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Seguir leyendo //En el marco del Día mundial de la Diabetes, investigadores de CONICET presentaron los primeros avances de ARG (Automatic Regulation of Glucose), un algoritmo que inyecta automáticamente la cantidad de insulina necesaria para regular la glucosa en sangre de personas con diabetes tipo 1. Gracias a esta tecnología, que ya fue probada con éxito en 5 pacientes argentinos, el sistema funciona como un páncreas artificial.
¿Te jode si paramos un rato? Ante mi negativa, hacía mucho calor y estaba llegando tarde, comenzó la historía. Mientras recorriamos las calles que separan a la redacción de Portinos del ITBA, el taxista pasó a contarme que era diabético y que estaba cansando de “comer aire”. Extrañaba los bifes, el dulce de leche, y otros placeres que solía consumir en abundancia, con grandes cucharadas y porciones.
Demoré un poco en contarle mi profesión y hacia donde estaba yendo: la presentación de un páncreas artificial desarrollado por profesionales del CONICET, el ITBA, las Universidades Nacionales de Quilmes y de La Plata, investigadores médicos del Hospital Italiano de Buenos Aires y un asesor médico de la Universidad de Virginia (EEUU).
El sistema, el primero de su tipo en argentina y a nivel regional, inyecta automáticamente la cantidad de insulina que el usuario necesita en cada momento. Se compone de un sensor continuo de glucosa, una bomba de infusión subcutánea de insulina y un Smartphone, en el cual se programa el algoritmo diseñado por los investigadores argentinos.
“El páncreas artificial puede sustituir la función de la célula beta que censa la glucosa de forma automática” comentó Luis Grosembacher, investigador clínico principal del proyecto, durante la conferencia de prensa de la que fue parte Portinos.
Al ser automático, el algoritmo evita que el paciente invierta una gran cantidad de tiempo en calcular y programar la insulina necesaria para mantener sus niveles de glucosa sanguínea en rango: “No es infalible pero mejora muchísimo. Es una mejora por la sencilla razón que el algoritmo tiene en cuenta un montón de cosas que el paciente no y además porque la medición de insulina se hace cada cinco minutos” expresó Ricardo Sánchez Peña, director del proyecto e Investigador Principal del CONICET y el ITBA.
En el 2016, se realizó la primera fase de la prueba clínica con un algoritmo desarrollado en la Universidad de Virginia que requiere que el paciente calcule y registre en el sistema cuántos gramos de hidratos de carbono comerá para que la bomba infunda la insulina necesaria.
En junio de 2017, se realizó la segunda fase con el algoritmo argentino, que sólo precisa que se registre el inicio de la comida, sin necesidad de calcular cuántos gramos de hidratos de carbono se consumirá. En esta etapa participaron cinco pacientes adultos, hombres y mujeres, quienes lograron mantener los niveles de glucosa dentro de un rango aceptable durante las 36 horas de la prueba.
Una de esas cinco pacientes fue Silvia Crespo, quien no disimuló su emoción por el avance: “Fue emocionante y muy impactante lo que la tecnología puede lograr y lo aliada que puede ser en el control de la diabetes. La maravilla del algoritmo es que tiene una facultad mayor, que es decidir cuando no te manda ni siquiera basales. Eso es un cambio gigantesco, además de por supuesto la alegría que da no tener que estar tan atenta con medir los carbohidratos y hacer cuentas.”
El proyecto reunió a médicos con ingenieros, una fusión que los expertos describieron como provechosa e interesante: “Esto es un claro ejemplo de un desarrollo nacional, ingenioso y la posibilidad de aplicarlo en un campo vinculado a pacientes concretamente” expresó Waldo Belloso, farmacólogo del Hospital Italiano.
“Nuestro objetivo es arribar a un muy buen control metabólico. Hoy medimos los resultados a través de un análisis que se llama himooglubina glicosilada y esto tiene que ser de alrededor de 7%. Sea con múltiples dosis, sea con bomba y sensor o con páncreas artificial, si alcanzamos este valor, es un buen control. Este nuevo sistema nos puede ayudar a alcanzar a muchos más pacientes que no pueden hacer los controles tan frecuentemente por su estilo de vida”, añadió Grosembacher.
Las primeras pruebas fueron financiadas por la Fundación Nuria en Argentina y Cellex en España, con la donación de las bombas de insulina del laboratorio Roche. En una próxima etapa, los investigadores esperan recibir más fondos del Ministerio de Ciencia a través de distintas becas que ofrece la cartera. Además, buscan lograr que el paciente sea completamente autónomo, sin necesidad de que indique si va a comer o realizar ejercicio; y planean incluir al Hospital Garraham para poder realizar pruebas clínicas con niños.
“Queremos seguir por esa línea, pero eso va a depender un poco de los recursos que tengamos. Eso va a aplicar que en unos cuantos años, si logramos hacer pruebas con más pacientes y podemos evaluar esto como algo seguro con los organismos regulatorios como la ANMAT. Recién ahí lo podemos comercializar, todavía estamos lejos de eso”, especificó Sánchez Peña.
Por otro lado, el equipo espera poder desarrollar un dispositivo más pequeño que contenga toda la información que actualmente se divide entre el sensor, la bomba de infusión y el Smartphone. Silvia y el taxista que me llevó hacia el evento, ya lo están esperando con ilusión y ansias.
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