Actúan como si los acontecimientos fueran causales y no
aleatorios
Un niño de cuatro años infiere de manera natural que un efecto
determinado debe tener una causa, aunque ésta no aparezca ante sus ojos.
Más proclives a creer que debe haber una explicación para lo que observan que a pensar que los sucesos son aleatorios, estos niños tan
pequeños han demostrado, mediante una del MIT, que la capacidad de deducción es parte de la naturaleza humana.
Además, existe en ellos un interés por conocer qué razones ocultas hacen que las cosas sucedan, señala Marta Morales, en un artículo
aparecido en Tendencias 21.
El artículo rescata que el pensamiento científico forma parte del pensamiento humano desde la infancia, según señala un estudio
realizado por investigadores del cerebro del Instituto Tecnológico de Massachussets.
Al parecer, incluso los niños en edad preescolar esperan que el mundo funcione según las leyes de causa/efecto y, si estas leyes
fallan, suponen de manera espontánea que debe haber una razón para ello, aunque la desconozcan.