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Seguir leyendo //La pandemia del COVID-19 aceleró el proceso de digitalización en las organizaciones. En muchos casos, ya contaban con los recursos y, en otros, su aplicación forzosa enseñó que era posible ser más eficientes, producir lo mismo ahorrando ciertos costos o producir más y gastando menos. Entonces, surge una pregunta ¿por qué no sucedió antes? Por María Emilia Rey Saravia, economista, investigadora del Observatorio de Productividad y Competitividad de la Universidad CAECE.
No es ni más ni menos que la famosa historia de la rueda y la valija. Dicen por ahí que la rueda se inventó aproximadamente en el año 3500 AC, y que la valija o baúl data de la Edad Media. Sin embargo, la valija con ruedas recién surge a mediados del siglo XIX. Estuvimos siglos cargando maletas sin darnos cuenta de que podíamos hacernos la vida un poco más fácil.
La transformación digital es un término de moda en estos tiempos y no hacer nada en pos de ello pareciera una pérdida de tiempo. Algunos creen que implica grandes conocimientos o gastos de inversión en tecnología, otros piensan que se trata de incorporar Inteligencia Artificial o Machine Learning a sus procesos. Estas perspectivas hacen que parezca algo lejano, impracticable o muy sofisticado para pequeños emprendimientos u organizaciones, en las que las necesidades son más simples o básicas.
La realidad es mucho más sencilla. Desde la incorporación de un calendario digital que nos ayude a organizar tareas o compromisos, el uso de carpetas compartidas para el trabajo colaborativo entre los miembros de un equipo de trabajo, el uso de una app que nos ayude a recordar asuntos o tareas pendientes son ejemplos que pueden ayudar hasta a una médica a organizar mejor su trabajo y sus pacientes, sin perder tiempo llenando fichas a mano o desesperándose por la organización de los turnos o cobros.
En definitiva, la transformación digital se refiere a esos pequeños y grandes pasos que nos simplifican nuestro trabajo diario, aplicando un poquito de tecnología.
En Economía tenemos muchas teorías de crecimiento y productividad para las pequeñas, medianas y grandes empresas. Una en la que todos estamos más o menos de acuerdo (o hasta ahora nadie pudo demostrar lo contrario), es que la productividad de una empresa (ya sea un kiosco o una multinacional) viene de la mano de la tecnología y la innovación.
Las grandes empresas pueden usar tecnologías para hacer un uso inteligente de sus datos y su información, y de ese modo tener una adecuada gobernanza de datos. Hoy la información y el conocimiento que brinda la inteligencia sobre los datos es la clave del éxito para un aumento de productividad sustancial en las empresas.
La utilización de la nube como infraestructura (IAAS), servicio (SAAS) o plataforma (PAAS) es casi indispensable para que las organizaciones sean más eficientes con sus recursos. A tal punto que hasta puedan prescindir de infraestructura física, papeles e impresoras o servicios tercerizados obsoletos que deben transformarse o reconfigurarse.
Ese cambio de paradigma hacia un mundo digital que nos haga más productivos también tiene que ver con la incorporación de nuevas metodologías de trabajo. Las metodologías ágiles llegaron hace mucho, ya más de 30 años, cuando las empresas de tecnología las incorporaron por primera vez y como hábito de trabajo. Con la explosión de la Big Data, la tecnología y el parcial fracaso de las metodologías tradicionales, verticalistas y poco colaborativas, estas metodologías y las distintas herramientas ágiles nos están invadiendo en todos los campos y tipos de organización.
Hoy en día, no necesitamos enviar un cohete a la Luna para transformar nuestras organizaciones digitalmente. Solo necesitamos dar ese primer paso para revisar cómo venimos haciendo las cosas y qué facilitadores podemos incorporar para agregar valor, eficiencia y productividad. Las opciones para cada necesidad abundan y pueden ser muy baratas. Lo más importante es mantener un espíritu de liderazgo innovador con actitud y disposición a aprender y desaprender constantemente. La capacidad de ser permeable al cambio es clave para encontrar la mejor manera de optimizar los recursos.
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