¿Dormís como la mayoría de los argentinos?

Diego Golombek, biólogo del CONICET, diseñó junto con las doctoras María Juliana Leone, investigadora del Consejo, y Marina Giménez, de Holanda, una estadística para mapear la calidad del descanso en el país. Se espera que la información recabada sirva como una herramienta pública para discutir el huso horario en el que debiera estar Argentina, entre otras cuestiones. Cambios como ese podrían producir una mejora en el sueño, la productividad, la propensión a enfermedades y hasta el estado de ánimo de los argentinos.


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¿Qué hora es? La respuesta a esa pregunta no parece tan obvia, después de años de ser gobernados por lo que dicen las agujas del reloj. Siempre es la hora que una convención de dudoso fundamento nos impuso, podría ser la contestación.

“Aunque debiera adaptarse a nuestra geografía, el huso horario en el que está Argentina es una decisión política”, suelta entre las cuatro paredes del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQui) Diego Golombek, biólogo investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), que allí, entre mesadas y posters de relojes, estudia los ritmos biológicos de los seres humanos y acaba de lanzar una encuesta nacional para medir cómo duermen los argentinos.

“El objetivo de este estudio es que la gente sea más consciente de la biología y su relación con el medio ambiente. Si además de eso podemos sacar conclusiones que aconsejen, mejoren y ayuden a las decisiones de políticas públicas, mejor”, explicó Golombek.

La encuesta Crono Argentina se completa desde una plataforma de manera anónima en alrededor de veinte minutos y está dirigida a cualquier argentino mayor de trece años. Las preguntas van desde datos personales básicos de población (fecha de nacimiento, género, peso, altura) hasta preferencias diarias y hábitos de sueño. Los primeros datos podrían estar listos a mediados de 2018.

En rigor, no será la primera vez que se mida el sueño de los argentinos. Existen relevamientos como el del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), que midió alrededor de seis mil casos relacionando variables del sueño con aspectos socioeconómicos. La diferencia será que esta iniciativa pretende convertirse en una muestra federal y representativa de todo el país.

Los antecedentes a Crono Argentina pertenecen a otros países: la primera experiencia similar se hizo en Munich de la mano de un científico llamado Tilt Runeberg hace diez años y se llamó “Sleep Project”. Así, desarrolló un test para identificar cronotipos es decir si las personas son más matutinas o vespertinas. Luego se comparó el sueño de los fines de semana y los días laborables, para encontrar una especie de “jet lag social” que sería la diferencia entre el horario de nuestro reloj biológico y el del mundo. “Sleep Project” se convirtió en una masiva base de datos alemana con decenas de miles de casos.

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“Con una encuesta sencilla se llegó a conclusiones muy poderosas. Por ejemplo: que en un país pequeño como Alemania, el sueño y este jeg lag social dependen de la longitud, de la hora de salida del sol, del cambio en las estaciones (este/oeste). Encontró también relación con el consumo de nicotina, con la obesidad, una serie de cuestiones interesantes. Incluso, una de sus conclusiones tiene que ver con la definición de adolescencia: encontró que la preferencia horaria se va corriendo hacia más tarde en la adolescencia, y que el reloj biológico de los adolescentes es más búho y tiene las horas corridas hacia la tarde”, explica Golombek.

También hay estudios previos del propio Golombek que sirven de base. Uno que realizó hace unos años junto a un equipo en una comunidad mapuche de Neuquén, en el que analizaron la correlación de la estacionalidad y las mudanzas de la comunidad tomando como referencia la luz solar. La otra investigación fue en 2015, junto con colegas internacionales, en dos comunidades tobas de Formosa. Allí compararon el sueño en una comunidad expuesta a la luz eléctrica y otra sin. “Comprobamos que los que tienen luz eléctrica duermen menos, tienen diferente comportamiento y organizan distinto su vida”.

Con esos antecedentes, confeccionar las preguntas de Crono Argentina les llevó, a Golombek y su equipo, un año de trabajo. Se guiaron con dos cuestionarios: uno clásico, de cronotipos (de preferencia horaria, para saber si los individuos son más matutinos, más vespertinos, etc.) y otro de preferencias, más psicológico (con preguntas como: “si te invitan a jugar un partido de futbol a la mañana, ¿cómo te sentirías? ¿Bien, cansado?”). Y le agregaron algunas preguntas propias, relacionadas con las costumbres y la exposición a la luz.

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Diego Golombek

“Lo primero que queremos saber es si hay correlación geográfica: saber si en los ejes norte sur y este oeste hay variación de cronotipos. Y después relacionarlos con las variables que vayamos sacando de la encuesta y demográficas: población urbana y rural, grandes centros poblacionales, que sacamos de datos públicos”, adelanta Golombek. Espera llegar a encuestar al uno por ciento de la población, es decir, a 450 mil argentinos.

“Por un lado, porque tener idea de cuestiones más bien folklóricas o anecdóticas, como en qué lugares del país la gente duerme más, o menos, o duerme siesta, parece importante para ponerle números. Pero más allá de eso, porque incluso puede servir para hacer recomendaciones de políticas públicas”, dice Golombek.

“Si vos cambias el horario para tener más luz por la noche, la gente cena más tarde, por lo tanto duerme menos, y se vive peor. Hay un estudio que dice que dormimos entre una y dos horas menos que hace cincuenta o cien años: eso es muchísimo y las consecuencias son muy importantes. Si se duerme menos se vive peor. Hay más accidentes, tenés peor ánimo, te equivocas y te enfermás más. Tengamos al sueño como un factor de importancia pública y no solo como un factor anecdótico que uno hace cuando puede”, predica.

Para participar en la encuesta hace clic aquí.

Fuente: MINCyT

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Agustina Dergarabedian
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