Descubren en Suráfrica bacterias “de otro mundo” a tres kilómetros de profundidad

Usan uranio radiactivo para obtener energía de
moléculas de agua


Científicos de varios países descubren en
Suráfrica bacterias “de otro mundo” a tres kilómetros de profundidad. Son de los pocos organismos que viven al margen de la energía
solar. Dependen del uranio radiactivo para convertir moléculas de agua en energía.

Un grupo internacional de científicos ha descubierto, a 3 kilómetros de profundidad en una mina de oro surafricana, una comunidad de
bacterias que depende del uranio radiactivo para convertir moléculas de agua en energía. El hallazgo, que se anuncia en la revista
“Science”, supone un avance en el estudio de la vida en condiciones extremas, como las que pueden darse en el subsuelo de mundos como
Marte y Europa, el satélite de Júpiter. «Estas bacterias son únicas, en el más estricto sentido de la palabra», asegura Li-Hung Lin,
ahora en la Universidad Nacional de Taiwan, pero que realizó la investigación en la de Princeton y en la Institución Carnegie.

Cuando tuvieron noticias de que se había encontrado una grieta de la que manaba agua en una mina de oro y a 3 kilómetros de la
superficie, los autores vieron la oportunidad de estudiar un entorno subterráneo no contaminado por el hombre. Descendieron hasta el
lugar y tomaron muestras del agua durante 54 días para ver si había microbios, de qué tipo eran, la edad del agua y su composición.
Así supieron que el agua contenía hidrocarburos e hidrógeno que no parecían producto de procesos biológicos, sino de la descomposición
del agua expuesta a la radiación del uranio de las rocas.

Radiación beneficiosa

«Sabemos cuán aisladas han estado estas bacterias porque los análisis del agua en la que viven es muy antigua y no ha estado diluida
con agua de la superficie. Además, hemos descubierto que los hidrocarburos del entorno no proceden de organismos vivos, como es
normal, y que la fuente del hidrógeno que necesitan para su respiración es la descomposición del agua por uranio, torio y potasio
radiactivos», ha explicado Lin. La comunidad de bacterias identificada por los científicos no dependería para nada de la luz del Sol.

El ser humano y casi todos los organismos terrestres dependen del Sol para vivir, ya que las plantas están en la base de la cadena
alimenticia. Hay lugares de nuestro planeta a los que no llega la luz solar y donde los organismos que prosperan son los llamados
quimiótrofos, que obtienen su energía de compuestos químicos. Viven, por ejemplo, en las fumarolas del fondo del océano Atlántico.
Hasta estos extraños organismo dependen en parte de nutrientes que han tenido su origen en procesos de fotosíntesis. Ese no es el
caso, sin embargo, de los organismos descubiertos en Suráfrica, cuyo hallazgo permite avanzar en el conocimiento de la vida.

«Sabemos sorprendentemente poco sobre el origen, evolución y límites de la vida en la Tierra», admite la bioquímica Lisa Pratt, de la
Universidad de Indiana y uno de los autores. Para esta investigadora, «los científicos están ahora empezando a estudiar la diversidad
de organismos que viven en las profundidades oceánicas. La corteza terrestre no ha sido prácticamente explorada a una profundidad de
más de 500 metros. Los organismos que describimos en este artículo viven en un mundo completamente diferente al que conocemos en la
superficie».

Aunque hay muchas especies de bacterias diferentes en la mina, las muestras tomadas por los científicos están dominadas por una nueva
especie emparentada con una bacteria de las fuentes hidrotermales del tipo de las Firmicutes. Los análisis de ADN demuestran que ha
permanecido aislada de sus parientes más cercanos entre 25 y 3 millones de años, mientras que las rocas en las que vive tienen unos
2.700 millones de años. Los científicos ignoran cómo las Firmicutes y otras especies de bacterias que se dan en la superficie han
llegado hasta los 3 kilómetros de profundidad.

Ecosistemas extremos

En la mina surafricana, situada cerca de Johannesburgo, la radiactividad del uranio extrae el hidrógeno del agua y forma sulfatos a
partir de minerales sulfurosos. Las Firmicutes se alimentan de ese hidrógeno y esos sulfatos, y otras bacterias, se nutren de sus
desechos. «Es posible que comunidades como ésta pueden sobrevivir indefinidamente, siempre que cuenten con los procesos geológicos
necesarios para su subsistencia. El tiempo nos dirá cuántos más podemos encontrar en la corteza terrestre, pero es emocionante pensar
que pueden existir en cualquier otro lugar del Sistema Solar».

A los organismos que viven en condiciones extremas se los conoce como extremófilos, y son desde hace tiempo objeto de especial
atención por parte de los astrobiólogos, los científicos que se dedican a la búsqueda vida en otros mundos. Parten de un razonamiento:
lo más parecido a otro planeta en la Tierra son ecosistemas extremos como el de la mina de oro de Suráfrica, el de Río Tinto en Huelva
y el de las fumarolas oceánicas.

La Flecha

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