Bayer Kimlu: Campamento para genios en paisajes aislados

Portinos cruzó la Cordillera de los Andes para vivir la experiencia Bayer Kimlu, un campamento donde adolescentes de 14 a 18 años interesados en ciencia, cumplen diversos desafíos que impulsan sus capacidades STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática) en un entorno natural y aislado. La quinta edición del desafío, co-organizado por Bayer y la Fundación Ciencia Joven, recibe a 25 jóvenes chilenos y por primera vez a 15 argentinos.


¡La ciencia es prueba y error, la ciencia es prueba y error!” repite una y otra vez, un adolescente emocionando. Son las 11:45 del jueves y en el medio de Parque Tantauco (Isla grande de Chiloé, Chile) se vive una experiencia desafiante. Cuarenta jóvenes deben descubrir qué hay adentro de una caja -pero sin tocarla, sin Wi-fi y sin señal de celular-.

Al terminar se desilusionan: la caja nunca se abre. Sucede que muchos científicos jamás confirman si sus descubrimientos son verdaderos, como Einstein que murió sin comprobar su teoría sobre ondas gravitacionales. Además el conocimiento es una construcción modificable a través del tiempo en base a la evidencia.

Kimlu viene del mapudungun y significa conocer ciencia. El primer desafío del campamento 2016, que se realiza entre el 2 y el 12 de marzo, es sólo el comienzo de una experiencia que llenará con vivencias la definición de esa palabra.

Los 40 participantes explorarán temáticas de ecología, salud humana, física, microbiología, geología e ingeniería. Realizarán actividades de alta exigencia física como kayaking o trekkings científicos, caminatas donde toman muestras con objetivos que impulsan sus propias investigaciones. Una autentica travesía. 

Un sueño en crecimiento, con participantes de alto desempeño

Los 15 embajadores argentinos.

Los 15 embajadores argentinos.

El campamento, que comenzó como un sueño de la Fundación Ciencia Joven en el verano de 2012, ya entrenó a más de 200 jóvenes. Desde 2015, la actividad también es auspiciada y co-organizada por Bayer.

“Buscábamos un programa corporativo que tuviera que ver con la educación en ciencia. Nos encanta que el campamento impulse la enseñanza al aprender experimentando y comparar con pares. Para nosotros es fundamental que puedas transformar la naturaleza en tu propio laboratorio”, dice Camila Reid, responsable de comunicaciones de Bayer Chile.

Todos los campers obtuvieron becas completas para asistir al campamento. Se destacaron entre los 300 candidatos que postularon, gracias a sus respuestas en un cuestionario y presentación personal en un video de 1 minuto.

De Argentina fueron seleccionados chicos de distintas provincias como Córdoba, Corrientes, Mendoza y Buenos Aires. En general, predominan los alumnos de escuelas públicas y por primera vez las chicas superan a los varones. Todos son veteranos de olimpiadas científicas y muchos ya se conocen de experiencias similares como Expedición Ciencia.

Mientras millones de adolescentes de ambos países retoman la escuela secundaria, este grupo selecto registra sus emociones en un cuaderno, realiza desafíos para salir de su zona de confort, aprende en talleres de STEM y charlas con científicos.

“Nuestra formación de liderazgo es bien personal, porque empezamos trabajando desde el auto-conocimiento. Después avanzamos con actividades en equipo y de escucha activa, porque muchas veces estos jóvenes son los mejores de su clase y están acostumbrados a hacer las cosas solos”, explica Oscar Contreras Villarroel, fundador y director ejecutivo de Ciencia Joven.

Aprender en un entorno natural

La naturaleza es un componente crucial de la vivencia porque enfrenta a los chicos con otro contexto fuera de la rutina y las cuatro paredes donde suelen aprender. Las versiones anteriores se desarrollaron en el Parque Karukinka (Tierra del Fuego), Parque Nacional La Campana y en el pueblo de Quintay, región de Valparaíso.

Tras dos vuelos y un ajetreado viaje en combi por caminos de tierra y piedras, con un conductor que ocasionalmente escucha cumbia o reggaeton, los acampantes argentinos aterrizaron en Parque Tantauco, el lugar elegido para esta edición.

El paraíso natural, propiedad del ex presidente Sebastián Piñera, se ubica el territorio más alejado y salvaje de la Isla Grande de Chiloé, en el límite norte de la Patagonia Chilena.

En sus 116 mil hectáreas conviven diversas especies de flora y fauna, como el zorro chilote o la ranita de Darwin. Además de sumar 130 kilómetros de senderos para realizar trekking, el territorio es uno de los 35 lugares con más biodiversidad en el mundo. Razones que bastan para atraer a más de cinco mil personas cada año.

Alan Bannister, gerente de Parque Tantauco, recuerda que Chiloé recibía poco turismo porque era sólo salmones y choritos. Como en los últimos años, la isla mejoró su infraestructura ahora alcanza con caminar sus recovecos para escuchar diversas tonadas latinoamericanas y algunas palabras en francés.

El aumento de turistas, se ve reflejado en el Parque que este verano tuvo visitas récord

Desafíos con contrastes

Los campers viven jornadas intensas desde las 7:00 hasta las 23:30. Estudian, con obligados juegos de cartas de por medio, pero al mismo tiempo descansan por estar completamente desconectados de Internet y las redes sociales.

Aprenden en talleres interactivos en medio de la naturaleza divididos en ocho equipos de cinco integrantes, con un monitor de por medio. Trabajan juntos en distintos ambientes y climas, con objetivos abiertos y límites de tiempo. Parecen científicos adultos hasta que empiezan las bromas o se suben a caballito sobre un compañero.

Se respetan y complementan pero no piden disculpas si tienen que gritarse o expresar su opinión por sobre la del otro. En sus palabras se siente seguridad y emoción. Saben que viven una oportunidad única y la aprovechan al máximo.

Cuando llega el momento de buscar muestras de materia orgánica en el bosque, usan métodos tradicionales y sacan sus propias conclusiones sin ayuda de los santos Google y Wikipedia. No están acostumbrados a procesos tan largos de investigación por lo que la frustración ocasional se combina con una satisfacción mayor cuando encuentran resultados. Eso si, entre descubrimiento y descubrimiento, aprovechan para tomar una selfie o fotos del paisaje para sus álbumes de Facebook.

“Son 40 estudiantes talentosos, con procesos cognitivos súper altos y experiencias reales de ciencia. Procesan información, piensan, razonan, cuestionan. Es súper emocionante tener una clase así”, describe Marjorie Parra, co-fundadora de Ciencia Joven.

Marjorie Parra

Marjorie Parra

Parra, que también es profesora y bióloga, es una apasionada extrema por la ciencia y la enseñanza. Se emociona cada vez que encuentra un insecto y con sólo mencionar Bayer Kimlu esboza una sonrisa gigante. Gracias a la fundación, descubrió que hay otras formas de enseñar ciencia y que no existen los limites cuando se trabaja con un adolescente motivado.

Pequeños genios con grandes historias

Ejemplo: Beca Tug-Ing-Woche para estudiar ciencia en Alemania, pasantía en un laboratorio estadounidense, primer violinista en la Orquesta Alberdi de Hurlingman, promedio 10 en alemán y 9,92 en español, la trayectoria de Salvador Moncayo Von Hasse (17) parece inalcanzable.

Oriundo de La Horqueta, el hijo de padres muy argentinos con descendencia alemana prefiere entender “cómo funciona una planta antes que sentarse a leer Kafka”. A pesar de que sus padres suelen decirle que debería tomarse una pausa, Salvador disfruta sus últimos días de vacaciones en Bayer Kimlu junto a personas muy inteligentes que tienen intereses similares.

María Cristina Haug Gray (16) de San Martín de los Andes, también tiene un currículum internacional. Sumado a su experiencia en olimpiadas y Expedición Ciencia, en 2015 ganó una beca para asistir al International Science Summer Camp en Copenhagen (Dinamarca). Allí desarrolló un sistema de economía colaborativa para fomentar el uso de autos eléctricos.  

Aunque diferentes, los 40 participantes tienen historias similares a las de Salvador y María Cristina: ostentan promedios espléndidos, realizan múltiples actividades fuera de la escuela y sienten una satisfacción genuina cada vez que incorporan nuevos conocimientos.

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Cada día termina con un gran fogón comunitario.

Se relajan con los primeros acordes de una guitarra en medio de un fogón. Cantan canciones nuevas, corean clásicos, proponen nuevas melodías y hacen chistes. No tienen miedo al ridículo, vuelven a ser niños.

“Mi experiencia me dice que los chicos que son altamente intelectuales generalmente tienen otras habilidades sociales porque toman decisiones sabias desde una estructura valórica, algo que los hace parecer muy niños y a la vez ser buenas personas. Son como gente grande en cuerpo de niños, con una visión social que busca tener impacto en el mundo”, reflexiona Marjorie.

Campers que vuelven

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Diego y Pedro Pablo.

Después del campamento, los jóvenes ingresan a la Red Kimlu, un sistema que conecta a todos los campers que participaron del programa. Además, durante 10 meses cada participante tiene un mentor que lo ayuda a definir metas y cumplir objetivos. Según la localidad, se reúnen con acampantes de otras ediciones para desarrollar proyectos en conjunto.

Diego González (22) y Pedro Pablo Copaja (20) estudian medicina en distintas universidades de Chile. Participaron de las primeras ediciones de Kimlu y volvieron para ser monitores. De su experiencia como campers destacan la relación cercana con sus profesores sumada a la convivencia en un ambiente aislado con personas de diferentes lugares y realidades sociales.

“Uno vuelve con otra visión de lo qué es el mundo. Después de vivir una experiencia tan fuerte en 10 días, donde se forman lazos de amistad y se aprende mucho, regresas en otra sintonía”, recuerda Diego.

Ser monitores es su forma de retribuir a la fundación y transmitir sus aprendizajes a otras generaciones. Sienten que pertenecen a una gran familia.

Aunque con su trayectoria e inteligencia pueden desempeñarse en los ámbitos más prestigiosos del mundo, sueñan con convertirse en médicos de pueblos chicos y ayudar donde no hay ayuda. Ese sentimiento, de aportar y retribuir a su país, es común entre los participantes chilenos y argentinos.

¿La salvación para el futuro?

Generación Kimlu 2016

Generación Kimlu 2016

Según la United States Patent and Trademark Office (USPTO) en 2015 los 32 países de América Latina y el Caribe registraron alrededor de 836 patentes. Un número bajísimo si consideramos que Estados Unidos logró 159.00 patentes en el mismo periodo de tiempo.

Aunque en 2015 los inscriptos de ingeniería superaron por primera vez a los de sociales, Argentina sigue siendo el país con más psicólogos por habitante

Ciencia joven quiere llevar sus ideas al Ministerio de Educación de Chile y transportar el campamento a otros países de la región. Así, el impulso de la generación Kimlu podría acelerar la innovación en América Latina y ser la clave para que nuestros países brillen en el mundo del conocimiento.

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Agustina Dergarabedian
9 marzo, 2016

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