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Seguir leyendo //Escribe Carlos Pallotti* (foto).- Estamos viviendo en épocas de una transformación productiva acelerada, que está obligando a reconvertirse a muchas de las actividades tradicionales; que requiere nuevas habilidades para el mundo laboral; y que mueve de manera diferente el mundo del capital… Es la Economía del Conocimiento que está de lleno con nosotros. Y como todo cambio genera desafíos y oportunidades. Y temores por supuesto.
¿Qué es la economía del conocimiento? Es el sector de la economía que utiliza el conocimiento como elemento fundamental para generar valor y riqueza por medio de su transformación a información. Abarca rubros como la educación, investigación y desarrollo, tecnología de la información, software, telecomunicaciones, robótica, nanotecnología, industria aeroespacial, servicios profesionales, etc., solo por dar algunos ejemplos.
Día a día vemos que aparecen empresas, tanto en la Argentina como en el mundo, que ofrecen nuevos productos o servicios, muchas veces impensados años atrás. Por ejemplo el servicio de taxis, el alquiler de inmuebles, o la generación de contenidos e información en tiempo real. Hasta cuasimonedas sin existencia física. Y en muchos de estos casos son empresas que no tienen ninguno de estos bienes, sino que ofrecen plataformas para que acuerden la oferta y la demanda.
Pero es mucho mas que eso. Son servicios profesionales, donde un ingeniero está haciendo planos para una central eléctrica en Australia, un arquitecto diseñando un mega complejo comercial en Colombia, o un abogado analiza un contrato entre una compañía internacional y el gobierno italiano desde su casa en Córdoba. Y créanme que todos estos casos son reales en nuestro país. También son empresas que están haciendo el software de los parques de Disney, o el médico que está operando los ojos de un ciudadano inglés. O el satélite que se construye en Bariloche.
En nuestro país (y en el mundo) esta es una actividad creciente y consolidada, y ofrece una de las mejores oportunidades para el crecimiento de la economía. Baste decir que hoy genera en Argentina mas de 6.000 millones de dólares anuales de exportaciones -con un creciente superávit comercial-, que emplea de manera registrada a mas de 400.000 personas, y a 1.2 millones si contamos monotributistas y autónomos. Y crece y crece.
Pero eso no es todo…, porque no solo involucra a las actividades precedentes, sino que se inserta en gran parte del resto de la economía. Pensemos por ejemplo un sector tradicional manufacturero como el automotriz. Cada día hay menos personas involucradas en la producción del vehículo en el piso de la planta de montaje, y muchos mas programando los robots o mecanismos automáticos que los producen. O la industria textil, que cada día necesita -por ejemplo- mas diseño, creación de marca, logística y franquicias, convirtiendo la producción tradicional en un proceso automatizado e integrado con las cadenas comerciales.
Es por eso que debemos analizar las políticas y acciones que debe llevar adelante un país, como un conjunto de acciones que hay que encararlas coordinadamente en un plan estructurado.
Porque debemos trabajar para generar las habilidades digitales o específicas en las personas que trabajaran en estas actividades. Sin “talentos” no habrá economía del conocimiento.
Porque debemos generar las condiciones para la creación de nuevas empresas, la consolidación de las existentes o recibir inversiones en procesos productivos. Sin empresas no podemos generar el “músculo” necesario para convertir el talento en conocimiento que sea atractivo para otros los adquieran y usen.
Porque hay que impulsar la innovación, para que la oferta de servicios del conocimiento o los productos “servificados” tengan un valor diferencial. Sin innovación solo podemos repetir recetas de otros y finalmente quedaríamos supeditados a ser un oferente mas en el mundo global.
Y porque hay que convertir todo esto en riqueza, es decir ingresos genuinos para el país, los profesionales, técnicos y empresas que los efectuan, y la sociedad toda. Sin generación de riqueza para el conjunto, no generaríamos el efecto multiplicador que es esperado.
Y esto solo para mencionar rápidamente los cuatro pilares que deben tener un plan bien estructurado: Talento-Conocimiento-Innovación- Riqueza.
Argentina está en esta carrera y tiene muchas condiciones de poder tener una participación relevante, globalmente hablando. Y no me extrañaría que en no mucho tiempo podríamos ver a la Economía del Conocimiento, como algo tan relevante -económicamente hablando-, como lo es la producción agropecuaria actualmente.
En nosotros está hacerlo. Hay buenos vientos. A no perder las oportunidades.
* El ingeniero Carlos Pallotti, ex subsecretario de servicios tecnológicos e innovación productiva, de amplia trayectoria empresaria; dos veces presidente de la Cámara del Software y Servicios Informáticos, propulsor de la Ley del Software; director ejecutivo de ArgenCon, Argentina del Conocimiento, que promueve ampliar este campo de los servicios de talento argentino para el mundo.
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