En monolíticos, somos Gardel (Serie Tronador II)

Lejos de renunciar a la actividad espacial cuando el gobierno de Carlos Menem extirpó la CNIE, la CONAE se volvió un constructor respetable de satélites monolíticos, pero su segundo y actual director, Conrado Varotto (hyperlink 4) le imprimió un giro anti-copernicano a la herencia anterior: decidió que con el malogrado SAC-B (una misión pergeñada en los ’80 para averiguar el origen cósmico de las grandes explosiones de rayos X), ya era suficiente de gastar en ciencia pura. De ahí en más, todas las futuras misiones mirarían “para abajo”, y al costo de una idea menos cabal de qué pasa en el espacio profundo, saber qué pasa en la Argentina profunda.

Lo otro que dijo Varotto, y en pleno menemismo, era que la CONAE iba a construir un cohete de puesta en órbita, en aquel momento llamado VENG (Vehículo Espacial de Nueva Generación). Transcribo la entrevista al respecto, que publiqué en revista XXI. La leyó poca gente, no la creyó nadie, y tiene vigencia porque pinta al personaje.

“El Petiso” (como se lo llama a Varotto) fue siguiendo implacablemente su plan, con demoras pero sin detenciones. Dejó bastante asombrada a la Argentina de De La Rúa, que no esperaba casi nada del gobierno, cuando en 2000 puso en órbita el primer satélite de monitoreo terrestre de la Argentina, el SAC-C, satélite en el que participaron Estados Unidos, Brasil, Italia, Francia y España, con la Argentina como dueña de casa. Ser dueño de casa importa: uno decide hacia dónde apunta los sensores más importantes (en este caso, las cámaras) del satélite, de acuerdo a las propias prioridades. En sólo 460 kg. de peso, el SAC-C acumula 9 sensores (el satélite estadounidense promedio de observación terrestre tiene a lo sumo 2).

Como prueba de calidad, debería haberse “muerto” en 2005, pero sigue en su séptimo año de posvida gozando de buena salud, y mandando carretadas de datos. Con esto, Varotto hizo triplete: estableció la reputación de la CONAE, ayudó a la empresa nuclear rionegrina INVAP (dándole el diseño y la construcción de los satélites grandes), y preparó el terreno para otras cosas que ahora están sucediendo.

La NASA quedó tan convencida de la solidez de las plataformas SAC que enchufó el Aquarius (un sensor de salinidad oceánica de 150 millones de dólares) en el SAC-D, en órbita desde 2011 y gozando de buena salud. Los países asociados son los mismos, con el añadido de Canadá, y el peso del satélite ya está en la tonelada y media.

La segunda línea de “monolíticos” de la CONAE serán los inmensos SAOCOM 1 y 2, que harán lo mismo pero con radar “de apertura sintética” (o SAR) en banda L, y en óptico en infrarrojo. El radar permite observar siempre, sin importar si abajo es de noche o las nubes tapan el suelo. Que el radar sea un SAR implica poder mover a voluntad el haz del radar hacia su blanco, sin el peligro de ruptura de una antena móvil. Y es que el “service” a 680 kilómetros de altura no existe. El otro modo de dirigir una antena fija es apuntando todo el satélite, pero los gastos de combustible de los microcohetes sería terrible. Y agotada la hidrazina, el satélite se vuelve inútil, inmanejable y además, se cae de órbita y se incinera.

¿Por qué la rareza de un radar en banda L, en lugar de otras longitudes menores de microondas, que requieren de antenas más chicas y de menor potencia de emisión? Porque la onda L penetra la tierra y da mapas de humedad del suelo, asunto crítico en predicción de rindes en agricultura, en alertas de incendio, y en prevención de enfermedades humanas, animales y vegetales. Ambos SAOCOM están en diseño y probablemente dan trabajo: países con radares SAR en órbita hay al menos 5, pero ninguno (salvo la Argentina) trató siquiera algo tan descomunal como subir al cielo dos antenas de alta potencia y 25 metros cuadrados por pieza.

Para saber más sobre este satélite, visitar INVAP, que además da acceso a la pantalla correspondiente de la CONAE.

La certificación que logró INVAP como buen diseñador y constructor espacial le valió otro premio gordo: el gobierno de Néstor Kirchner se propuso tener autonomía en comunicaciones. En 2013 sube a órbita el primer ARSAT (ver video), un satélite de comunicaciones 100% argentino por diseño y construcción, al que seguirán 2 más.

¿Qué defectos tienen los satélites monolíticos? Los que son misiones muy asociativas, como los SAC, implican rediseños drásticos del satélite a medida que la Cancillería, de la que depende CONAE, va sumando socios, y hay que encajarle otro sensor a un aparato que ya tiene muchos, y sin añadir peso ni que se interfiera con los existentes. Hechas las cuentas, ir al espacio tan “en vaquita” supone una demora mínima de 6 años entre la mesa de planos y la plataforma de lanzamiento.

Los satélites monolíticos menos asociativos, como los SAOCOM o los ARSAT, son desafíos “per se”: los primeros, por lo del radar SAR en banda L, los segundos, porque pesan más de 3 toneladas por pieza y hay que subirlos a órbitas ecuatoriales geosincrónicas de 35.500 kilómetros de altura, donde tienen que resistir toda la furia radioactiva del viento solar. En estas misiones, los atrasos son inevitables: la Argentina se mete en terrenos de la tecnología donde sólo se atreven tres o cuatro países de punta… y en el caso SAOCOM, va más lejos.

En todos los casos, estamos hablando de cargas y de alturas que exceden el modesto rango operativo del Tronador II, lo que añade un tercer factor de demora y sobrecostos de nuestros satélites monolíticos. Conseguir espacio a bordo y fecha de lanzamiento en algún supercohete estadounidense, europeo, ruso, japonés, ucraniano, chino y se acabó la lista.

Somos Gardel haciendo satélites monolíticos, de modo que seguiremos haciéndolos. Nos va bastante bien con ellos. Pero el Tronador y los satélites SARE pueden ser la vía a poner en el espacio lo que uno quiere, cuando uno lo quiere y a precios probablemente menores que los del mercado mundial.

 

Sur, Tronador y después

Dime qué vuelas y te diré qué quieres – (Serie Tronador II)

Escalera al cielo, peldaño a peldaño – (Serie Tronador II)

El costo de no tener radares espaciales – (serie Tronador II)

Créanle a Varotto – (serie Tronador II)

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Daniel Arias
7 septiembre, 2012

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