Internet, el e-mail y la privacidad

Escribe Manuel Sabariz Santos


Existe la muy errada impresión de que cuando se realiza cualquier acción sobre Internet,
esta acción se mantiene anónima.

Nada menos cierto, y hoy veremos qué pasa cuando utilizamos uno de los más populares
servicios de Internet, el e-mail.

Para ponernos en contexto, veamos qué hacemos cuando enviamos una carta convencional.
Si, esos pedazos de papel escritos que guardábamos en un sobre en el que poníamos la dirección (física) del destinatario y llevábamos
al correo.

Bueno en esa ?antigüedad? hacemos dos cosas claves:

  • Ponemos la información, el papel
    escrito, en un sobre al que cerramos.
  • Pagamos por el envío.

O sea que estamos haciendo un acto que prevé una cierta confidencialidad, a este acto
lo defiende la misma Constitución Nacional.

Pero si lleváramos un papel suelto, o sea sin sobre alguno, seguro que más de uno lo
leería. Desde el que lo recibe en el correo hasta el que lo entrega al destinatario, pasando por toda la línea de distribución.

De hecho existe un tipo de correspondencia, que se aplica a revistas y material
publicitario, que se entrega sin sobre y su tarifa es considerablemente inferior a la correspondencia que va en sobres cerrados.

Vayamos al punto en que pagamos. El pago cubre dos puntos, la entrega en tiempo y forma
del sobre y la privacidad del envío.

Ahora, fíjense que cuando enviamos un e-mail no hay sobre ni ningún elemento que de una
pretensión de privacidad del envío, que de hecho no tiene ninguna privacidad.

Ud. escribe un e-mail y lo envía, pero ¿A dónde va cuando sale de su computadora?

Sin entrar en demasiados detalles técnicos, digamos que el primer escalón del envío es
el proveedor de su servicio de e-mail. Por ejemplo Yahoo o MSN o el de su dominio, sea este el que sea.

O sea que va a una computadora que tranquilamente puede copiar el mensaje y guardarlo.
A partir de esa computadora pasa por otra variedad de servidores y termina en el servidor de correo de la persona que lo va a
recibir.

Y en cualquier paso de este viaje puede ser copiado, o alterado, sin que quede prueba
alguna de que esto ocurrió.

Yo tengo desde hace años una frase que describe muy bien la privacidad que uno puede
esperar al enviar un e-mail. Lo que afirmo es que enviar un e-mail es como gritarlo en la esquina de Corrientes y Paraná a la hora
pico.

La única opción de privacidad que nos queda es que hay tanto ruido que es posible que
nadie los escuche.

O sea que son tantos los e-mail que circulan por el mundo que es muy difícil que
alguien nos preste atención.

Sin embargo si alguien está interesado en la información que intercambiamos con otras
personas, le hacemos un enorme favor al usar el e-mail como método de comunicación.

Además el e-mail tiene otro problema grave y es que es muy fácil sustituir, o hacerse
pasar, por un usuario cualquiera.

Esto lo tuvimos hace unos meses con la distribución de e-mail ?truchos? y que
aparentemente firmaban ciertos periodistas, los cuales no tenían la menor idea de esos envíos.

En este momento, Ud. debe estar pensado que no va a usar más el e-mail como medio de
comunicación de información con alguna sensibilidad.

Sin embargo el problema tiene solución, hay una herramienta que permite asegurar que
quien dice ser el que lo envía sea en realidad él. O sea que no sustituyan la identidad del que envía el e-mail.

Asimismo con el mismo sistema se asegura que lo que se recibió es igual a lo que se
envió.

Esta herramienta se llama firma digital. Sin embargo todavía no podemos evitar que
sepan lo que escribimos. Pero no todo está perdido.

Piense que es lo mismo que una persona no pueda leer lo que escribe que si lo que lee
no lo entiende.

Esto se llama criptografía y radica en tomar un texto ?claro?, o sea que cualquiera que
lo lea pueda entender lo que dice, y pasarlo a una forma cifrada o inteligible.

La criptografía se remonta a los romanos y la aparición de las computadoras y los
avances matemáticos del siglo pasado la llevaron a niveles altamente seguros.

Realmente todos los problemas se resuelven con los llamados ?Certificados digitales? ,
éstos permiten que firmen y cifren sus e-mail para que nadie se pueda hacer pasar por Uds, altere lo que envió y, mucho menos,
entienda lo que el mensaje dice.

Claro, todo tiene un problema, para usar estos certificados digitales hay que pagarlos.
Como en el viejo correo, hay que pagar para obtener un servicio.

Hay varias firmas que brindan ese servicio como Verisign, representada localmente por Certisur y como una
opción gratuita está PGP,  que si bien
después de 30 días, y si no lo compra, pierde sus capacidades de funcionamiento automático integrado con el e-mail, se puede seguir
usando en forma manual.

Otra alternativa para obtener un certificado digital gratuito es la Subsecretaría de la Función
Pública
.

Hasta la próxima: msabariz@yahoo.com

Versign

Certisur

PGP

Subsecretaría de la
Función Pública

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