miedo
metido en el estómago y lo siento subir hasta la garganta con sólo pensarlo. Me pregunto por qué lo hago, cual es el sentido. Me
digo: no tengo ganas, no vale la pena, me puedo lastimar, estoy cómoda así.
Pero si no lo hago me siento mal de todas maneras.
Mi instructor de ski, Matías, me dice que frente a una pendiente tan pronunciada como ésta, lo que hay que hacer es arrojarse con
todas las fuerzas sobre el pie que apunta al valle y girar hacia adelante, deslizándonos directo hacia abajo. Según dice, esa es la
única forma de manejar la situación
Curiosamente cuando encaramos con todas nuestras fuerzas la pendiente, entonces allí es cuando dominamos los esquíes y los conducimos
hacia donde queremos ir y estamos a salvo.
Matías estaba en lo cierto, una vez que logré enfrentar y vencer el miedo me arrojé y los dominé por completo. Aunque antes de hacerlo
parecía imposible, mi naturaleza humana me llevaba a hacer justo lo contrario, oponer resistencia y empujarme hacia atrás. Pero de
esta forma sucede que la situación nos domina a nosotros.
Cuando esto me ocurrió me puse a pensar en las similitudes que existían entre esta experiencia deportiva y la vida. Las semejanzas
entre “la pendiente” y “lo pendiente”.
Lo pendiente en nuestra vida es algo que no hicimos, pero que siempre tuvimos ganas de hacer, por algo que aún está pendiente, es
decir esta activo y es una posibilidad no descartada. No esta olvidado o en la lista de cosas que jamás haremos. Es algo vigente y en
el algún lugar adentro nuestro guardamos las esperanzas.
Generalmente lo que tenemos pendiente puede tener distintos motivos para estarlo, el 80 % de ellos, es miedo y el otro 20 % excusas
que son en realidad más miedo disfrazado de racionalidad.
La pendiente en la que pensamos que nos podemos matar, aterra, ¿cómo nos afirman entonces con total seguridad, que la única forma de
dominar la situación, es abalanzarnos contra ella?
Lo mismo ocurre en la vida cuando enfrentamos y vencemos nuestros miedos.
No hay que olvidar que el caballo desbocado, hace lo que le viene en gana, y nosotros que viajamos sobre él, con los ojos tapados,
llegaremos a algún lugar sin haber participado en absoluto en la decisión.
En el libro Quién se ha llevado mi queso, de Spencer Johnson, hay una frase que dice: “… pregúntese que estaría haciendo ahora si no
tuviese miedo”; la respuesta podría ser, la lista de pendientes disminuiría.
Dijimos que las cosas pendientes estaban activas, y podemos agregar que además son deseables. Seguramente son cuestiones que nos
gustaría concretar si pudiéramos. Por algún motivo nuestra mente está oponiendo resistencia a su realización.
Si me arrojara valle abajo pensado que nada malo me pasará, dominaría los esquíes y no solo concretaría la experiencia sino que además
la disfrutaría.
Cuando el miedo nos domina, nos detiene. Muchas veces, como en el caso del esquí, naturalmente hacemos lo contrario de lo que
deberíamos hacer. No querer enfrentarlo nos deja en una situación de estancamiento y con un sentimiento de no poder avanzar.
Negándonos el desarrollo, el placer, la acción y la conducción hacia nuestros objetivos.
Se trata de hacer un viaje interior y analizar cual es nuestra lista, indagando los motivos que nos impiden la concreción. En esa
búsqueda nos encontramos con la verdad y uno tiene que decidir cómo salir de allí. Estaremos frente a una oportunidad personal de
aprendizaje, tan sólo hay que escucharla y no dejarla pasar.
Las personas emprendedoras y exitosas siempre planean tirarse contra la pendiente, y piensan ¿cual es la mejor estrategia para
hacerlo?
Programan cómo conducir su vida en todos los aspectos.
Para tirarse por la pendiente hay que pensar no sólo en vencer el miedo sino también en moverse, ir para adelante. La acción genera
una descarga electromagnética en vectores asociados al hecho, que ayudarán a conducirnos hacia el objetivo.
Además de la acción, en esta ecuación participan otras herramientas que son la intención y la voluntad (cuyos contenidos son
perseverancia, atención, permanencia y foco). Hay que salir a abrir ventanas de oportunidad.
Tener la intención, descubrir y vencer el miedo, enfrentar los escollos del camino y actuar, son elementos imprescindibles para la
batalla; pero para que todo pueda empezar y permanecer en el tiempo, es fundamental el compromiso con uno mismo.
Silvia Martinica es titular de la consultora Wom-Ar
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