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por Carlos María Dominguez
A menudo me pregunto por qué la ley de gravedad de Newton no integra las antologías de poemas de amor. Es un canto escondido por una
doble presunción: que la ciencia debe ser cierta pero no bella, y que fue escrita para explicar la caída de las manzanas.
La pedagogía, el sentido común y sus persuasiones, vincularon la ley a la fuerza de atracción de la tierra. Pero a poco de leer con
detenimiento las palabras de Newton encontramos su metáfora y representación: ?Todo pasa como si los cuerpos se atrajeran
proporcionalmente al producto de sus masas y en razón inversa al cuadrado de sus distancias?.
Al modo de Machado con su ?Todo pasa y todo queda…?, lejos de hablar de un derrumbe nombra la atracción de los cuerpos celestes y
mundanos en el espacio, su poder de encantamiento en el radio de las direcciones posibles. Los cuerpos se atraen, dijo Isaac, en razón
inversa a la intensidad de su diferencia y su distancia. ¿Por qué los cuerpos se juntan, se besan, se adhieren y desean entre sí? No
lo sabemos. ¿Qué fortuito destino los reúne en la proporción de su ser? Tampoco. Apenas sospechamos que su soledad gravita y corrige,
quiere ser y dejar de ser al mismo tiempo. Decían los clérigos: ?Dios obra misteriosamente?, y con singular modestia, lo expresó
Newton: ?Todo pasa como si…? Sobre esa conjetura y el regreso del bíblico manzano, edificamos nuestra iglesia.
Decía Fernando Pessoa que el binomio de Newton es tan bello como la Venus de Milo, sólo que es muy poca la gente que se da cuenta.
Mientras los científicos avanzan en su afán por atrapar lo que no comprenden, la mayoría de la humanidad convierte lo que no entiende
en respuesta. Aprendimos a manipular la combustión, la luz eléctrica, las computadoras, con la misma omnipotencia e indefensión con
que un recién nacido recibe a la corte de sus parientes hasta el instante en que algo comienza a oler mal. No hay mayor certidumbre
que el estado de completa ignorancia. ¿Pero qué somos, hoy, sin un enchufe, frente a un cortocircuito o un virus en la computadora? Un
ser que arrastra su miseria en busca del técnico que nos devuelva el alma, el orgullo y su candor. Pretendemos un mundo del tamaño de
nuestra conciencia y una conciencia del tamaño de nuestra necesidad. Detrás de la tecnología, sin embargo, queda el mundo inexplicado
e incierto.
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Sudestada
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