Producción Vs Presión

Escribe Silvia Martinica*


Algunos dicen que trabajan mejor bajo presión. Pero ¿es realmente productiva la presión?

Contrariamente a lo que creemos, cuando nos relajamos y nos entregamos a los procesos, sin poner la fuerza en controlarlos es cuando
más efectivos y productivos somos.

Al momento de llevar adelante una tarea, en el marco de un tiempo ajustado, empezamos a vivir la presión. Es un proceso, bastante
angustiante, resultado de la diferencia entre nuestros tiempos internos naturales y los externos impuestos. Este defasaje produce una
gran ansiedad.

Nuestros instintos nos dicen que hay una diferencia grande y difícil entre la demanda extrema a la que nos enfrentamos y la
administración de nuestros tiempos y recursos internos. La adrenalina segregada por nuestras hormonas como respuesta a la presión va
en aumento, y nos obligamos a conducir situaciones, personas, momentos y actividades para alcanzar los objetivos impuestos en tiempo y
forma.

Está comprobado que el mayor stress se genera cuando sentimos que la meta es demasiado grande y que no podemos alcanzarla en los
tiempos estipulados.

Forzamos la máquina en pos del objetivo común. En nuestra cultura, donde la producción en exceso es festejada, existe la creencia de
que controlar las cosas al máximo es ser ejecutivo.

Las empresas contratan personas con habilidades agresivamente controladoras. Ser controlador no es necesariamente lo mismo que ser
emprendedor o proactivo.

Una persona proactiva, podría llegar a la meta de manera equilibrada, en beneficio de la compañía y también del equipo. Una persona
controladora en extremo, no. En condiciones saludables el equipo debería quedar intacto y motivado para la próxima misión.

El peligro del controlador, es no poder abandonar el pensamiento alrededor de su objetivo, a tal punto de encerrarse en el. Es
probable que exija a su equipo mas allá de lo razonable, se estrese y también los agote a los demás.

Por el lado de la menor resistencia, es por donde se logran los mejores resultados. Las artes marciales orientales usan este camino,
para alcanzar la mayor capacidad y fortaleza. Coinciden en que la fuerza esta en la ductilidad, siendo flexibles es como mejor se
resiste. Acompasando los procesos en cada movimiento es como se encuentra la fuente de poder.

Cuanto más queremos controlar, más tensos y resistentes nos ponemos cerrando así nuestros canales. A través de la tensión sostenida,
las paredes del canal se van engrosando y rendimos muchísimo menos de lo que podríamos. Nuestro potencial se ve modificado por la
circunstancia.

Por el contrario si nos relajamos, abrimos la mente y contemplamos una realidad más grande. No solo nos libraremos de vivir
obsesionados con el tema a resolver, sino que seremos más productivos.

Muchas veces sucede que el objetivo a trabajar pasa a ser un pensamiento recurrente. Da vueltas en la cabeza, nos encierra cada vez
mas en la exclusividad del tema y se agota en si mismo. El agotamiento es literal porque ante la imposibilidad de ver más allá, la
creatividad se acaba allí.

La mente se obsesiona pensando como resolverlo, en lugar de abandonarlo y entregarse a la red de la vida con sus múltiples
posibilidades. De las cuales se obtiene el proceso creativo.

Los creativos publicitarios de todos los tiempos, siempre dijeron que las mejores ideas aparecen en la ducha. Porque en la estructura
del escritorio es difícil ponerse fantasioso, despreocupado, chispeante y creativo.

Mucho menos cuando existe la presión permanente para finalizar una tarea. Los tiempos de ejecución en el mundo corporativo son muchas
veces irreales. No tiene lógica que para poder terminar un trabajo elaborado para el que se ha invertido una suma importante de
dinero, se acorten los tiempos a punto tal de hacerlos con una cuestionada calidad.

En general todos se quedan más tranquilos con la velocidad de respuesta que con la calidad del producto final. Aunque en la mayoría de
los casos lo rápido va en detrimento de lo bueno. A la larga, el mismo cliente que presionó con los tiempos se termina perjudicando.

Respetando las posibilidades de la naturaleza humana, funcionaríamos de manera más efectiva.

Para que las cosas sean interesantes hay que ponerle horas de trabajo, responsabilidad, voluntad, motivación. Pero fundamentalmente,
para hacer algo creativo, hay que relajarse.

La relajación, es el estado de paz, que nos pone en el mejor de nuestros niveles de conciencia para el trabajo.

En dicho nivel, llamado Alpha, las ondas cerebrales se reducen, pero aun se conserva el estado de vigilia, es donde tenemos mejor
disposición y estimulo. Por él pasamos varias veces al día, sólo que fragmentariamente, y sin darnos cuenta.

Estos mecanismos son útiles para las personas que trabajan con grupos y por su simpleza y eficacia todos podrían beneficiarse con
ellos. Relajándose y consensuando con el equipo el ritmo, los tiempos y los recursos, el líder contribuye a que cada miembro se sienta
cómodo y ponga lo mejor de si mismo en el proyecto general.

* Silvia Martinica dirige la consultora en comunicaciones Wom-Ar

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