Al mundo de defensa, por adjudicación directa

En 2004, el Ministerio de Defensa le otorgó la radarización civil y militar del país a INVAP, sin experiencia previa en radarística. Hoy prácticamente todos los aeropuertos del país están bajo radar 2-D argentino, a un precio de 1,5 millones de dólares la unidad (muy por debajo del internacional), y los primeros radares militares 3-D, semimóviles y móviles, se despliegan en la frontera norte.

¿Deberíamos haber hecho licitación internacional? El presidente Menem, recordarán los memoriosos, la hizo, y la tarea iba a costarle al país 1600 millones de dólares. Pero el ganador y los perdedores agotaron sus fuerzas durante una década en acusaciones y duelos judiciales, y de radares, nada. Los cielos argentinos eran un caos. Néstor Kirchner prefirió cortar por lo sano: INVAP.

            Dato interesante: allá en 1982, cuando la guerra de Malvinas, la Task Force interfirió con facilidad nuestros radares. ¿Cómo no iban a hacerlo, si la OTAN era proveedora de casi todos ellos? El nuevo radar militar argentino no es imposible de engañar, pero al menos quienes lo hagan deberán tomarse el trabajo, y nunca sabrán (espero) lo que podamos haber aprendido en materia de contramedidas.

            En los ’90, la Argentina perdió su principal empresa de defensa, Fabricaciones Militares. Hoy al menos tiene un primer contratista propio.

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