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Seguir leyendo //En la última mañana más fría del 2010 sobre Buenos Aires, Diego Golombek (foto), hizo reir y pensar a un auditorio ávido de tecnología y vida reunido en los salones del hotel Meliá. Aunque dijo no entender mucho acerca de que propone la empresa RedHat al hablar de Cloud Computing, Diego Golombek trazó la analogía de cuánto aportaría al mundo una red de cerebros unidos por esa nube y puestos a trabajar juntos un mismo tema. Por ejemplo en el campo de la neurociencia que lo ocupa y que lo hace muy conocido entre quienes siguen sus apariciones públicas o sus explicaciones en Canal Encuentro, entre otras.
Y lo hizo haciendo sonreir, que es su estilo. En una mixtura didáctica de humor y ciencia que ha trascendido las fronteras: al punto que ganó tres años atrás el igNobel, una distinción que se otorga en la mismísima Harvard University, con premios Nobel auténticos entregando los galardones. El igNobel reconoce a quienes hacen reir y pensar y Diego Golombek, lo recibió por una investigación hecha para el campo de la aviación, junto con Patricia Agostino y Santiago Plano, según la cual los hamsters superan el desfase horario de los vuelos (jet lag) si se les da Viagra. El trabajo alcanzó repercusión y fue publicado en revistas científicas como PNAS.
En esta fría mañana en el Meliá, DG comenzó invocando el enfoque que el antropólogo social Gregory Bateson (foto) propuso para mirar la vida: hacerlo desde otros ángulos que los habituales. Por ejemplo: ¿cómo definirían la vida en la Tierra, seres llegados de otro planeta -Marte, Saturno, otro mundo- y se encontraran con objetos como un caracol, una golosina, un pastillero y algún líquido turbio como el del pote que puso en manos de los asistentes. Y antes que nombres propios como caracol, golosina…, invitó a tomar el lenguaje que la ciencia construyó para caracterizar a esos objetos. Y así DG aceptó de buen grado la definición que el depositario del caracol esbozó: concentración de calcio con forma de circunvoluciones…
Si cualquier ser tomado de improviso es consultado acerca de ¿qué es la vida? puede seguir cuasi tranquilo por “su vida” porque la definición es igualmente esquiva o amplísimamente rica para los científicos. Y es también cuestión de enfoque… Por ejemplo suponiendo que todos tenemos cerebro y que oscila en un peso promedio -kilo a kilo trescientos-; supongamos que todos tenemos corazón (que además de palpitar, “siente”); que todos llevamos estómago varios metros de intestino; que todos elevamos nuestra arquitectura con 202 a 206 huesos… somos el resultado cuantitativo de todo eso. Nadie dejará de sostener que somos eso y mucho más…, o mucho menos, pero indudablemente algo distinto y único.
¿Pero mucho más según qué? ¿Según nuestros genes? ¿Según la también aparente semejanza entre los 80.000 (o 25.000) genes de cromosomas del cuerpo humano? ¿Una estructura que nos señala como similares en un 98% al chimpancé? Siempre haciendo sonreir DG ilustró el instante con el rostro de un chimpancé y una banana, interrogando ¿somos 50% bananas? como parecen mostrar los mapas de ADN de ambas especies. ¿Somos humanos por cual o tal? ¿por nuestros genes? ¿por el ambiente en que crecimos? ¿por el camino que elegimos? ¿Cómo definimos vida? en este marco innegable en el que estamos vivos ¿estamos vivos? Sí y todos somos mutantes, supo decir DG ante el auditorio que siguió con deleite su hora de exposición.
“Lo que me generó -explicó luego DG- esta cosa de estar trabajando en las nubes fue en torno a ciertas ideas que están vuelta ahora en el terreno de las neurociencias acerca de ¿qué pasa si se juntan muchos cerebros? Uno lo podría hacer, en términos de ciencia ficción con un científico loco con acento alemán, que cablee un monton de cerebros y salga un cable general de ello…, pero eso no es tan simple. Pero sí es posible aprovechar cosas que todos hacemos todo el tiempo imperceptiblemente, sin pensar -por ejemplo los famosos captchas (pruebas de Turing) que tenemos que llenar para saber que sos un humano del otro lado.
“Esas cosas -prosiguió- las hacemos permanentemente y alguien propuso porqué no juntar a un montón de personas resolviendo captchas para otras investigaciones, para inteligencia artificial, por ejemplo. O juegos para determinar qué es una imagen escondida en un conjunto o determinar dónde está -algo en los que el cerebro humano aún supera y en mucho a las mejores máquinas-. Si eso lo hace un humano o dos, no pasa nada; pero si lo hacen millones de seres juntos, el poder que tiene ese cerebro conjunto es arrasador. La gran pregunta es cómo aprovechar ese poder de millones de cerebros juntos para los retos en inteligencia artificial.
“Mencioné a un guatemalteco –Luis Von Ahn, de tan solo 26 años (boceto)- que está pensando en estas cosas y en otros proyectos que tienen que ver con ajedrez y esa es la percepción de la biología que a mi se me ocurre, en tanto biólogo que no sabe de tecnología y entendemos que se juntan muchas cosas en muchos lados. No sabemos dónde se juntan todos esos cerebros que están pensando esas cosas y el asunto es que se están juntando y resolviendo cosas que de otro modo no se podrían resolver. Y para llegar a este concepto hicimos un recorrido muy peculiar ¿qué es la vida? y ¿qué nos define como bichos? Y hay algo de cierto en el bombardeo constante de que somos los genes, pero sobremanera somos lo que hacemos con esos genes y eso es el ambiente.
“A partir de la aparición del proyecto del Genoma Humano se dejó de hablar de ambiente y se habla siempre de los genes… del gen de tal enfermedad, el de tal cualidad o personalidad… y esstá mal eso. Me parece que tenemos que volver a las fuentes y hacer un trabajo educativo fundamental y ahí es donde tienen que estar los científicos. Los científicos no estamos participando de proyectos educativos generales. No digo que seamos castigados por participar de alguno, pero no somos recompensados y eso tiene que cambiar. Tiene que haber hechos que sean atractivos para que el científico participe de procesos educativos de la ciencia.
“Reconozcamos que un concepto como que somos genes más ambiente, no es popular. La gente está aterrorizada con que un día va a ir al médico y le va a dar una tarjeta que dice cuáles son todos tus genes y de qué te vas a morir, de qué te vas a enfermar, a qué edad, con quien te vas a casar, etc., etc., lo que fuere. Y eso es imposible que ocurra. Los análisis de genoma individuales, como mucho dan indicios de propensión a algo. Propensión a afecciones cardíacas, pero eso no dice que te vas a enfermar de eso; o que si tenés propensión al cáncer, vas a tener cáncer.
“El cáncer es un ejemplo de ello: el convencimiento de que el cáncer es una enfermedad genética hereditaria, es absolutamente masivo. Parece ser que es inevitable. Chau, te vas a morir. Y lo cierto es que cánceres genéticos hereditarios son dos o tres, el resto los dispara el ambiente. Pero esto es algo que algunos científicos lo saben y otros no, pero no nos preocupamos por contarlo, por ir a la escuela, ir a reuniones comunitarias, a charlar con los medios. No nos preocupamos en dar una versión menos marketinera de la ciencia, pero más real y creo que los científicos estamos fallando en eso, en dar esa visión.
“Esto es lo que me disparó esta invitación de RedHat -y del ejecutivo Martín D´Elía- y que básicamente se llama cloud computing y que puede ser un servidor o una computadora sencilla, pero en algún lado están sucediendo cosas a las cuales posiblemente se esté ajeno, pero que están aprovechando un conjunto de herramientas y de ellos recibís las soluciones que necesitás”. Y Martín D´Elía destacó en ese punto: “lo que propone RedHat como empresa de software es otro paradigma, otro modo de hacer las cosas y eso es lo que le pedimos a Diego Golombek que nos enseñe otras formas de abordar la realidad”.
Si la originalidad y el buen humor son signos de inteligencia, DG la exhibe en forma constante. Su sello es la desacralización del contar científico, algo que lo diferencia de los históricos, como él mismo lo señala: Los próceres de la ciencia argentina, Houssay, Leloir estaban muy en contra de esto. Consideraban la comunicación de la ciencia como una pérdida de tiempo. Científico -consideraban- es el que se sienta en la mesada y pipetea; el resto no es ciencia; no prestaban atención a la divulgación científica; no la consideraban necesaria… “”
“Eso está cambiando, sobre todo en los más jóvenes científicos, gana el concepto de que contar la ciencia es parte de nuestro trabajo”, concluyò Diego Golombek, quien no dejó de remarcar que no somos solo nuestros genes, sino cómo hemos construido nuestras vidas.
http://www.fcen.uba.ar/segbe/subsidios/cv_golombek.pdf
http://es.wikipedia.org/wiki/Premio_Ig_Nobel
http://www.pnas.org/content/104/23/9834.abstract
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