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Seguir leyendo //Una dupla argentina, compuesta por un filósofo y un diseñador, restauró y resignificó con el uso de tecnología 3D el Mecanismo de Anticitera, un sistema de engranajes construido hace unos 2200 años que podía indicar el desplazamiento de los astros, registrar los ciclos lunares y predecir los eclipses, entre otras funciones. La pieza histórica se encuentra en el Museo de Arqueológico Nacional de Atenas, pero la curiosidad por este mecanismo, al que el mundo científico identifica como la “primera computadora”, llevó a que diferentes académicos depositen su atención en él.
Los científicos son Christian Carman, investigador de Filosofía de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), y Marcelo Di Cocco, diseñador gráfico y animador digital.
Ambos trabajaron en el análisis de piezas originales e imágenes de tomografías computadas del Mecanismo de Anticitera, una “computadora” que fue construida unos 200 años antes de Cristo y que consistía en una serie de 30 engranajes -similares a los de un reloj antiguo– y un grupo de cuerpos esféricos organizados en estructuras circulares que simulaban un sistema solar.
“En 1900 se descubre en un barco hundido en la isla griega de Anticitera. Eran los restos de una especie de reloj. En aquel momento no le dieron atención pero luego se lo estudió y hace unos 15 años un equipo descubrió para qué servía, pero los datos que arrojaban no eran exactos“, explicó Carman, quien desde hace siete años trabaja en este tema desde Argentina, a Télam.
Uno de los que más estudió al Mecanismo de Anticitera es Michael Wright, investigador del Imperial College de Londres, quien descubrió varios de los usos que se le daba al dispositivo. Sin embargo, el trabajo del investigador inglés era incompleto hasta que los argentinos Carman y Di Cocco se abocaron a la tarea.
“Para que sea fácil de entender: utilizando animaciones y simulaciones en 3D reconstruimos el engranaje. Mediante las tomografías computadas que nos enviaban repensamos y nos dimos cuenta que en la reconstrucción el engranaje miraba para adentro. Lo pusimos a mirar hacia afuera y readaptamos algunas partes. Nuestra contribución es que el engranaje movía un dispositivo que lo hacía es mostrar la distancia entre la Tierra y la Luna“, explicó Carman.
En este sentido, el investigador destacó que a partir de ese aporte se obtenían datos más precisos sobre las fases lunares y los eclipses; que ya hace más de 2000 años despertaban el interés de quienes querían estudiar el cosmos.
Este antiguo dispositivo, además, servía probablemente para la enseñanza de astronomía, ya que no se registran en el mundo occidental herramientas de precisión similar: “La pieza tenía la posibilidad de señalar hasta las fechas de los Juegos Olímpicos“, agregó Carman.
Ambos especialistas presentaron a comienzo de 2016 sus descubrimientos en un paper publicado por la Universidad de Nueva York, al que se puede acceder desde aquí.
Actualmente la dupla continúa trabajando sobre el Mecanismo de Anticitera y su próximo paso es una etapa de reconstrucción de partes a través de impresoras 3D, lo que permitirá manipular copias exactas de las piezas y generar nuevos canales de difusión para la comunidad científica.
Fuente: Télam
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