Todos quieren ser humoristas

¿Qué hay detrás de la desaforada forma de expresarse en Twitter? Compulsión, irreflexividad y ganas de hacer reír.

Por Josefina Marino

Mucho antes de que se inventaran las redes sociales tal como hoy las conocemos, el artista y pensador argentino Tomás Maldonado, lanzaba en su obra “Crítica de la razón informática” (1998), una definición de comunidades virtuales.

El mismo las define como grupos de afinidad que aprovechan la llegada de nuevas tecnologías para potenciar su vinculación. Las califica como autorreferenciales y endogámicas, hostiles a lo distinto.

En ellas funciona un tipo de estrategia de comunicación que procura disminuir la diferencia y no incorporarla.

Tal es así, que Maldonado las llama “comunidades débiles”, ya que al eyectar la diferencia no hay posibilidad de una construcción de lo público.

Si pensamos en Twitter, podríamos decir que estas características le calzan justo. En primer lugar, porque posee una lógica de funcionamiento distinta a otras redes; al ingresar, uno debe internalizar ciertas normas para poder desempeñarse con éxito: qué son los trending topics, los hashtags, el “re-tweet”, los favoritos, entre otros).

Pero más allá de estas limitaciones arquitectónicas del sitio, existen otras más profundas respecto de los contenidos que se crean en la red y se consolidan en la práctica.

Ingresar a Twitter siendo novato implica una adecuación a un tipo de lenguaje que maneja la ironía, la burla y el humor negro.

Tal vez por ser un constante generador de títulos de tan sólo 140 caracteres, es que esta red es lo más parecido al pensamiento humano. Ideas esparcidas sin correlación alguna.Twitter ha logrado que sus usuarios lancen como proyectiles a la web todo lo que se les pasa por la mente en un determinado momento.

Este escenario que puede ser muy favorable para la difusión inmediata de noticias y para ejercer una comunicación veloz y efectiva, a la vez propicia la generación de mensajes ofensivos y discriminatorios, como también la distorsión de la información y la mentira (es conocida la cantidad de “falsas muertes” de personajes famosos que se inventaron en la red).

Podría decirse que en Twitter no hay moral que valga y que la impunidad rige sobre todos los miembros de la comunidad. Esto puede resultar chocante para aquellos que no están familiarizados con la red.

Sin embargo, hay un común denominador en todos estos mensajes que manifiestan una racionalidad inserta dentro del lenguaje hostil: la del humor.

Pareciera que todos, o al menos la mayoría más activa de la red social, busca que sus enunciados causen impacto, y sobre todo, que tengan un remate gracioso.

Así pues, podría creerse que los denominados “twitteros” buscan, a cualquier costo, convertirse en nuevos comediantes y ser galardonados con retweets y con un cada vez más creciente número de seguidores.

A través de recursos como la ironía, la crítica despiadada (incluso la propia), y el absurdo, es que se construye un imaginario colectivo virtual. Y éste no deja de ser parte del terreno en el cual se gesta esa incansable puja por la apropiación de los sentidos que es, nada más y nada menos, la cultura.