Los rostros de las palabras: ¿cómo construye significados el cerebro?

Un estudio del CONICET sobre neurociencia del lenguaje ayuda a comprender los rostros de las palabras: ¿cómo construye significados el cerebro? Los investigadores argentinos demuestran que las palabras que nombran partes del rostro activan mecanismos sensoriomotores faciales antes que mecanismos semánticos.


Las palabras son manifestaciones del peculiar lenguaje de los seres humanos. Se dice que ellas evocan significados y que cuando se juntan dan lugar a conceptualizaciones abstractas que nos permiten comunicarnos. Pero, ¿de dónde surge el significado que nuestras mentes construyen al oír o ver una palabra?, ¿cómo hace el cerebro para comprender cabalmente un concepto?, ¿será que activa exclusivamente sus circuitos especializados para el lenguaje o hay algo más?

Quizás la punta del ovillo se encuentre por fuera de los circuitos clásicos del lenguaje, en particular, en los mecanismos faciales de nuestro cerebro, aquellos que se especializan en detectar y analizar rostros. Esta fue la conjetura de los científicos del CONICET Adolfo García, Agustín Ibáñez, Eugenia Hesse y Agustina Birba, que trabajan en el flamante Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de San Andrés. Teniendo en cuenta que el cerebro humano dispone de mecanismos muy específicos para procesar la información facial, es decir, circuitos que están ultra preparados para reconocer caras en una pequeña fracción de segundo y con mucha precisión, entonces –hipotetizaron los científicos– el cerebro tal vez sea capaz de construir el significado de un rostro en apenas milisegundos. Así surgió la pregunta de investigación: ¿Qué sucede si en lugar de ver un rostro, el cerebro lee una palabra que alude a caras o partes del rostro? ¿Procesará su significado con la misma velocidad y especificidad que cuando se enfrenta con un rostro real? ¿A qué mecanismos cerebrales acudirá?

La búsqueda por resolver estos interrogantes dio lugar a un estudio que fue publicado en la revista Cerebral Cortex. Este trabajo demostró que, en parte, “comprendemos el lenguaje porque nuestro cerebro reactiva las experiencias sensoriomotoras que evoca una palabra”, manifiesta García. “Si una palabra hace referencia a una parte del rostro, por ejemplo, el cerebro va a estar activando los mecanismos cerebrales de rostros. Para comprender una palabra, primero reactivamos las experiencias corporales que ésta suscita y luego accedemos a un concepto general”, ejemplifica.

De esta forma, el trabajo cuestiona la idea de que el significado se procesa únicamente mediante circuitos lingüísticos, cuya función es privativamente lingüística, y suma evidencia a otros trabajos previos. Además, ofrece evidencia inédita de que la activación de los circuitos sensoriomotores específicos es muy rápida y constitutiva del significado. “No es algo secundario o que aparece después de que se accedió al significado sino, por el contrario, es una piedra fundamental de la misma experiencia del significado”, expresa Birba.

Créditos imagen: Lucas Neufeld, Eugenia Hesse, Agustina Briba, Adolfo García y Agustín Ibáñez (2020).

El Experimento, en toda su rica explicación podrás leerlo aquí.

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Epifanio Blanco
14 agosto, 2020

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