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Seguir leyendo //Junto con organizaciones de otros países, el INTI participa en un proyecto denominado PHbottle destinado a desarrollar un envase plástico en cuya fabricación no se emplean derivados del petróleo sino aguas residuales. El nuevo material tendrá conservantes destinados a alargar la vida de los alimentos y será ciento por ciento biodegradable.
Fabricar una botella plástica biodegradable, sin recurrir a derivados del petróleo ha sido un sueño largamente perseguido por fabricantes de envases de todo el mundo. El INTI participa activamente de un proyecto denominado PHBottle que tiene por fin crear una botella de plástico fabricada a partir de los azúcares contenidos en las aguas residuales de la industria de jugos. Como si esto fuera poco, se prevé que el material tenga propiedades antioxidantes que permitan conservar por más tiempo la bebida que contenga y, por último, que se trate de un polímero totalmente biodegradable al finalizar su vida útil.
Para alcanzar esas metas, el proyecto PHBottle aplica los últimos avances en biotecnología, tecnologías del envase y microencapsulación. Con ello se busca dar respuesta a dos de las principales problemáticas actuales de la industria alimentaria: la gestión de sus aguas residuales, y la generación de materiales biodegradables para sus envases.
Coordinado por el Centro Tecnológico español Ainia y financiado por el Séptimo Programa Marco de la Unión Europea, PHBottle se encuentra en su fase inicial, que consiste en la identificación de las bacterias que generarán el plástico biodegradable. Para lograrlo, se las alimenta con los azúcares de las aguas residuales de la industria de jugos. Al alimentarse, las bacterias almacenan energía transformando los restos orgánicos de las aguas -del mismo modo que las personas convierten el alimento en grasas- en un polímero biodegradable: el PHB (Polihidroxibutirato).
El INTI ya está trabajando en la segunda etapa del proyecto que contempla dos instancias fundamentales: mejorar las propiedades del bioplástico obtenido en la primera fase, y desarrollar los conservantes que se incorporarán a la botella para que alarguen la vida útil de los productos que contenga.
En una tercera fase, este material reforzado y mejorado en sus propiedades se moldeará y será utilizado en plantas piloto de empresas plásticas que forman parte del consorcio del proyecto, y luego, en el proceso industrial de fabricación de botellas para jugos.
Así se cierra el ciclo que apunta a ser virtuoso: en el estadío inicial, se reciclan aguas que eran residuales y se convierten en materia prima. Durante la vida útil de la botella, se da respuesta a los consumidores de jugos que demandan alimentos con menor contenido de aditivos, ya que los conservantes los contendrá el envase y no la bebida. Y por último, al finalizar su vida útil, la PHBottle podrá ser descartada e incorporada en una planta de compostaje industrial para producir humus (abono), que será empleado en el enriquecimiento del suelo para el cultivo de frutales.
Tecnología del envase en Argentina
El grupo responsable de ejecutar el PHBottle en Argentina está conformado por los Centro INTI-Plásticos e INTI-Química. Los desafíos que deben afrontar no son pocos. Por un lado se apunta a lograr que el PHB, que es un plástico muy frágil y difícil de procesar, mejore sus propiedades con la incorporación de fibras que también sean biodegradables. En esta línea se están investigando fibras vegetales de tamaño micrométrico obtenidas de residuos agroindustriales y de procesos o subproductos de la industria alimentaria.
Los objetivos son optimizar el proceso de obtención de las fibras, e incorporarlas al bioplástico con el fin de mejorar su procesabilidad, sus propiedades de barrera a los gases, y sus propiedades mecánicas.
En simultáneo, el INTI investiga y desarrolla los conservantes que estarán contenidos en microcápsulas integradas a la botella de PHB. Estos conservantes también son de origen natural y son los que generalmente se utilizan en los alimentos.
Tanto la materia prima optimizada, como las botellas obtenidas de la misma, serán evaluadas y validadas según las normas internacionales en aptitud sanitaria y biodegradabilidad por institutos de investigación europeos y argentinos.
Además del INTI, participan del proyecto otras instituciones, provenientes de ocho países. Estas son, el centro tecnológico Ainia, Cítricos y Refrescantes (CITRESA) y el Instituto Tecnológico del Plástico Aimplas de España; la Asociación Europea de Zumos de Frutas (AIJN) y Omniform de Bélgica; el Centro Tecnológico TNO de Holanda; Silvel Limited de Bulgaria; Logoplaste Innovation Lab de Portugal; Mega Empack de México; Logoplaste do Brasil, y Vanguardia SD de RL de Honduras.
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