La nueva empresa: del espacio físico a la red de relaciones

La concepción de “empresa” que reinó durante la economía industrial está perdiendo hegemonía en la era digital. En esta nueva etapa, las organizaciones dejan de estar asociadas directamente con un espacio físico, y se transforman en redes de relaciones conformadas por individuos que pueden estar distribuidos a lo largo de todo el mundo, y que trabajan en pos de un resultado común.
“Las transformaciones tecnológicas reconfiguraron las estructuras corporativas tradicionales”, afirma sin mayor preámbulo Alex Konanykhin (foto), CEO de TransparentBusiness.com.
En el siguiente artículo, el empresario desarrolla los 4 grandes cambios y desafíos que deben enfrentar las compañías del siglo XXI para mantenerse operativas y aprovechar los “nuevos capitales” de la economía digital.

Las transformaciones tecnológicas reconfiguraron las estructuras corporativas tradicionales. Cuáles son los “nuevos capitales” de las organizaciones del siglo XXI y por qué juegan un papel clave.

Diez personas muy capacitadas en disciplinas complementarias, distribuidas por los cinco continentes, y dotadas de recursos tecnológicos que les permiten mantener una comunicación fluida entre sí para lograr un objetivo común. Una década atrás nadie hubiera pensado que la frase anterior podía ser útil para responder a la pregunta “¿Qué es una empresa?”. Hoy, son muchos los que opinan que sí.

La revolución propiciada por las tecnologías de la información y comunicación (TICs) ha alterado de forma notable la manera en que vivimos. La información circula a gran velocidad, los individuos se educan y socializan mediante Internet, y la comercialización de todo tipo de productos y servicios se afianza en las plataformas digitales.

En términos corporativos, los cambios tampoco han sido menores. La empresa típica de la economía industrial, mucho más dependiente del espacio físico y del transporte, está desapareciendo gradualmente frente a la nueva empresa de la economía digital, que se parece cada vez más a una red de relaciones entabladas por individuos capacitados y organizados según negocios específicos.

Estas redes de trabajo y negocios, que a veces se basan en los modelos “wiki”, están cada vez menos condicionadas por la geografía. Sin embargo, ello no implica que no tengan sus propias exigencias. Si se quiere sobrevivir en esta era de cambio continuo, las compañías del siglo XXI deben tener estructuras que les permitan innovar. Para Nicholas Vitalari y Haydn Shaughnessy, autores de “The elastic enterprise” (La empresa elástica), la cuestión es sencilla: introducir métodos innovadores en viejas estructuras es “simplemente contraproducente”.

Cuatro cambios, cuatro desafíos

En paralelo a la consolidación de las distintas formas de teletrabajo y la drástica disminución de costes en materia de comunicaciones, muchas empresas ya no requieren de un espacio físico para funcionar (o bien éste puede reducirse a su mínima expresión).

A esta evidente ventaja posibilitada por la tecnología, debemos sumarle otras características distintivas de las compañías del siglo XXI cuya comprensión nos permitirá entender –y sobre todo, aplicar– nuevas formas de planificación y gestión.

1. Interacción productiva: liderar las nuevas redes de trabajo “desterritorializadas” no deja de ser un desafío para los hombres y mujeres de negocios de hoy. Tal como apuntábamos en un artículo anterior, lo esencial es encabezar grupos de trabajo motivados y abiertos a la innovación.

2. Costos fijos menores: los esquemas de trabajo digitales suponen significativos ahorros en materia de costos fijos. En este punto, la meta es optimizar el rendimiento del dinero disponible y adaptarse a números siempre oscilantes.

3. Tareas y necesidades: las empresas están exigidas a adaptarse a los vaivenes del mercado. En términos de recursos, esto significa poder afrontar las necesidades puntuales de cada proyecto garantizando que la red de trabajo sea lo suficientemente flexible.

4. Procesar información: el mundo hiperconectado en el que vivimos produce, cada minuto, una enorme cantidad de datos de toda clase. Procesarlos eficazmente es, sin duda, un gran reto para las compañías que podrán no tener espacio físico pero deberán dotarse de los recursos humanos y tecnológicos que les permitan beneficiarse de este nuevo activo digital llamado “Big Data”.

Conclusiones

La tecnología ha liberado a las empresas de condicionantes propios de otra época. Factores como la ubicación geográfica e incluso el tamaño físico dejan de tener la incidencia que tenían y ceden su importancia a otras cuestiones. Lo esencial del cambio radica en estos nuevos desafíos y en las nuevas formas de gestión que conllevan.

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Epifanio Blanco
17 agosto, 2012

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