Durante una charla en la sede de educ.ar se hablo sobre la inclusión de
herramientas de trabajo colaborativo en organizaciones o colectivos de trabajo. Mateo Gómez Ortega, de Altersoft, y Julián Paredes, de
educ.ar, presentaron dos casos en los que están trabajando.
Las condiciones tecnológicas y culturales contemporáneas proponen un nuevo escenario para la implementación de modos de producción en
los que los actores se constituyen como un colectivo, en relación de pares, o peer-to-peer , en torno de algún proyecto. La producción
de software y la generación de información son claros ejemplos de que el trabajo en colaboración, abierto a distintos actores, puede
ser más innovador, eficiente y confiable que las formas tradicionales de producción, en grupos cerrados de empresas o instituciones.
Mateo Gómez Ortega presentó Vinculus Trama, una aplicación de software de
administración y gestión en la que comenzó a trabajar con Ignacio Lewkowicz, autor, junto con Cristina Corea, de Pedagogía del aburrido. Escuelas destituidas,
familias perplejas, su obra póstuma. Gómez Ortega analizó las condiciones propias de la era de la fluidez, un término que pensadores de distintas disciplinas
mencionan para referirse a la nueva economía de la información.
Frente a una concepción del usuario como pasivo, planteó la noción de usuario adhocrático ousante, aquel que se apropia creando,
destinatario y al mismo tiempo productor de la herramienta que utiliza. Así no sólo el software deja de ser un producto acabado para
transformarse en un proyecto vivo y en permanente cambio, sino también actividades que antes eran vistas como separadas: idear,
producir y usar, aparecen ahora como indiferenciadas. Los entornos de trabajo colaborativo cobran, en este sentido, una importancia
nada desdeñable.
El quid del trabajo colaborativo, según Gómez Ortega, está en poder articular cuatro aspectos: la gestión de recursos, que supone
adoptar una aplicación determinada, en su caso Vinculus Trama; la gestión de contenidos, a través de wikis, CMS (sistemas de
administración de contenidos), la web semántica; la difusión, que puede realizarse por mail, sistemas de mensajería instantánea,
sindicación de contenidos, entre otros; y, por último, lo que llamó zona de encuentro, la producción en red, el entorno de producción,
el registro de recorridos, las nuevas formas de afectividad que podrían surgir asociadas a la red, etcétera.
Todo indica que en el caso de Vinculus Trama la riqueza está en la conexión, y lo mismo vale para la herramienta que mostró Julián
Paredes, Atlassian JIRA, de seguimiento de issues
(incidentes o, más claramente, problemas, proyectos).
Tal como destacó Paredes, las ventajas de esta herramienta radican en que, a diferencia de otras, está centrada en la tarea y responde
a una necesidad muy frecuentemente desatendida: la de documentar las comunicaciones, los procesos, las dificultades y las variaciones
en la ejecución de las distintas etapas de un trabajo hecho o por hacer. El sistema ofrece también la capacidad de estructurar y de
guardar filtros configurables, y, luego, de compartirlos entre coordinadores o managers de proyectos, desarrolladores, testers o
evaluadores de la tarea, y demás actores vinculados a un proyecto determinado.
Paredes destacó, a partir de su experiencia de uso del producto, que otro de los aspectos más interesantes de JIRA es que vincula los
issues o tareas realizadas y por realizar en forma dinámica, permitiendo visualizar a nivel global toda la información disponible en
el panel de control personal o Dashboard.
En suma, tanto en el caso de Vinculus como en el de JIRA, el aporte fundamental de estas herramientas a los colectivos de trabajo
consiste en que propician la socialización del conocimiento y el funcionamiento en red. Al igual que en otros casos, mejor o peor
instrumentados, parece que la eficiencia asociada a la innovación y a la confiabilidad está en manos de los
usuarios.