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Seguir leyendo //Cinco prodigios de América Latina y Africa crearon Bloomer, una startup que quiere revolucionar la forma en la que nos vestimos. Su primer producto es un corpiño inteligente que integra sensores y alerta a sus usuarias sobre problemas cardíacos. Hablamos con parte del equipo sobre innovación, salud, wearables e igualdad de género.
Tres millones de mujeres en el mundo viven con problemas cardiacos. Una de cada tres muere por esta causa y el 42% que sobrevive fallece durante el primer año posterior al daño: “Conocemos más sobre la batería de nuestro teléfono que la de nuestro cuerpo”, sintetizan Alicia Chong y Ana Karen Rodríguez.
Para combatir estas cifras, las emprendedoras crearon Bloomer Tech, una startup que construye circuitos lavables y flexibles que se integran a la ropa para capturar parámetros cardiacos, respiratorios y otros niveles de actividad a través de sensores.
Su primer desarrollo, es un corpiño inteligente que obtiene datos como la temperatura corporal, el ritmo cardiaco y la actividad eléctrica del corazón, para llenar los huecos que existen entre conocimientos y datos sobre la salud cardiaca de las mujeres.
La innovación es impulsada por un equipo multinacional, multifacético y multitalentoso. Sus cinco integrantes provenientes de Perú, México, Costa Rica, República Dominicana y Ghana; llegaron al Programa de Soluciones Globales (GSP) de Singularity University, gracias a una beca otorgada por Google.
– ¿De dónde parte Bloomer tech?
Ana: Nos conocimos en Singularity University donde pasamos 5 semanas semanas estudiando y 5 desarrollando un proyecto en equipo. Junto a nuestros compañeros decidimos trabajar juntos en algo que luego se convirtió en Bloomer.
Alicia: Una de las cosas bonitas de nuestro proyecto, es que a pesar de que todos venimos de diferentes contextos, cada uno ha trabajado con la diversidad y la inclusión, dos temas que desarrollamos apasionadamente en Bloomer.
– ¿Cómo decidieron trabajar con wearables?
Alicia: En Singularity se habla mucho de los retos globales y cómo resolverlos. El nuestro es la enfermedad que está matando a más mujeres a nivel mundial, a pesar de las diferentes iniciativas que se han creado. Integramos nuestras ideas, la experiencia de cada quien y vimos que la solución más inteligente era integrar circuitos en la ropa.
Ana: Durante el semestre en San Francisco, aprendimos a enfocarnos en un problema y buscarle una solución con tecnologías exponenciales. Así surgió tener circuitos sensibles en la ropa y crear un wearable que también es un dispositivo médico.
Alicia: Por otro lado, aplicamos medicina personalizada que es muy interesante porque ya no se pueden seguir haciendo cosas universales si cada cuerpo reacciona diferente.
– ¿Por qué decidieron comenzar con un corpiño? ¿Qué características tiene?
Alicia: Primero porque es algo que usamos todos los días. A una pacienta que sufrió episodios cardiacos, no le queríamos cambiar su estilo de vida porque ya ha pasado por una serie de situaciones duras y el corpiño es algo a lo que ya está acostumbrada La ubicación del corpiño es perfecta ya es cómoda y permite que los sensores se integren muy bien. A futuro, planeamos hacer circuitos más pequeños y más inteligentes que se integren a otras ropas.
– ¿En qué estado de desarrollo se encuentra actualmente ?
Alicia: Nosotros hacemos los circuitos que se integran a la ropa. Ahorita estamos en una etapa de validación del prototipo para que los médicos nos indiquen que la señal es de alta calidad como nosotros esperamos. También queremos asegurarnos de que los datos que recolectamos pueden convertirse en conocimiento útil para los pacientes. Lo estamos mejorando lo más posible antes de pasar a manufactura.
– ¿Por qué lo nombraron Bloomer?
Ana: ¡Esa es la historia más padre de todas! Nos inspiramos en Amelia Bloomer, que fue una mujer que luchó por los derechos de las mujeres desde la ropa. Antes, las mujeres usaban corset, algo que les apachurraba muchísimo la cintura y sus órganos. Amelia lo notó y fue la que creó los primeros pantalones que se llamaban Bloomers, eran como unos calzones largos que se usaban debajo de la ropa.
Alicia: La historia de Amelia es sumamente interesante, porque gracias a ella ahorita tenemos la libertad de escoger la ropa que usamos. Siguiendo con su legado y aprovechando la ola digital, queremos transformar la ropa otra vez y convertirla en algo que optimiza la salud, que consigue tantos datos que nos permite descubrir todos los misterios de nuestro cuerpo.
– Por lo que puede investigar ambas han trabajo en pos de la igualdad de género en el mundo de la tecnología ¿Cómo son sus proyectos?
Ana: Mi organización se llama Epic queen y trabaja con niñas de 6 a 12 años, mediante programas educativos. Comenzamos hace dos años en México donde tenemos voluntarios y mentores. También generamos una red de mujeres que ya está en 10 países diferentes.
Alicia: Yo trabajo en la red MENTE (Mujeres en Tecnología). Nuestra mayor iniciativa es un programa de 12 semanas para chicas entre 15 y 19 años donde se enseña tecnología, liderazgo y empoderamiento y se desarrolla una aplicación para resolver un problema.
¿Qué trabas se encontraron en su camino profesional?
Ana: El ambiente de la tecnología y medicina está súper liderado por hombres. Yo siempre trabajo en los equipos técnicos y lo único que veo es hombres, hombres, hombres. Formar Epic Queen fue una forma de impulsar a que hayan más mujeres en este tipo de eventos. No me enfrenté a bullying pero si a frases como “vete para allá, no participes, porque ellos son los buenos”.
Alicia: La ingeniería tradicionalmente era una carrera de hombres pero cada vez se integran más mujeres. Cuando yo entré a la universidad éramos 2 chicas en una clase de 40. A raíz de algunos comentarios burlistas, nacieron estas iniciativas y poco a poco vamos transformando el ecosistema El mundo de la tecnología no tiene límites y creo que la gente se está dando cuenta que no importa en qué punto te integres, puedes entrar, desarrollar y ser creador.
¿Por qué creen que su proyecto es valioso?
– Alicia: Por el potencial que tiene de transformar vidas primeramente de personas que están pasando por una situación muy difícil. Con una visión más futurista podemos pensar en la prevención para que ni siquiera tengas que llegar a ese estado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene la meta de que para el 2025 las cifras bajen al 25%. Nosotros creemos que podemos requeté acelerar ese proceso por medio de la tecnología.
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