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Seguir leyendo //Seres de las nuevas tecnologías parecen haber logrado que en la Argentina se ponga en marcha el ansiado Triángulo de Sábato por el cual empresarios, académicos y el Estado procuren trabajar juntos por el progreso nacional.
Viene plasmándose en reuniones como las que realiza la CESSI -para impulsar planes educativos como las Becas Control F-; la Fundación Clementina (nombre en honor a la primera computadora que tuvo Argentina) o la Fundación Sadosky y el ministerio de Ciencia y Tecnología. O en la iniciativa que en San Luis protagoniza la Universidad de La Punta (ULP).
Y el campo educativo será tema central en el encuentro que protagonistas de ese triángulo tendrán el jueves 17 de noviembre, en un almuerzo que tendrá por invitados especiales al ex-ministro y actual senador Daniel Filmus y al doctor Alberto Taquini, presidente de la Asociación Argentina de Colegios Universitarios y la Asociación de Fomento a la Investigación Científica.
El tema que tratarán con ambos está referido a las carreras tecnológicas, especialmente las vocaciones y la base desde el secundario y terciario. Un tema sobre el cual viene trabajando una comisión de la Fundación y que en breve dará a conocer un documento con sus conclusiones.
Algunos párrafos del documento anticipan que “dentro del amplio y extenso alcance que significa Educación para propender al desarrollo de la industria de tecnología, hemos identificado que la base de transformación mas importante debería darse a nivel del sistema de Educación Secundario.
“En este sentido -agrega- buscamos describir los principales temas que posibilitarían crear nuevas especialidades, como hoy lo son los Técnicos Mecánicos, Electrónicos, Electricistas, Maestro Mayor de Obra, Técnicos Agropecuarios, pero orientados a sustentar la industria de TI.”
Pero advierte que los plazos de implementación de esas nuevas carreras demandarán “entre 7 y 10 años para tener las primeras promociones formadas”. Vale decir: urge trabajar en ello cuanto antes. ¿Cuáles son los incentivos necesarios para alumnos y docentes? Son materia misma de los protagonistas del llamado Triángulo de Sábato; o sea, de todos. Hoy.
En el encuentro de octubre de la Fundación Clementina, dos científicos devenidos en empresarios -el físico Mario Mariscotti y el doctor Marcelo Argûelles (BioSidus)- hablaron sobre cómo construyeron sus caminos personales a falta en la Argentina de una escuela que forme a la vez tecnólogos y empresarios.
Marcelo Arguelles (MA) al describió el caso de Sidus, la empresa farmacéutica familiar fundada en 1938, refirió que en los años 70 se identificó la necesidad de la tecnología y se creó BioSidus para producir en el campo de la biotecnología.
BioSidus surgió al amparo de una inversión de Sidus y al cabo de 8 años comenzó a devolver con creces lo invertido por la empresa madre.
Pero ciertamente, la inversión es el Talón de Aquiles de las empresas tecnológicas porque en la región no hay financiamiento.
Hay algunos pasos alentadores de políticas científicas en Brasil y también en la Argentina, en nuestro caso la creación del ministerio de ciencias.
Pero paralelamente señaló que subsiste un encasillamiento conceptual en los gobiernos al considerar que empresa tecnológica es solo aquella que se dedica a la informática.
No solo es oportuno rever ese concepto sino también entender que hoy todo desarrollo tecnológico es la labor de un equipo.
Son cuestiones que no pueden quedar en manos ni de los políticos ni tampoco de los científicos, porque en su condición de saberse inteligentes, éste pensará que solo precisa tiempo para resolver cualquier problema, en vez -por ejemplo- de apelar a un economista para encontrar estrategias que lo lleven a obtener financiamiento.
Hay cuestiones que exceden el ámbito del científico y que involucran, además del financiamiento, cuestiones legales, tanto locales como internacionales y que bien vendría en ciertos momentos, contar con abogados biotecnólogos, así como se sabe de casos de abogados informáticos.
Por su lado, Mario Mariscotti (MM) coincidió con MA que la cultura del científico no es la adecuada para impulsar empresas de base tecnológica. Hacen falta buenos tecnólogos y también adecuado capital de riesgo. Y remarcó que: en Argentina, el capital de riesgo no existe.
Las empresas son importantes sin duda, pero más importante es facturar.
Propuse –dijo MM- en su momento que deberían evaluarse los proyectos CyT y, aquellos que logren un balance favorable, contar con apoyo nacional y asignación de fondos.
Vi en EEUU el fenómeno de empresas pequeñas pero pujantes y, al preguntar ¿cómo empezaron? Una gran mayoría eran contratistas del Estado, para el área de defensa.
Carlos Pallotti (CP, impulsor de la Fundación Clementina y ex presidente de la CESSI) recordó en esa línea de reflexión que Conrado Varotto (presidente de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales) propuso en su momento crear un nomenclador de empresas de base tecnológica para que el Estado las priorice a la hora de asignar proyectos.
Mario Mariscotti también señaló la paradoja de que el Estado argentino tiene científicos pero no tiene tecnólogos.
Y a la pregunta de Carlos Pallotti sobre ¿Si las facultades de ingeniería debieran ser las naturales formadoras de tecnólogos?, simplemente respondió: Sí, pero no lo son (MM). Y opinó que para crear empresas tecnológicas, los estudiantes deberían ingresar a la facultad con la idea de ser a la vez tecnólogos y empresarios. Vi algo de eso en el ITBA.
En este punto Carlos Tomassino (CT) acotó que en la UTN Buenos Aires, de 90 que egresarán este año 2011, solo 7 u 8 expresaron que les gustaría ser empresarios.
Fue un punto al que siguió la reflexión de que es raro que ante una necesidad se pregunte adentro del país ¿Quién puede hacerlo? En vez de ir directamente a comprarlo afuera.
Se citó el caso de los radares e INVAP. En días en que la Fuerza Aérea planteó al ministro de Economía, Roberto Lavagna, la necesidad de contar con radares y allí surgió el aporte de INVAP, empresa que hoy se exporta radares (y centrales nucleares).
Las reuniones donde se dan cita empresarios, académicos y hombres de Estado, tiene marcos operativos como no superar las dos horas de reunión, activa participación, mensajes cortos y concretos y rueda de conclusiones al cierre de cada encuentro, como balance entre objetivos y logros.
Paradojas de estos encuentros y signo de cuánto ha cambiado como para que el ansiado triángulo pueda ir cobrando forma, es que los encuentros se celebran en un ámbito que otrora estaba más que vedado: salones del Círculo Militar.
Un escenario de convocatoria al que un académico notorio le disparó la ironía de: asistir con “pelo cortito y uniforme de gala :-)”. Júzguese luego cuán fácil o trabajoso es armonizar todos los lados del triángulo…
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