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Seguir leyendo //Con la reciente renuncia de Steve Jobs como CEO de Apple, muchos se preguntan cuál será el futuro de la compañía. ¿Cómo fue su paso por Apple y por qué se convirtió en un personaje clave para el éxito de la empresa?
Silvina Moschini, CEO & Founder Intuic (foto), relata la trayectoria de uno de los hombres más influyentes de la última década y cómo a través de innovadores gadgets tecnológicos cambió para siempre la forma de vincularnos con la tecnología.
Cómo su inspiración cambio nuestras vidas (y la visión de la tecnología) de una vez y para siempre
Quizás pocas personas hayan tenido tanta influencia en nuestra vida diaria en los últimos diez años como Steve Jobs. Algunos dirán que estas palabras son exageradas, pero sólo con mirar un poco a nuestro alrededor podemos darnos cuenta de la forma en que el fundador de Apple modificó la manera en que nos relacionamos con la tecnología y, por consiguiente, con otras personas. Fue el principal creador de gadgets que cambiaron rotundamente la manera en que nos comunicamos, nos entretenemos o trabajamos. Además, tuvo una influencia definitiva en la industria, introduciendo innovaciones que fueron adoptadas rápidamente por su competencia y que, sin duda, seguirán marcando el rumbo por los próximos años.
Jobs es mucho más que un hombre de negocios. Es un inventor, un creativo que supo leer como ninguno las necesidades de los consumidores, incluso antes de que ellos se dieran cuenta de que las tenían. Su historia es conocida, así que no me detendré demasiado en ella. Creó Apple, fue echado de la compañía, regresó para resucitarla y convertirla en el fabricante de productos electrónicos más exitoso del mundo de la mano de productos como el iPod, el iPhone y el iPad. Lanzó la App Store y, así, inventó el mercado de las aplicaciones móviles, uno de los más dinámicos y prometedores de la actualidad. Su última movida fue presentar su renuncia como CEO de Apple, dejando a miles de consumidores huérfanos de esa suerte de héroe o musa inspiradora que, año tras año, les presentaría nuevos gadgets que enamorarían hasta la locura a ancianos y jóvenes, hombres y mujeres.
Pero tal vez su invento más fantástico fue haber cambiado la relación de los usuarios con los gadgets, convirtiéndolos en objetos de culto y adoración. Ya en 1984, cuando presentó la Macintosh, tenía en claro que la usabilidad debía ser la prioridad en el diseño de cualquier producto. En una época en la que las líneas de comando aún dominaban la incipiente jungla informacional, Apple presentó un ordenador que contaba con un sistema operativo basado en una interfaz gráfica, y que podía ser manejado desde un mouse. Él entendió, mucho antes que el resto de sus colegas, que los productos tecnológicos debían ser amigables e insertarse de manera natural y cómoda en la vida cotidiana de los consumidores.
Pero el giro copernicano imaginado por el ex CEO comenzó a consumarse más de 20 años después, con el lanzamiento del iPhone. Para ese entonces ya había hecho parte de su magia: convirtió a Apple, una compañía cercana a la quiebra antes de su regreso en 1997, en una empresa exitosa. El iPod había logrado vender más de 100 millones de unidades en seis años, y se había convertido en el primer éxito masivo tras su regreso. Pero con el iPhone llegó aún más allá. Reinventó los teléfonos inteligentes, y lo hizo con una premisa muy sencilla: se centró una vez más en la experiencia de los usuarios
Cuando el Smartphone de Apple salió al mercado, entre su competencia había teléfonos con mayor capacidad de almacenamiento, con cámaras fotográficas de más resolución y con mejor rendimiento de la batería. Pero el iPhone tenía algo que ningún otro tenía. No sólo era la novedosa pantalla táctil, ni la interfaz de uso ágil, sencilla y potente, ni la terminación delicada del producto. O eran quizás todas esas características en su conjunto. Lo cierto es que el producto reconfiguró la forma en que los usuarios se relacionaban con los dispositivos. Tener un iPhone implicaba una experiencia única y novedosa, y los consumidores corrieron a las tiendas para encontrarse con esa experiencia.
En 2008 dio otro golpe: lanzó App Store, su tienda de descargas para iPhone y iPod Touch, poniendo a disposición de los usuarios miles de aplicaciones. La plataforma registra actualmente casi 10 mil millones de descargas, y dio lugar al floreciente mercado de las aplicaciones móviles. Pero la confirmación definitiva de que las cosas habían cambiado llegó en 2010 con la presentación del iPad. Con este dispositivo, Jobs creó un nuevo mercado, el de las tablets. Allí, Apple es el rey absoluto y, pese a que sus competidores salieron en manada a lanzar sus propios dispositivos, la compañía de la manzana ostenta un 75% de las ventas totales, con más de 30 millones de iPads vendidos desde su lanzamiento. Si quedaba alguna duda del fanatismo que generan los productos de Apple, bastaba ver las colas de los consumidores ansiosos por tener su tableta el mismo día del lanzamiento. El iPad se convirtió en el gadget con más rápida adopción de la historia, y sólo en la primera jornada se vendieron 300 mil dispositivos.
Definitivamente, Apple fue la compañía que redifinió la relación entre los usuarios y los gadgets. Y lo logró gracias a la mirada innovadora de Steve Jobs. Ese hombre desgarbado que cada año nos presentaba las novedades de su empresa en la Macworld Conference, supo generar un fenómeno de adoración hacia sus productos que nunca se había visto en la historia de los consumers electronics. Consiguió algo que parece, incluso, atentar contra la lógica tradicional del marketing: construyó una marca con un halo de exclusividad entre los consumidores, que se destaca por la calidad de su diseño y por sus gadgets cool pero cuyos productos, además, son masivos.
Muchos se preguntan hoy por el futuro de Apple luego de la salida de su CEO. No quedan dudas de que la compañía no debe temer por su destino inmediato. Es en la actualidad una de las empresas más exitosas del mercado, sus productos son demandados a diarios por millones de consumidores y ya cuenta con un forecast de lanzamientos que seguramente le permitirá mantener el liderazgo durante los próximos años. Pero ¿qué pasará después? ¿Podrá el nuevo CEO, Tim Cook, ponerse en los enormes zapatos del fundador para continuar ubicando a la compañía por encima de sus competidores? Sin lugar a dudas Jobs es irremplazable. No sólo por sus ideas y su visión inigualable, sino también por su carisma, su capacidad para hablarle a los fanáticos de la marca y su lugar de figura inspiradora. Pero de todos modos, seguramente gran parte del espíritu de su CEO permanecerá en el cuerpo de su compañía. Si bien es imposible que Apple encuentre a otro líder con su talento, la pregunta a responder es si la empresa logrará mantener vivo su espíritu creativo, para seguir deleitándonos y sorprendiéndonos con sus productos.
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